Blogia
El Puente. León Molina

Desbandadas

Desbandadas

Ayer fue domingo borde. Media España estuvo desplazándose para regresar a sus lugares de origen. Las plazas de turismo rural estaban vendidas al cien por cien hace más de tres meses. Durante la semana pasada era poco menos que imposible encontrar un billete de tren o autobús. Las carreteras se han llenado a reventar y las operaciones salida y regreso a las grandes ciudades generaron los atascos de siempre. En suma, cuando tenemos un fin de semana más largo de lo normal, o en general en cualquier ocasión mínima que se nos presente, huimos en desbandada fuera de nuestras ciudades. Todo esto, ¿qué nos indica?. Hago la pregunta a la gente de mi entorno y los bien pensados, los positivos, me dicen que es un signo de que vivimos bien –a pesar de la crisis- y que a la menor oportunidad nos damos el gusto de viajar y pasar unos días fuera de nuestro entorno habitual. Claro que yo insisto y digo que esa es precisamente la pregunta, ¿porqué para descansar y sentirnos bien nuestro impulso es el de irnos fuera de donde vivimos habitualmente, aun a costa de embotellamientos y penalidades?.  De modo que ya iban viendo que llevaba liebre y me pidieron que desembuchara ya. Les dije entonces que mi sospecha es que hay algo en el fondo de nosotros que rechaza el modo de vida actual en las ciudades. Algo muy profundo que sigue extrañando a nuestra naturaleza animal –que algo de ella quedará- y nos hace añorar los espacios abiertos, los efectos directos del clima sobre nuestra piel, los olores del campo, del mar, las luces del atardecer contempladas sin el estorbo de las colmenas donde vivimos, el simple hecho de caminar.  Si esto fuera así, no explica los viajes de toda la gente que no se va al campo, me dicen, sino a otras ciudades bien por conocerlas o bien para pasar algún tiempo con otras personas queridas. Considero entonces que esas pulsiones son también movimientos de animales en su jaula. O me han hecho polvo el planteamiento. No sé.

0 comentarios