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El Puente. León Molina

La mula

La mula

El señor Ibarretxe ha salido de la presidencia dando coces en la puerta, mostrando así una vez más una terquedad y falta de inteligencia pareja a la de una mula. Algún tiempo antes de eso se había llevado por delante a Imaz que quiso apartar al PNV del tostón soberanista que, como ha quedado demostrado, no es mayoritario en el País Vasco como él daba por sentado. Pero es que Ibarretxe tenía su caminito que le hacía dar vueltas con anteojeras alrededor del pozo ideológico sobre el que giraba en un círculo absurdo. Su discurso en la Cámara vasca no fue el de un candidato, sino el de un  perdedor rencoroso y con muy mal estilo. Porque no ha reconocido en ningún momento que ha perdido, queriendo desconocer que en política existen los pactos, aunque él mismo los haya utilizado continuamente. Claro que si pacto yo eso está bien, pero si pactan los otros, es un robo. Llegó a decir burradas, por seguir con el símil equino, tales como que el pacto entre PP y PSOE tenía como finalidad acabar con la identidad del pueblo vasco. De sus palabras se puede colegir todo su pensamiento; da por supuesto que existe una identidad vasca que no participa de la identidad española como si fueran groenlandeses o mongoles, que lo que esa identidad es sólo lo saben los nacionalistas y que sólo ellos pueden dar a los vascos lo que necesitan y merecen aunque muchos de esos vascos sean pobres tontos equivocados. Da igual que esos tontos sean mayoría y le hayan dejado fuera del trono y hayan llevado a su partido al banquillo por creídos, chuletas y chupones. Probablemente con la coalición PP-PSOE no quepa exactamente la alegría, el júbilo y la confianza, pero sí que cabe alegrarse de que el PNV descanse un ratejo, que nos tenía a todos la cabeza como bombo. El PNV tendrá que realizar la amarga travesía del desierto que supone para un partido acostumbrado a gobernar pasar a la oposición. Ellos, tan preocupados con los árboles genealógicos, han estado corriendo a lomos no de un pura sangre, sino de una mula vieja terca y resabiada. Sería bueno para todos que aprendieran de esta lección. Y que dejen de marearnos dando vueltas alrededor del mismo pozo estéril.

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