Harina de otro costal
Un ejemplo claro de hasta qué punto pueden los políticos hacer las lecturas que les dé la gana de los resultados de cualquier elección retorciendo las cosas hasta la risa o la indignación, la acabamos de tener con el presidente valenciano Camps y sus muchachos. Resulta que el señor Camps vuelve al ataque con esa majadería, estupidez y atropello demagógico de impartir las clases de Educación para la ciudadanía en inglés y, según su consejero de edcuación, señor Font, lo hace con la legitimación de que “esa es la política que ha votado el pueblo valenciano”, refiriéndose a la clara victoria del PP valenciano en las elecciones europeas. De modo que según estos señores, cuando un señor de Burriana depositó su papeleta en las pasadas elecciones, no estaba diciendo que quería que un señor del PP le representara en el Parlamento Europeo, sino que lo que en verdad quería decir es que quería que su hijo recibiera las clases de Educación para la ciudadanía en inglés. O lo que es lo mismo, gano unas elecciones, las que sean, y carta blanca, tengo apoyo universal e incondicionado para todo, por muy lejos que esté lo que haga de aquello que so votó en esa elección. Tienen un morro que se lo pisan. Todos. Si tuvimos una campaña bochornosa por sucia, desenfocada de su fin y porque más que nunca nos quisieron tratar como imbéciles, la interpretación posterior de los resultados no lo ha sido menos. El PSOE no ha sido capaz ni una sola vez de decir “hemos perdido y tendremos que mejorar nuestro trabajo en Europa o cambiar nuestras propuestas” y punto. El PP saca como conclusión que Zapatero debe dimitir como si fueran unas elecciones generales españolas. Y sin embargo, cosas ciertas, puros números, no lo comenta nadie, a saber, por ejemplo, que el cómputo general europeo, todos pierden, todos han perdido votos y sólo han subido, y con fuerza, los verdes que se han alimentado sobre todo de las izquierdas y sobre todo los grupúsculos de inventos más o menos raros, los outsiders que vienen de izquierda y derecha y más allá todavía las grandes masas abstencionistas. De estas cosas deberían hablar después de las elecciones, si es que a los políticos todavía les interesara la política, que eso es harina de otro costal.
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