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El Puente. León Molina

Ecologista radical

Ecologista radical

Puede que después del entierro de Dios, la agonía de la naturaleza sea el acontecimiento más trascendental al que tenga que enfrentarse el ser humano. Con la diferencia de que la idea de Dios, con perdón de Santo Tomás, es una construcción intelectual y de la naturaleza somos extensión y parte constitutiva. Esa parte de nosotros está gravemente enferma y amenazada de colapso. Un colapso que provocamos nosotros precisamente como especie. Resulta extraño entonces comprobar la gran cantidad de personas a las que esta situación no conmueve o incluso niegan interesadamente. No hace mucho, por ejemplo,  un directivo de la fundación FAES dijo para apoyar las dudas manifestadas por Aznar acerca de la veracidad del calentamiento global, que no podemos vivir bajo los dictados de los integristas ecologistas. La moda de las palabras. Ahora “integrista” se arroja sobre cualquiera que mantiene una posición radical que no coincide con la propia. Se trata así intenta de anular su razón. “Radical” también es una palabra de moda. Pretenden que un radical es algo así como un bruto que no atiende a razones. Habría que recordar sin embargo que nuestro conocimiento es radical, que no tenemos otra forma de conocer que radicalmente. La lógica que rige el pensamiento es radical, la ciencia que nos ayuda a conocer el mundo es radical y la ética que conduce nuestra libertad es radical. De modo que yo afirmo radicalmente que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo, afirmo radicalmente que  si suelto un objeto de mi mano caerá al suelo y afirmo radicalmente que pegarle un puñetazo a alguien sin motivo está mal y no debe hacerse. Si recordamos además que la palabra “radical” proviene de “raíz” debería llevar al respeto por la voluntad de  rigor en el enfrentamiento de las ideas. De modo que al estar preocupado por el estado de la naturaleza puedo considerarme un ecologista. Y por tratar de informarme con todo el rigor de que soy capaz y mantener mis posturas con firmeza puedo considerarme también un radical. Pero desde luego no soy un integrista, porque estoy abierto a la discusión y al aprendizaje. Creo por el contrario que ese adjetivo les cuadra más a aquellos que han hecho del desarrollo y el beneficio su nuevo Dios y en su nombre atentan contra la naturaleza y contra la sensibilidad de aquellos que están preocupados por el indudable cambio climático, por la deforestación planetaria, por la desaparición galopante de biodiversidad, por la contaminación masiva y la destrucción universal del  paisaje. Sus palabras son bombas abandonadas en un maletín de estupidez.

1 comentario

Chobal -

Entre esto y la reunión del fin de semana, he cargado las pilas para un lustro.
Duro y a la encía