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El Puente. León Molina

Cánovas y Castelar

Cánovas y Castelar

Hacia 1897, poco antes de morir, el político conservador Antonio Cánovas del Castillo conversaba con el liberal republicano Emilio Castelar. Don Emilio en un momento dijo: “yo ante todo soy español,  con eso me contento”, a lo que don Antonio respondió: “Caramba, Emilio, no te creía tan modesto”. El diálogo refleja una constante histórica tal cual es que las izquierdas critican el país pero confían en él y las derechas lo ensalzan pero son pesimistas normalmente sobre sus posibilidades. De igual modo parece que hoy las derechas parecen conformarse con  un hipotético regreso renqueante a la normalidad anterior a la crisis que parecen dar por ideal y deseable y las izquierdas consideran que es el momento de refundar este país para virar y fijar un rumbo nuevo. Y hablo de la gente, los políticos de los partidos siguen jugando a otro juego distinto del de la gente y así les va. Hay una cantidad importante de gente que quiere ese cambio de rumbo; quiere que el país tome un camino más democrático, más limpio, más favorecedor de oportunidades más niveladas para todo el mundo. Por eso salen a las calles y se manifiestan. Se manifiestan por su país. Y ahí creo que radica uno de los errores tácticos más importantes. Porque esa lucha no es de países. Se manifiesta gente en Grecia por Grecia, en Italia por Italia, en Portugal por Portugal, en España por España, olvidando que todos los que se manifiestan se manifiestan por lo mismo. Esto lo entendieron algunos del movimiento 15M que trabajaron por coordinar los esfuerzos de la gente a nivel continental.  Si los políticos de estos países sintieran sinceramente que quieren mejorar las condiciones de vida y el futuro de la gente de sus países, lo primero que tendrían que hacer es unirse y llevar una sóla voz firme y exigente a Bruselas.  ¿Somos o no somos Europa? Estos países, sin contar con más apoyos cuentan con 150 millones de habitantes. Unidos serían una voz muy importante. Si a los políticos no les da la gana de luchar por la dignidad frente al desfalco que están sufriendo las poblaciones de sus países, debería ser la gente de esos países la que comprendiera que esa energía de la protesta debería antes que nada sumar a los compañeros de viaje de los países del resto Europa y especialmente de aquellos donde la injusticia se está cebando. Si somos modestos como Castelar, no obtendremos más que el chascarrillo y la sorna de los Cánovas. 

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