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El Puente. León Molina

Autonomías

Autonomías

La machaconería de políticos y medios de comunicación ha llegado a convencer a mucha gente de las bondades de nuestro sistema de autonomías regionales. Yo discrepo de ello. En primer lugar, el estado de las autonomías no es una conquista democrática del pueblo, sino un modo de conseguir encuadrar, al menos de momento, a las regiones con aspiraciones independentistas dentro del marco del estado. Y como crear dos o tres regiones autónomas dentro del estado “quedaba feo”, pues café para todos. Ya me dirán ustedes la preocupación o las ganas de autonomía que podían tener los manchegos o los extremeños o los castellanos o los andaluces. En segundo lugar, estas autonomías se crean paradójicamente desde una profunda mentalidad centralista que no hace más que reproducir la idea romántica de estado en la que aun vivimos. Y así esta supuesta descentralización se hace de arriba hacia abajo. Es el estado el que crea réplicas de sí mismo y funda un montón de nuevos gobiernos con sus parlamentos, sus presidentes, etc. y se transfieren competencias que no sé para qué hay que transferir pues seguramente son las que necesitan tamaño y músculo para funcionar bien y de modo igualitario para todos, tal cual son singularmente la educación y la sanidad. Y aquellas que precisamente sí se podrían transferir de un modo mucho más beneficioso para la población como buena parte de la fiscalidad, no se transfiere, porque transferir dinero es transferir poder. Y hasta ahí podíamos llegar. Yo creería en una descentralización hecha de abajo hacia arriba. Una descentralización que partiera de la municipalidad (municipios y comarcas) que es donde vive, convive y se desarrolla la gente. Fuera las diputaciones, fuera las provincias y construcción de comarcas que se federaran y que estas federaciones no fueran más que una especie de coordinadoras, prestadores de servicios básicos por economía de escala y logística e interlocutoras con la superfederación central y poco más.  La vida del ciudadano sigue estando regida por gentes en lejanos palacios, los nuevos señoritos a los que hay que hay que ir a mendigar perras para poner farolas en el pueblo mientras ellos hacen aeropuertos vacíos y esas cosas. La descentralización democrática de la organización política y administrativa de España hoy es mentira, lo que hay en realidad es un centralismo multiplicado por dos,  un engañabobos para gente sin criterio machacada por la propaganda.

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