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El Puente. León Molina

Desafectos

Desafectos

El economista Eduardo Garzón ha echado unas cuentas: Si España se hubiera financiado desde el 89 hasta hoy al precio que presta dinero el BCE a los bancos, hoy la deuda española en vez de ser del 90% del PIB, sería un 14%. Con ese 14% no haría falta ningún recorte y sobraría pasta. Pero el BCE no presta a los estados, presta a los bancos, y estos le prestan a los estados al 6% (en el caso de los países del sur). Ese diferencial del 5%, que es una cantidad astronómica de dinero, ¿quien la paga? Pues el ciudadano, al que los estados abrazados al neoliberalismo salvaje se lo quita (vía "recortes") para dárselo a esos bancos (sus entramados de inversión, o lo que es lo mismo, "los mercados"). Así el dinero fluye de nuestros bolsillos al de la gran banca  y sus sociedades de inversión. El ciudadano medio es cada vez más pobre y ellos cada vez más ricos. Así de sencillo. Y a los tontos los distraen con que la crisis es porque hemos sido malos y gastado mucho, o porque el mal gobierno y despilfarro ha secado las arcas del estado, o porque España nos oprime y nos sangra (Cataluña), causas todas ellas que pudiendo ser más o menos ciertas, no pasan de ser los decimales de la cuenta. Es un desfalco sin más, un robo. Y Alemania, que manda en el BCE, juega el papel que juega porque el gran pastel en el reparto (y el riesgo por su avaricia) es para la banca alemana. En España esos políticos y esos partidos que dicen quejumbrosamente que no seamos tan desafectos con ellos, se han abandonado al juego ciega y cómplicemente; ¿qué quieren, que les aplaudamos?. El PSOE, desde aquel ministro que llamaba a la inversión diciendo que España era un chollo para ganar dinero, ni siquiera se ha planteado tocar estas estructuras porque le iba bien en el machito, el PP está en su salsa socavando la estructura de lo público y hasta IU, que va de pureta, no ha tenido empacho, cuando sus exiguas cuotas de poder se lo han permitido, en sentarse en el consejo de administración de Bankia y firmar sus cuentas en el proceso orgiástico de cargarse aquella banca pública que hoy echamos de menos. Esa es, o al menos debería ser, la crítica central a los políticos y a los partidos. Mientras se organizaba y llevaba a cabo el gran golpe, ellos han estado en sus babias palaciegas, dedicados a mil tonterías menores, a mil batallitas alrededor de la lucha por un poder para casi nada. Nuestra desafección no es más que una hija de la suya hacia nosotros.

Defraudadores por el Nilo

Defraudadores por el Nilo

No sé si a estas alturas todavía queda alguien que dude que la crisis es un gran desfalco, sencillamente un robo de los grandes poderes financieros a toda la población con la complicidad activa o pasiva de poderes políticos que actúan como corporaciones y con silencio y cobardía. En ocasiones la cosa llega a límites de opereta. Hace unos días, el periodista griego Kostas Vaxevanis fue detenido por la policía griega por publicar una lista con más de dos mil evasores fiscales griegos con cuentas en Suiza, entre los que hay todo tipo de personas sin faltar políticos de renombre. Lo lógico sería detener o iniciar diligencias sobre los defreudadores. Pero ¿por qué no se hace?. Pues porque resulta que el gobierno griego dice que se le ha perdido la lista. No es broma. Así lo manifestó el ministro de finanzas Papaconstantinou al que Cristine Lagarde, entonces ministra de Francia se la había pasado, proveniente de un exempleado del banco suizo HSBC, que por cierto, anda escondido porque la que se le viene encima es que lo van a matar o a detener. Con ocasión de la detención del periodista griego, ha surgido la pregunta de qué pasa con la famosa lista y el actual ministro Yannis Stournaras ha dicho que sí que es verdad, que qué despiste, pero que se la pide corriendo al gobierno francés. En España el caso de la lista de evasores no es menos sorprendente; en ella figura el nombre de banqueros, políticos de uno y otro partido, expresidentes, exministros, presidentes regionales (alguno muy cercano a nosotros). Y  no sólo no pasa nada, sino que para un más completo asombro, la prensa no se hace eco de estas informaciones, cosa que sí hacen diarios como el New York Times, lo cual sabemos los no habituales de ese medio porque así lo recoge el economista Vicenç Navarro en los medios casi marginales en los que le dejan escribir. Se ve que nadie tiene ganas de hurgar. Pero que no quieran hurgar los ciudadanos, una vez destapada la información que puede dejar con el culo al aire a los defraudadores que además son los que nos están recortando la vida, es pasmoso. Y así va la cosa. Todos tranquilos por este Nilo maloliente. 

Silenciosos

Silenciosos

En estos tiempos en que nos están robando el bienestar y la democracia, es lógico que se reaccione. Pero no reacciona todo el mundo, todavía hay una importante masa de silenciosos. ¿Quiénes son esos silenciosos?. Veamos. Tenemos a los hoolingan, gente que se apuntó a una opción política como quien se saca el carnet de socio de un club de fútbol y para siempre su equipo es el mejor aunque descienda de categoría. Los cómplices, de torvas ideologías que están convencidos de que  lo que se está haciendo es correcto y si unos milloncejos de personas se tienen que joder, pues que se jodan, que este mundo es de Dios y de los listos. Los miserables, que compran un cierto nivel de subsistencia, las migajas del poder, con su silencio. Los estúpidos, que como son estúpidos no entienden que “eso que pasa” es que le están atracando y miran al infinito con cara de lelos. Los indolentes, más conocidos popularmente como “cachocarneconojos”, los que no sienten ni padecen, cuyas preocupaciones vitales no van más allá de protegerse de las corrientes de aire, la forma exacta de hacer una paella o la auténtica verdad sobre el camino más corto para llegar a su pueblo. Los egoístas, que saben y entienden lo que pasa, pero que todavía no les ha salpicado nada en lo  sustancial de su vida y piensan entonces que la cosa no va con ellos. Los lacayunos, que han existido en todo tiempo, gente que tiene una predisposición insalvable para alabar y reír la gracia del que manda. Los cobardes, seres asustadizos para los que todo es sobresalto fuera de su madriguera. Los iluminados de toda laya que creen vivir o esperan vivir en un mundo que no es éste y responden con jaculatorias susurrantes cuando les arrean hasta dejarlos en la pobreza. Y sobre todo los que proceden de la destilación de las plantas aromáticas del judeocristianismo, que hozan en los placeres de la culpa y piensan que todo lo malo que nos pasa nos lo merecemos, los cuales no son pocos, habida cuenta de la suerte de que goza la frase “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. ¿Se salva alguien entonces en el silencio?. Pues mire usted, no. Porque su silencio aviva las llamas en que nos achicharramos a todos.  Con ellos cargamos; son el lastre que tira de nuestra sociedad hacia las profundidades de la decadencia.

Un mejor pasar

Un mejor pasar

Quizá en los pueblos pequeños la crisis se sobrelleva mejor que en las ciudades. Eso sí, habría que precisar que la vida rural no se da en estado puro ya en ningún pueblo y por lo tanto hay muchas personas de los pueblos que han sido golpeadas por la crisis con similar dureza que otras de las ciudades, de modo que espero que no tomen mi comentario como una desconsideración. Hay razones que lo explican: en primer lugar respecto de las ciudades, los pequeños pueblos, especialmente los más aislados (como en el que paso la mayor parte de mi tiempo) vivían ya en un estado de crisis relativa respecto a las ciudades. Sus medios de producción y de vida han estado acosados por nuevas formas económicas y sociales que los han situado en clara desventaja  frente a los habitantes de las ciudades. De hecho la emigración lleva décadas haciendo presa en ellos desgarrando familias y obligando a tremendos esfuerzos a aquellos que deciden quedarse. Hay otra razón para explicar ese mejor pasar hoy de la gente en los pueblos; aquí tenemos huertos y bancales, corrales con animales domésticos y hasta puntualmente caza. Al habitante de la ciudad le puede parecer poca cosa por la distancia enorme que soporta en el camino de la provisión de alimentos, pero es que un huerto y un corral  resuelven la comida muchos días al año. Y además de esto hay otras muchas pequeñas producciones  caseras que se intercambian entre los vecinos. Y la vida sería todavía mucho menos  si la locura consumista no hubiera prendido también en el mundo rural (no faltan por aquí las teles por cable, los ipod para el chiquillo y otras zarandajas). Teniendo en cuenta esta realidad y los tiempos que sin duda se avecinan hay personas poniendo en marcha por estas sierras cooperativas de consumo basadas en el intercambio directo de las producciones propias, que son una inteligente respuesta y que en algún artículo presentaré. La vuelta al campo para muchos es una quimera. Pero los que viven en el campo tienen la posibilidad de defenderse mejor, sobre todo si aprovechan sus oportunidades. Y además aquí hay más tiempo, menos contaminaciones, más apoyo humano y un entorno de vida en general más agradable. Así que sin llegar a decir que en los pueblos se vive mejor, sí diría que en las actuales circunstancias, se vive “menos peor”.  

Poetas un año más

Poetas un año más

Esta semana comienza la decimotercera edición de 5 Poetas en Otoño. 5 Poetas en otoño es una serie de recitales a los que son invitados poetas de primer nivel del panorama español para leer sus versos y conversar con los asistentes. Este evento está organizado por el grupo poético Poetas de la confitería, al que pertenezco. He vivido por tanto sus orígenes, las gestiones iniciales para ponerlo en marcha y he asistido a la mayoría de los recitales. En estos últimos años he estado un poco desvinculado de la organización cuyo peso recae de manera más intensa en mis amigos más ilusionados o voluntariosos. Por eso esta nueva edición me llega no sin un cierto grado de sorpresa. Sorpresa que se incrementa de manera notable cuando compruebo que esto viene sucediendo desde hace trece años. ¿Qué hacía yo hace trece años, qué me preocupaba y ocupaba, qué estaba leyendo, qué estaba escribiendo…? Tendría que hacer un gran esfuerzo y tirar de agendas viejas y papeles para poder situar todo eso. Me resulta más fácil, debido a la ocasión concreta recordar lo que hacía con mis amigos de La Confitería. Recuerdo que nos reuníamos con mucha frecuencia, compartíamos libros, nos leíamos lo que estábamos escribiendo, pensábamos de manera más o menos seria en poner en marcha actividades relacionadas con nuestra afición común, nos reíamos mucho.  Entre varias iniciativas cuajó ésta de 5 Poetas en otoño, que hoy es como una modesta marca. Con lo positivo y lo negativo que conlleva que algo se convierta en una marca. Lo que resulta tremendo para mí es que hayan sido tanto estos trece años que no son nada. Tanto como que yo soy otro distinto de aquel que estos recitales me hacen rememorar.   El grupo como tal en realidad ya no existe, quedan por supuesto las amistades y los recuerdos, esta afición nuestra poco frecuente por la poesía que nos proporciona cierto sentimiento de hermandad. Pero no un grupo como tal. A veces me siento tentado a decir a mis amigos que dejemos de usar ese nombre y otras veces me parece emotivo verlo escrito en los papeles.  La vida sigue. Sesenta y cinco poetas que hemos escuchado. Trece años. Un bucle un tanto incomprensible o sencillamente una agradable e inofensiva costumbre.  Desde mi butaca seguiré escuchando como se escucha cantar al viento entre los árboles. Dulcemente. Una vez más. Un año más. Un año menos. 

Vuelta y vuelta

Vuelta y vuelta

Durante unos años estudié filosofía. Me dejé ir por inercia, pero no llegué nunca a conectar realmente con la disciplina. Muchos años después descubro en la sencillez (suele pasar) de un texto -de Lichtenberg en este caso- una expresión clara de lo que acaso me ocurriera. Dice Lichtenberg refiriéndose a un autor que “…su filosofía es para los hombres, la otra” (que describe en otro lugar como “maraña de refinadas sutilezas” o “lucubraciones metafísicas para quienes no pueden hacer nada mejor”) “es para los profesores”.  Yo deseaba ser sabio, quería una filosofía de y para la vida y encontré sobre todo filosofía de y para la filosofía. Me fui alejando. La filosofía siguió su camino y yo el mío. Sigo intentando ser sabio, aunque todo indica que no voy a conseguirlo. La filosofía, no sé qué habrá aprendido de sí misma en estos años. Pero seguro que ha echado tripa, igual que yo.  Afinar la herramienta de la razón es sin duda necesario e importante, especialmente en estos tiempos raros y complejos que vivimos, porque la justicia para existir necesita de la razón. Pero quizás lo más importante es saber hasta dónde hay que afilar la herramienta, porque puede llegar a suceder que nos pasemos la vida sacándole filo y no lleguemos  a usarla. Debemos permitirnos cierto margen a la imprecisión, al error, en beneficio de la acción.  Esa distancia que queda puede ser cubierta sin temor por la intuición, que para eso está, entre otras cosas.  Mencionaba estos tiempos que vivimos y por poner sólo un ejemplo diría que si considero intuitivamente que el ministro Wert (permítanme el ejemplo, es que Wert y yo tenemos algo especial) es un sandio retrógado y un hipócrita que lleva toda su vida de “tapado” aparentando ser lo que no es, usaré la razón para desmontar su discurso, pero no necesito llegar a hacer tratados que justifiquen lo que digo, algo que se ve favorecido en este caso porque  las cosas que dice este hombre con vuelta y vuelta en la parrilla de la razón quedan listas. Vamos, que no tengo que remontarme a la metafísica aristotélica para justificar que este señor hace cosas inadmisibles defendidas con razonamientos cojitrancos. En definitiva, que no sé para qué todos aquellos años de estudiar filosofía cuando puedo sencillamente decir que Wert es más tonto que una maza, más malo que un dolor y más falso que un Judas de plástico, expresiones que no tienen valor filosófico, pero que me dejan más a gusto que un arbusto, tal como se debió quedar Hegel después de escribir la Fenomenología del espíritu.

Tomates morunos

Tomates morunos

Que sin agua no hay vida además de un axioma científico es un lugar común en conversaciones de todo rango. Pero acaso no sea menos cierto que el agua no sólo sustenta la vida, sino que además la condiciona y modula psicológicamente o, si lo prefieren, sentimentalmente, en el caso, evidentemente, de los seres humanos. No sé si algún estudioso con tiempo suficiente se habrá dedicado en alguna ocasión a analizar las relaciones entre la cultura de los pueblos y las peculiaridades del agua existente en el medio en que se desarrollan. Si no fuera  así, sin duda ahí hay un tema de investigación a priori rico y entretenido.  Y no hablo de la tecnología e instrumentos desarrollados para la búsqueda, uso y administración del agua, sino como el agua (en los distintos modos en que se presenta en los biotopos) moldea una determinada cultura. En este estudio, lógicamente el análisis del lenguaje en relación con el agua tendría un lugar preminente. Valga aquí como muestra un sólo botón que ofrece la plasticidad del lenguaje manchego; aquí de una persona con carácter huraño y reservado decimos que es un “secuzo”. Estas personas, que raramente veremos “enflascás” vienen a ser lo contrario de “un alma de cántaro” que son aquellas otras que nos ofrecen su compañía completamente exenta de maldad. Desde que Heráclito, medio siglo antes de Cristo se pusiera a flipar con lo de si el río en que se bañaba era el mismo cada vez o era distinto, además de colaborar a la creación de esa anomalía de la especie llamada “filósofos”,  nos señaló quizás involuntariamente a través de lo que sólo era un ejemplo, la relación profunda y misteriosa de los seres humanos con el agua, o lo que es lo mismo, con la parte más importante de su propia materia cuando puede ser observado fuera de sí mismos. El agua nos fascina, nos tortura, nos embelesa, nos alegra o entristece, nos nace y nos mata. Anoche, compartiendo con los amigos un magnífico tomate recién cogido de la huerta, esta huerta de mi aldea que dispone de todo el agua que se necesite, consideré que el tono de la conversación, los chascarrillos y el sentido del humor y hasta las facciones de las caras de los tertulianos obedecía más que a cualquier otra cosa a los efectos de haber saboreado donde todas sus vidas el  agua perfumada de los tomates morunos de estas sierras. Lo cual certifico porque sí,  porque no tengo mayormente otra cosa que hacer mientras espero con los montes las primeras lluvias del otoño que nos lave y ponga guapos.

Tu primo no te quiere

Tu primo no te quiere

“Tu primo no te quiere, tu primo se aprovecha de ti, tú eres diferente a tu primo, eres más guapo y más listo y él siente envidia, tu primo es tu primo porque tu tío dio un braguetazo pero no es como nosotros… “ Si una persona pasara toda su vida escuchando esto en su casa durante años y años, es fácil  que esa persona acabara hasta las narices del dichoso primo. Pues algo así es lo que le ha pasado en las últimas décadas a una parte significativa de los catalanes.   Prueba de ello es el diferencial tremendo que ofrecen los estudios demoscópicos sobre lo que los catalanes creen que el resto de los españoles piensan de ellos (mayoritariamente piensan que no los aprecian, que no los quieren) y lo que realmente piensan mayoritariamente el resto de los españoles ( que no alberga ningún sentimiento anticatalanista). Durante años he viajado con frecuencia a Cataluña y trabajado y compartido tiempo laboral y privado con catalanes y esta realidad se me mostraba claramente para mi sorpresa; muchos de los catalanes con los que trataba daban por sentado que no los apreciábamos o que estábamos hasta las narices de ellos o cosas parecidas.  Y creían que yo mentía por educación o táctica cuando les decía que mi percepción era que eso no se correspondía con la realidad. Pero es que, claro, somos el primo de la matraca que han escuchado durante toda su vida. Es un malentendido basado en falsedades repetidas hasta la saciedad por las esferas nacionalistas de Cataluña. El nacionalismo que todo lo enmierda, con perdón. De modo paralelo a esta cuestión los sondeos indican que una amplia mayoría de españoles no pondrían grandes trabas a una independencia de Cataluña, salvo su convicción de que sería una decisión que perjudicaría tanto a Cataluña como a la España resultante.  De modo que nuestro personaje está gritando “estoy harto de ti y tú de mí, lo sé, hasta las narices de tener que ir a todos lados con mi primo, me voy, ya no salgo más contigo”, mientras que el primo flipa en colores y le dice “pues hombre, yo estoy a gusto contigo, si tu no, pues andandico, pero me dejas a cuadros, no sé quién te habrá metido eso en la cabeza, me parece a mí que desde que se murió el abuelo, has tenido toda la libertad del mundo… ”. Y ahí sigue nuestro personaje con el pecho inflamado mientras repite “soy distinto, soy distinto, soy distinto…”, delante de sus progenitores políticos que se miran entre sí con una risa un tanto floja. 

Apariciones

Apariciones

Llevo unos días regular; se me olvidan las cosas, se me rompen los abrefácil, no sé nunca dónde he dejado el libro que estoy leyendo… Todo eso podrían ser cosas normales y llevaderas, pero es que hay algo más. En los últimos días se me ha aparecido varias veces la Cospedal en las sombras  del gotelé. Sí, sí, sin duda es ella, con las manos juntas en gesto de oración, con los ojos mirando hacia arriba, con teja y mantón y con una especie de hábito corto que deja ver su pierna en la que hay una liga que sostiene una pequeña pistola. Me preocupa, la verdad. No digo que no sea fascinante la visión, pero acojona un poco, la verdad. Esto empezó a suceder después de su show en las Cortes de nuestro paisico manchego, cuando estaba echando marcha atrás de su decisión de unos días antes de aumentar los diputados para ponerlos en las provincias donde gana. Ahora no más, no, ahora la mitad de diputados y sin sueldo. Yo en un acto espontáneo me dirigí a ella en la pantalla y le dije: “que no Cospe, que no era eso, que lo que decíamos todos era que un sueldo normal y uno solo y gastos comedidos, que se te ha ido la mano siete pueblos. Piensa, hija mía, ¿no ves que estás dejando fuera de la política a todo el que no sea rentista acomodado? Porque si un diputado tiene que trabajar en lo suyo y en las Cortes, digo yo que  se curra lo de las cortes y se arruina y lo cosen a collejas la familia, o no le da un palo al agua a la cosa de las leyes. O buscas gente que trabaje poco y ande sobrado de tiempo (yo desconfiaría), porque en política no se pueden cobrar varios sueldos, ¿no? O tendrás las legislaturas con más sesiones de la historia de la democracia mundial para que las criaturas se saquen un suledecejo en dietas.  Considera, hermosa mía, que el ahorro que conseguirás con eso es una nimiedad comparado con el que podrías conseguir con los diez mil cargos intermedios y de confianza a los que les has subido el sueldo, por cierto. No habrás caído. ¿Y ahora qué vamos a hacer con tu cigarral cuando tú también te quites el sueldo?. Que lo bien que quedaba en las revistas, oye”.  Decía todo esto y mi familia me miraba en silencio con cara de asombro. Yo también estoy preocupado, sí. Si por lo menos te me aparecieras siempre en el mismo sitio, pero es que hoy te he visto en la rejilla de la campana mientras me hacía la cena. Ibas de manchega con los moñetes llenos de navajas. Te le podías aparecer a Arenas, Cospe, jolín, que me tienes en un ay. 

Lenguaje y libertad

Lenguaje y libertad

Una tarea de no poca trascendencia en la búsqueda de la libertad es el análisis y crítica del lenguaje, especialmente aquel que suena por los altavoces del estado.  Actitud hoy en decadencia por varios motivos: acriticismo cada vez mayor de muchos ciudadanos sobresaltados y asustados por el monstruo de la crisis en medio de su sueño consumista , la destrucción de los significados por el uso interesado (inmoral) del lenguaje puesto al servicio  la lucha por el poder (esto no es de ahora, es eterno),la sobreabundancia de mensajes que reduce la realidad a titulares con foto, una educación centrada en conocimientos instrumentales más que en la formación humanista y  fruto de ello la caída en picado del propio dominio del idioma (un paseo por las redes sociales y el uso en ellas de ortografía, gramática y sintáxis  es desolador). Pero para ser críticos con lo que nos dicen no es necesario convertirse en teóricos de la lengua, sino sencillamente estar atentos, ser desconfiados, leer entre líneas. Los gobernantes  son diestros en manipular el lenguaje, lo que  unido a la simple voluntad de mentir es un buen cóctel para la dominación. Nos dicen por ejemplo que algo es “buenista” para condenarlo a su imposibilidad, cuando en realidad la mayor de las veces es una sustitución perversa de simplemente “bueno”.  Nos dicen machaconamente que algo no es “sostenible” como un veredicto que apenas hay que demostrar y que suele esconder la nula voluntad de realizar el esfuerzo y cambios necesarios para conseguir algo. Nos hablan de “competitividad” y se acepta universalmente la bondad del concepto, olvidando que la competitividad puede ser una desalmada máquina de triturar individuos, amén de que el modelo que propone el poder para llegar a ella no es ni mucho menos el único. Nos hablan de “innovación” ligada exclusivamente a la producción de bienes de consumo, en una limitación perversa del concepto. Nos hablan de “democracia” y “democratizar” cuando están pensando en devaluar, vulgarizar y en la imposición ciega e injusta de las mayorías sobre cualquier diferencia o disidencia, olvidando que sin  disidencia ni desacuerdo sólo se puede construir la tiranía. Si no criticamos y desnudamos el lenguaje del poder (tanto en quien lo ejerce como en el que lo tolera encantado y lo pregona), este se convierte en los grilletes que nos esclavizan y de ciudadanos nos convierten en esclavos, en masa manipulable. 

Conservadores

Conservadores

La historia de la humanidad refleja un proceso continuo de acción y reacción, de búsqueda porque haya cambios y lucha porque no los haya, de innovación y conservación. A la luz de la historia casi siempre los partidarios de la reacción, los inmovilistas, los conservadores, salen mal parados y vienen a representar las más de las veces al malo de la película. Y de algún modo es lógico que así sea. De entrada existe una situación casi metafísica; la evidencia de que el mundo, la sociedad, la realidad no se detiene nunca y está sometida a cambios más o menos acelerados o intensos, pero desde luego nunca permanece siendo la misma. Los conservadores llevan ya desde ahí todas las de perder, pues su empeño en que las cosas se mantengan en el orden en que están las más de las veces lleva dentro de sí el cáncer de la desadecuación a los cambios que la realidad tercamente aporta. Se podría decir que la actitud conservadora tiene siempre un pie puesto en el fuera de juego. ¿De dónde viene entonces esa actitud tan extendida y potente? A mi juicio suele venir de dos fuentes principales; el egoísmo y el miedo. El egoísmo de aquellos a los que le va bien a título individual o eso esperan y luchan contra los cambios que los puede apartar de esa situación privilegiada. Y el  miedo, que es un sentimiento humano que todos llevamos dentro y que inculca la zozobra en los corazones frente a los cambios, como tan  bien sintetizó Erich Fromm en su concepto de “miedo a la libertad” en el libro de ese mismo nombre. Los que están dominados por el miedo, a su vez se dividen en paralizados y sumisos. Los paralizados son peso muerto social, excipiente de cualquier fórmula, masa acrítica. Hoy en día esta parte de la sociedad es de gran importancia y determinante peligrosa; en buena medida es la integrada por los famosos “indecisos” que deciden en las elecciones.  Los sumisos son más peligrosos aun, los sumisos no tienen poder ni dinero, pero se sienten bien a la sombra de los poderosos. En todos los tiempos han existido; son la claca del poder que sienten el iluso consuelo de pertenecer al equipo ganador (como si por ser forofo del Madrid fuera a ganar la pasta que gana C. Ronaldo); estos suelen tratar de reivindicarse y son los que hacen el trabajo sucio y suelen ser más papistas que el papa.  Estas dos fuerzas, egoísmo y miedo, se realimentan; los que tienen miedo piden a los poderosos egoístas que usen su poder para que todo siga igual y los poderosos alimentan permanentemente el miedo en los miedosos como barrera de protección de sus privilegios. Con ellos a rastras vivimos.

Mirando por las rendijas

Mirando por las rendijas

En algunos momentos se abren pequeñas rendijas por las que los simples ciudadanos podemos entrever las pruebas y las magnitudes de la colosal estafa que sufrimos por parte de ese matrimonio bien avenido del gran capital codicioso y una clase política incompetente y criminal. Hervé Falciani era un trabajador del banco suizo HSBC que durante años capturó cuentas, datos e identidades de las grandes bolsas de dinero negro custodiadas por esa entidad. Por una carambola del destino, a este señor, la justicia francesa le incautó toda esa información.  Ciñéndonos a lo que afecta a España –porque si no, el historión no cabe en este artículo-, la justicia francesa entregó la información de 3.000 cuentas españolas que afecta a unos 700 evasores de impuestos en nuestro país que juntos suman una evasión al fisco español de unos 6.000 millones de euros. Consideren que esto es lo descubierto en uno de los muchos bancos suizos que es uno de los muchos países que se comportan como paraíso fiscal. De modo que es fácil aventurar que  el fraude puede ser varias veces el total del rescate de nuestro país. Uno de los primeros investigados fue Emilio Botín, que al día siguiente se presentó con los 200 millones que había defraudado con lo que se cerró el expediente y en paz, ni denuncias, ni juicios. Pero hagamos alguna comparación; lo defraudado por Botín (sólo en ese banco, sólo en ese país) es exactamente el m ismo importe de lo recortado por el gobierno a las CCAA en julio en el capítulo de ayuda a la dependencia, que convertirá la vida de muchos ciudadanos en un infierno. El total de fraude descubierto (sólo en ese banco, sólo en este país) es una cantidad idéntica al recorte que el gobierno hará a las CCAA en 2013, que como es lógico en su mayor parte se llevarán a cabo en educación y sanidad. Dice el gobierno, sin descomponer el gesto,  que el sistema no es sostenible. Y es cierto, el país no puede sostener a tanto ladrón de guante blanco, a tanto sinvergüenza en coche oficial, sobre todo porque lo estamos pagando ya no con dinero, sino con nuestra salud, con nuestra educación, y por resumir, con nuestra dignidad. Por rendijas como esta se ve a veces el tamaño del desfalco ¿Y qué mas?, ¿se ve quizás también que los ciudadanos se están perdiendo definitivamente el respeto a sí mismos? Lo iremos viendo cada día.

Fracking en Albacete

Fracking en Albacete

Una grave amenaza medioambiental se cierne sobre Albacete, pero como tantas otras cosas graves, parece que pasa desapercibida ante los problemas económicos y sociales de la actual crisis y su gestión asalvajada. Hablamos de los permisos que en gobierno regional pretende otorgar para llevar a cabo sondeos petrolíferos, y pretende otorgarlos además si n necesidad de realización de estudio de impacto ambiental. Es un disparate  y una desvergüenza. El sistema de sonde es el conocido como “fracking”, que para entendernos de modo sencillo consiste en perforar el terreno hasta grandes profundidades combinándolo con explosiones que se producen por inyección a presión de distintas sustancias, algunas de ellas de un alto poder contaminante. Con ello se trata de quebrar las rocas del subsuelo a través de sus fallas o debilidades naturales.  Los peligros de degradación medioambiental; contaminación de las aguas subterráneas, cambio de las bolsas de los acuíferos con la desaparición de fuentes y cursos de agua que sostienen la agricultura y la vida del entorno, contaminación por metano, reflujo de metales pesados y materiales radiactivos por la rotura de los depósitos. Además esto se quiere llevar a cabo en el suroeste de la provincia (sierra y campos de Montiel), que son precisamente los que conservan mejor su riqueza ambiental y luchan por sacar adelante un modelo económico basado en la explotación turística de sus valores naturales. Este tipo de explotación, además, produciría un grave daño en superficie pues las hipotéticas estaciones de sondeo ocupan un gran espacio y necesitan de obras públicas que causarían una grave afectación a la naturaleza.  La amenaza es muy seria y muy importante, pero claro, los problemas económicos y sociales son la gran barrera sonora que oculta una gran cantidad de cuestiones que podemos lamentar profundamente en el futuro. De hecho la política medioambiental del ayuntamiento de Albacete y de la administración regional está sometida en el mejor de los casos a la desidia y al abandono y en la mayor parte de las cuestiones al acoso y derribo pues en el afán ciego de recortar, y con la poca conciencia ambiental que existe entre nosotros, las administraciones sin ninguna conciencia ambiental están dejándolo todo como un solar. Lo pagaremos y lo pagarán nuestros hijos. Barbaridades como los sondeos por fracking en Albacete representan la búsqueda de un hipotético dinero a cambio de la ruina natural y la degradación de nuestro futuro. Por una vez, opongámonos

Las cunetas de RTVE

Las cunetas de RTVE

La radio y televisión pública en España ha sufrido un auténtico golpe de estado. Pero no pasa nada. Al hilo de la crisis y la situación a la que nos aboca, se están cometiendo un sinfín de tropelías contra nuestra democracia que pasan a ser asuntos menores sepultados bajo la mole rodante de la prima esa. Así que no pasa nada y ancha es Castilla. En primer lugar el gobierno se carga graciosamente la ley que mal que bien garantizaba cierta independencia de los medios estatales, porque obligaba a la negociación y al acuerdo. Con la nueva ley se pone al frente a quien diga el gobierno y en paz. Y el gobierno pone a quien pone para quite a quien tenga que quitar, que ha resultado ser a todo quisque.  Jefes de la radio y la televisión, jefes de programación, periodistas directores de los programas punteros, todo dios al pijo. De un día para otro. Y da igual que esos programas fueran de contrastada calidad, que llevaran una línea ascendente de audiencias, que fueran plurales, todo da igual, aire que aquí mando yo. Y a al día siguiente comienza los paseíllos y la programación cambia drásticamente. Solía escuchar con frecuencia el magacín de la mañana de RNE En días como hoy conducido con amenidad y brillantez por Juan Ramón Lucas. Lucas fue de los primeros a los que le arreglaron el pescuezo. Uno de los microespacios estrella del programa era la entrevista del día, con protagonistas de la actualidad del país, y personas de un alto interés por sus actividades en diversas áreas. Después del tiro a Lucas he escuchado este espacio un par de veces. La primera fue una entrevista con la psicóloga del Betis Balompie y giró alrededor de la idea de que al igual que los deportistas todos podemos hacer un esfuerzo más cuando creemos que no nos queda ni una gota de energía. La segunda fue con la hija de Punset que soltó una perorata insulsa estilo libro autoayuda de lo preciosísima que es la vida cuando somos positivos. Esa noche escuché un debate con tertulianos desconocidos para mí que coincidían todos amorosamente en la inevitabilidad de los recortes realizados. En fin, que nos han puesto la radio pública en estado de excepción y ley marcial. Nota: Cuando termino de escribir este artículo veo la noticia de que el pelotón de fusilamiento vuelva a actuar; la Pastor ha caído, sin razones; las ejecuciones sumarísimas nunca necesitaron de la razón.  Las cunetas junto a RTVE se están llenando de cadáveres, mientras seguimos sesteando sobre una almohada de miedo y desidia. Eso sí, tranquilos, que no pasa nada.

Medio europeos

Medio europeos

De todos los graves acontecimientos y las declaraciones que han conllevado la crisis actual y su delirante gestión, quizás una de las que más me han conmovido negativamente, ha sido escuchar al gobierno decir que no pueden hacer otra cosa, que no tienen libertad. Es algo realmente tremendo. En primer lugar porque no es cierto en el sentido en que ha sido dicho, el cual no era más que una trampa para hacernos comulgar con ruedas de molino. Pero hay otro sentido en el que sí que es cierto; la UE limita el poder de decisión de los países. Ahora bien, yo a este respecto añadiría que limita la decisión, pero no lo suficiente. La crisis nos ha pillado en mitad del camino de construcción de Europa. No podía ser de otra manera porque este camino está siendo desesperantemente lento y da la sensación de que todo nos va a pillar en ese camino. Como en tantas otras cuestiones, el freno de fondo es el nacionalismo. Las naciones quieren construir una nueva gran organización a nivel casi continental, pero no están dispuestas a ceder soberanía. O sea, que queremos ser al mismo tiempo el país Europa y el país España. Y eso son chocotajás.  Quizás se debería comprender que aunque desapareciera de facto nuestro país porque se ha integrado en el país Europa, España no desaparecería, porque España, si es algo, es una cultura, y ésta no tiene por qué estar en peligro en esa hipotética unión. Yo sinceramente prefiero ser de nacionalidad europeo, y no por eso dejaré de hablar castellano, amar mis paisajes serranos albaceteños, comer pisto, salir a las terrazas en las noches de verano a charlar con los amigos,  y disfrutar intensamente con la lectura de Machado en la lengua que compartimos.  Que esas cosas, no nos equivoquemos, es lo que es ser español.  En este momento somos Europa y no lo somos, somos España y no lo somos. De ahí vienen buena parte de nuestros problemas. Es por una parte una realidad que crea un gigante con pies de barro como estamos viendo. Y es también una coartada para malos gobernantes, que sin la más mínima vergüenza se declaran rehenes de eso que es y no es Europa. Hay que terminar de construir Europa cuanto antes, sobre todo para no volver a vivir la tristeza y la vergüenza de que un supuesto líder diga que no puede hacer nada y, encima, que millones de personas se lo crean porque siendo medio europeos se creen que lo son del todo. 

Revolución

Revolución

Debido al cabreo e indignación de buena parte de la sociedad en estos tiempos, observo que se ha extendido el uso de la palabra “revolución”. En los medios de comunicación sociales, en las manifestaciones y por cualquier lugar aparece esta palabra casi olvidada por todos nosotros.  Y me da la sensación que se hace un uso frívolo de la palabra, y la frivolidad en cuestiones graves encierra sus peligros. Sin ir más lejos, el diccionario puede ayudarnos a aclarar las cosas. De las muchas acepciones de la palabra, hay tres relacionadas con el uso político y social al que estamos aludiendo. La primera dice: ”Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación”. La segunda:” Inquietud, alboroto, sedición”. Y la tercera, más generalista: “Cambio rápido y profundo en cualquier cosa”. Parece que todas ellas tienen en efecto que ver con el descontento y deseos de cambios “rápidos y profundos” de mucha gente. Pero si nos fijamos vemos que en esas definiciones hay un par de elementos que deberíamos tener en cuenta. Una incluye “cambio violento”, otra incluye “alboroto”. Para mí la clave está ahí y es donde hemos de tener mucho cuidado. La línea es la violencia. Sobre todo porque el uso de la palabra revolución tan querido por posiciones políticas ultramontanas y desvencijadas por sus propios fracasos históricos, cobra nuevo vigor incluso para mucha gente que no está en esas posiciones ni ha realizado un proceso de maduración y análisis de lo que son e implican las revoluciones. Dicho de otra manera; esa palabra puede estar parasitando el discurso de muchos de nosotros que estamos en los máximos niveles de indignación pero no somos revolucionarios, sobre todo porque es difícil o improbable una revolución sin violencia y porque la revolución no significa nada sin que esté claramente delineado el lugar al que la revolución nos lleva, que en no pocas situaciones de la historia ha sido al caos o un orden aun más injusto y doloroso que aquel que la revolución derribó. Más claro todavía; los totalitarismos tienen una puerta para entrar en nuestras cabezas que se llama “revolución”.  Hay que cambiar nuestra sociedad y urge hacerlo, pero cuidando la paz como el máximo bien que podemos construir los seres humanos. Y hay que hacer ese cambio hacia nuevos lugares que hemos de ir construyendo, no hacia los lugares mil veces fallidos y catastróficos de los que dicen “revolución” y la hacen un fin en sí mismo perdiendo toda ecuanimidad y perdiendo el respeto a la violencia y la sangre o incluso, deseándola.  De modo que cuidado con la palabreja

Vallas al campo

Vallas al campo

Dice Carlos Castilla del Pino que “todo demócrata es progresista. Democracia implica perfectibilidad. Ponerle un límite es como vallar un campo”. Si es cierta esta aseveración, que parece razonable, también lo sería su envés: un reaccionario no puede ser demócrata. Y a esto añado yo que en cada conservador hay un corazoncito reaccionario. Así, para los conservadores, en mayor o menor grado, la democracia es una coyuntura a la que hay que adaptarse,  más que un anhelo.  La pérdida de la democracia para ellos sería significativa o dolorosa sobre todo en la medida en que afectara a su vida personal, a su estatus. Esto se puede comprobar en algunos personajes que vivieron a caballo entre regímenes democráticos y no democráticos.  Los políticos conservadores de regímenes democráticos, se integran en su mayoría sin más dificultad en regímenes no democráticos, los políticos progresistas mayoritariamente no quieren hacerlo, independientemente de que no les dejen. Cuando la cosa es al revés y se pasa de un régimen no democrático a uno democrático, los políticos conservadores suelen apartarse melancólicamente porque su tiempo ha pasado, independientemente de que ya no les quieran. A excepción de algunos “animales  políticos de raza” que estarán en cualquier régimen con tal de seguir montados en el carro de la gloria –el caso más notable y cercano que tenemos de éste tipo es Manuel Fraga-. De modo que los demócratas deben desconfiar siempre de los conservadores, porque están donde están y podrían también estar en la otra parte. Este tipo de comentarios suele enfadar mucho a los conservadores, que airados responden automáticamente que a ellos nadie les da lecciones de democracia. Aunque la verdad es que muchos de ellos sí han necesitado o necesitarían un repasillo. Todo esto resulta un peligro en tiempos convulsos de riesgo para la democracia. Pero también en tiempos de dificultades como las que vivimos, pues la suma de ansiedad y el miedo de los ciudadanos unido a organizaciones progresistas con un progresismo desleído y penoso, crea el caldo de cultivo ideal para el recorte de derechos y creatividad democrática  que la democracia y no otra cosa ha conquistado para los ciudadanos. Hoy las cuadrillas de la reacción están ocupando el campo con sus estacas y alambradas y la vida libre y anchurosa se va pareciendo cada día más a un encierro.

Unas cuentas rápidas

Unas cuentas rápidas

Haciendo unas cuentas rápidas con las normas de aplicación del decreto de blanqueo: a un señor que declare 1 mill euros en negro la cosa le puede costar según los casos, unos 9000 y listo (lo que le costaría a usted y a mí si nos pillaran con unos 30.000 en negro) . Con lo que deja de pagar el señor del millón se podría pagar el sueldo de una docena de inspectores fiscales durante un año. Y sólo con 10 como esos, 120 inspectores. ¿Cuánto podrían hacer aflorar ese pequeño ejército de inspectores?. ¿Y cuánto si le  incautamos directamente su dinero al gran delincuente fiscal?  Para que hagan ustedes sus cuentas, recordemos  que la cuarta parte de la economía española es economía sumergida (es decir unos 250.000 millones de euros). Repito lo mismo una vez más: hay dinero, hay muchísimo dinero, pero está donde está y lo tiene quien lo tiene. Pero ahí no hay ninguna voluntad de entrar; es más fácil sacarlo de educación, sanidad, transportes y comedores escolares, en las recetas a los jubilados, en el sueldo de los funcionarios, en la asistencia social a discapacitados, en negar planes de reconversión a la minería, en rapiñar el bolsillo de la gente con más IVA, en cagarse la investigación del país, en no pagar sueldos para prevenir incendios forestales, en entregar de chollo los hospitales (que hemos pagado entre todos) a empresas dirigidas por ex-altos cargos y parientes de políticos y de nuestra amada Bankia, y un largo etcétera de lugares que acaban siempre metiendo la mano en el bolsillo de todos nosotros, clases no ricas. Hay dinero, hay mucho dinero. Las empresas del SICAV pagan un 1% de impuestos, mientras a un autónomo que tiene una tienda y da empleo a cuatro personas, lo fríen. La cantidad de dinero que se mueve en la especulación financiera no deja al país ni unas tristes migajas. Valgan solamente esos dos ejemplos. Hay dinero y la prueba es que los millonarios cada día tienen más (y es un dinero no conseguido en una isla desierta, sino sobre la estructura de un país que pagamos entre todos).  Hay dinero, hay mucho dinero, cantidades ingentes de dinero. Que todo el desaguisado de la crisis lo estemos pagando usted y yo, los que tenemos en el mejor de los casos lo justo es un robo y una magnifica injusticia orquestada por los poderes económicos avariciosos y una clase política lacayuna y desvergonzada. Porque hay dinero, hay mucho dinero, pero está donde está, lo tiene quien lo tiene y se lo cuida quien se lo cuida.  

Efluvios

Efluvios

Muchos años atrás, siendo yo bastante joven, en un época en que ejercía como profesional liberal autónomo, hubo un momento en que necesité financiación; acudí al banco y me recibieron a cuerpo de rey,  casi desde el primer instante de la conversación me dijeron que no habría ningún problema y además de concederme lo que yo pedía, me ofrecieron otras líneas de financiación que no necesita y me invitaron a solicitar cantidades mayores para no andar con apreturas. Me mantuve en mi posición y firmamos los acuerdos pactados. Pasado algún tiempo, el mismo director del banco me llamó diciéndome que teníamos que hablar con urgencia. Sorprendido me acerqué a la oficina bancaria y casi sin saludar el señor me espetó que debía “resolver” mis cuentas porque les debía mucho dinero. Traté de explicarle que yo no les debía nada, que les había comprado dinero y que se lo estaba pagando religiosamente según lo acordado. Me habló de cosas crípticas de nuevos estudios de riesgo de la central y no sé cuántas historias que a duras penas se comprendían. Le pedí que sacara una copia de los contratos que yo había firmado y me señalara algún punto que hubiera incumplido. Todo fue inútil. Me adujo no sé qué punto de no sé que ley y que o devolvía una parte importante del dinero de inmediato o harían no sé que operación legal y me doblarían los intereses. En el final de la conversación, este señor me dijo que yo “estaba financiándome por encima de mis posiblidades”. Le dije que los límites de mis posibilidades eran el cumplimiento de mis obligaciones con ellos y las herramientas financieras que con gran entusiasmo me ofrecieron un día. Por último le pregunté que cómo se sentía, que si era feliz comportándose como un cerdo por orden de los cerdos de sus jefes.  “Resolví” al día siguiente y cancelé mis cuentas. Con el tiempo descubrí que la “porcinez” es la raíz esencial de la banca y que cuando uno trata con un banco debe taparse la nariz, da igual el que sea.  Ahora, muchos años después están pegando recortes sin cuento a mis beneficios sociales y derechos adquiridos y me dicen que es porque llevo todos estos años viviendo por encima de mis posibilidades. Esta frase, igualita que la de aquel pobre hombre director de aquel banco me trae de nuevo aquellos efluvios aromáticos. Ahora en vez de bancos son los gobiernos –valga la redundancia- los que me insultan y torean. Y les preguntaría lo mismo que le pregunté entonces a aquel tipo. 

Un mensaje en facebook

Un mensaje en facebook

Leo en Facebook el mensaje subido por una amigan joven, titulada y sin trabajo.  En él cuenta que el próximo que, ante su situación de desempleo,  le pregunte por qué no emigra, tendrá que soportar sus lágrimas o sus insultos. Y cuenta que ya se siente ella bastante mal viviendo con treinta años en casa de sus padres y que lo peor que pueden hacer esos conocidos (que reconoce bienintencionados) es hacer que se sienta una blanda por no querer emigrar (emigración, por otra parte, para la que no ha conseguido ninguna oferta relativa a su formación). Confieso que este mensaje me ha conmovido. Yo le he contestado que esos comentarios son algo así como recomendar a alguien a quien le están entrando a robar continuamente que tome la solución de abandonar su casa. Pero es que así andamos. Nos están atracando a todos y respondemos con el silencio o la palabrería bulliciosa e inconsecuente de los bares. Le están robando el futuro a nuestros jóvenes y les decimos que emigren. Sé de lo que hablo, un hijo mío se marcha fuera de España y al otro no hace mucho, en mis vanos intentos por ayudar, le insinué que se moviera para buscar trabajo fuera. De modo que el comentario de mi amiga, no sólo me ha conmovido, sino que me ha hecho pensar y sentirme mal al comprobar cómo la impotencia nos puede poner sin querer del lado de los malos. Es un gran peligro que nos amenaza constantemente y que llega a doblegarnos a veces  a algunos y a otros definitivamente, inyectando en nuestro ánimo un freno a la lucha por agotamiento. Y así, después de leer el mensaje de mi amiga he tenido momentos de cierta vergüenza y de tristeza. Y de ella he tomado nuevas energías para afirmar rotundamente mi denuncia a todo este entramado que sostiene un mundo tan injusto. A los avariciosos del dinero, a esa legión de políticos mediocres  y desvergonzados convertidos en casta social, y a nosotros mismos como ciudadanos en la parte que nos toca por sostener todo eso con nuestra indolencia y nuestra íntima aceptación del sálvese quien pueda.  Por eso le digo desde aquí a mi joven amiga que lo siento mucho. Y que la próxima vez que le aconsejen emigrar, entre las dos respuestas que apunta, que no dude, que nos diga que emigremos nosotros y le dejemos sitio. Y que nos mande a todos a la mierda.