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El Puente. León Molina

Reflexión y gazpachos

Reflexión y gazpachos

Escribo estas líneas el sábado 19, día de reflexión. Confieso que he desobedecido y no he reflexionado hoy ni un pelín; me he marchado a comerme unos gazpachos fabulosos con unos amigos en medio de la llanura manchega que en esta época del año se viste de  unos colores emocionantes. La luz turbia del otoño convierte los viñedos infinitos en una acuarela cuya belleza limpia y serena el ánimo. Mis amigos son gente grata, tranquila, risueña, cálida y además de su buena mano para los gazpachos, me dejan fumar en la mesa. Todo ha estado muy bien. Durante todo el día he conseguido no pensar en la política de nuestro país,  he conseguido olvidar el fuego graneado de estupideces, mentiras, exageraciones, deslealtades, cinismos y sinvergüencerías que caía a mi alrededor lanzado por los partidos desde sus nido de cuco de ametralladoras. He seguido la campaña hasta donde mi lastimado estómago me ha permitido y hasta donde me ha permitido mi autoestima, pues los disparos de los candidatos me han convencido de que todos ellos me consideran un imbécil. Me interesa mucho la política. Creo que sólo un tonto puede decir que no le interesa la política. Precisamente por eso la política en estos tiempos me tiene asqueado; porque  una clase política mediocre y medrante, más unos poderes económicos criminales que se aprovechan  de ello y mangonean la democracia, más una ciudadanía muda y mansa han cubierto la política de una gruesa capa de maloliente basura. No conozco los resultados de las elecciones que ya se habrán producido cuando ustedes lean esto. Sólo sé que cualquiera que sean perpetuarán el mal olor. Porque a mi entender ni siquiera la crisis económica que padecemos es un problema tan grave como el deterioro que vive nuestra democracia, nuestra esencia política ciudadana. Sólo deseo que las desdichas y catástrofes a lo que ello puede conducir no llegue a materializarse porque el sufrimiento sería muy grande.  De modo que para recordar que soy, a pesar de todo, un ciudadano libre y digno me he clavado hoy unos suculentos gazpachos en amistad rodeado por la vibrante naturaleza otoñal de La Mancha. Y mañana será otro día. Iré a votar, desde luego. Ya tengo preparada la pinza para la nariz.

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