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El Puente. León Molina

Treinta años

Treinta años

Hace ya más de treinta años, un grupo de chavales nos reuníamos de vez en cuando en una cafetería de Albacete para hablar de poesía y leernos nuestros últimos versos grandiosos. Con apenas un puñado de lecturas creíamos que sabíamos mucho del tema. Creo que saboreábamos con cierto deleite la idea de ser de los poquísimos en esta ciudad que estábamos metidos en eso de la poesía y ser tan poquitos y conocernos nos hacía vivir algo misterioso y reconfortante también para nuestra imaginación de poco más que adolescentes. Nos turbaba el panorama poético de nuestro tiempo en nuestra ciudad dominado por vates de vuelo rasante todavía con la cosa de la espiga, el serón, el molino y el terruño. Recuerdo que por curiosidad fuimos a una conferencia de uno de estos poetas sobre Juan Ramón Jiménez y en la que no pudimos contener la risa cuando después de un largo silencio ceremonioso el conferenciante se arrancó diciendo “Juan Ramón…Juan Ramón, señores, es un poeta como lacopaunpino”. Nosotros íbamos a arreglar esa tristeza de una ciudad sin poesía. Baudelaire y Vallejo se iban a quedar en mantillas. Luego la vida nos separó durante bastante años y cada uno de nosotros como es lógico tomó su camino. Alguno de aquellos poetas acabó siendo una celebridad, pero no por la poesía, sino por otras actividades. Los demás hemos llevado vidas más o menos normales, más o menos vulgares y no sé si hemos cambiado algo en la poesía de esta ciudad, que creo que no o que poco, a pesar de que algunos de aquél grupo han acabado con los años por escribir realmente muy bien. Lo cierto es que todos hemos seguido leyendo y escribiendo poesía de manera continuada durante toda nuestra vida. Algunos ahora, con la serenidad que aportan los años, vamos comprendiendo que estamos triunfando de una manera rotunda. No por haber obtenido gloria o fama –que sinceramente era lo que queríamos de chavales – sino precisamente porque con las actividades y trabajos de cada uno, hemos hecho de la poesía una compañera inseparable de nuestras vidas. No hay ningún sitio a donde llegar y por eso nuestro triunfo es el largo, venturoso y magnífico. Era hermoso no saber esto entonces. Es hermoso saberlo ahora.

3 comentarios

Pérez de la Hoyica -

Qué idea tan entrañable

puli -

Hermoso artículo. Con reflexiones sagaces e indulgentes como esta da gusto hacerse viejo.

arturo -

Te dio tiempo y es a la vez sencillo y profundo. Enhorabuena.