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El Puente. León Molina

Iberia, Hispania, Spania

Iberia, Hispania, Spania Esta ciudad tiene un hermoso parque y en él un más que interesante museo. Resulta muy agradable el domingo en la mañana pasear por sus rincones y acercarse por el museo para ver si hay alguna exposición temporal. A mí me gusta especialmente hacerlo así; encontrar por sorpresa más  que en visita programada. No es una práctica que pueda recomendar, porque de este modo me habré perdido algunas muy interesantes, pero a cambio he sumado al placer de disfrutar de algunas muestras muy interesantes el placer de la sorpresa. Paseando así, este domingo visité en el Museo la exposición “Iberia, Hispania, Spania..Una mirada desde Illici”,  que finaliza en Albacete un largo periplo por las mayores ciudades españolas. La muestra  recoge un gran número de piezas que nos cuentan la evolución cultural del sudeste de la península durante el milenio comprendido entre el 500 a.c. y el 500 d.c. La mayor parte de las piezas proceden del yacimiento de La Alcudia en Elche (la antigua Ilici), entre las que cabe destacar la dama de Elche,  aunque se muestran otras procedentes de distintos puntos de la provincia de Albacete como el caballo de La Losa. La exposición por tanto es de gran relieve y una oportunidad inmejorable para ver en directo esas piezas que poblaron nuestros libros escolares. Sin embargo confieso que me detuve con especial atención en una vitrina donde se exponían distintos instrumentos y herramientas destinados a la actividad agrícola de la época de iberos; horcas, rejas de arado, hachas, etc. Son instrumentos que usaron nuestros antepasados hace dos mil cuatrocientos años. Lo sorprendente para mí era que esos tipos de instrumentos y por tanto esa forma de trabajar ha sobrevivido todo este tiempo. Son herramientas iguales a las que todavía se pueden encontrar en los cámaras de nuestra aldeas. En definitiva, nuestros abuelos trabajaron con herramientas  que no evolucionaron apenas en todo ese tiempo. Casi tres milenios. Y ahora, de golpe, toda cambia de un modo brutal. Se produce un tajo colosal en la historia y los instrumentos que usaron nuestros abuelos son ya historia del mismo modo que éstos de la exposición que usaron los iberos. Es algo sorprendente, extraño, que en el museo nos enfrenta a las paradojas de nuestra civilización; un mundo que ha perdido toda relación con nuestras tradiciones de más de tres mil años de antigüedad. Es algo que sabemos. Pero he de confesar que una extraña inquietud recorrió mi espalda como un escalofrío ante aquella horca en los silenciosos salones del Museo.

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