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El Puente. León Molina

Coger bronca

Coger bronca

Me dice mi hermana que mis artículos son pesimistas, que siempre hablan de cosas negativas, que tienen mucha bronca, como dicen los argentinos. Dice que me fije bien, que en nuestro mundo hay muchas cosas positivas, que el progreso nos ha traído también mucho con lo que sentirnos felices. De modo que tomo en serio sus palabras y analizo. Lo primero que me sorprende es eso del pesimismo o la bronca. No es ese mi ánimo. Cada vez que me siento molesto por algo, es por algo que me parece digno de interés, asuntos sobre los que creo que merece la pena luchar, opinar, tomar partido. Sólo un imbécil comenta o critica aquello que no vale nada. De modo que opinar sobre cualquier asunto supone que se le considera lo suficientemente importante para dedicarle tiempo y reflexión. O dicho de otro modo, se habla de aquello que se estima y que se considera amenazado. Es, al fin, una actitud positiva. Por otra parte, considero que el progreso no es bueno ni malo en sí mismo, es parte de la aventura loca que vive nuestra especie en el mundo. Y si es cierto que hoy en los países desarrollados hay situaciones aparentemente beneficiosas para todos nosotros (confort, salud, mayor respeto por la autonomía y dignidad personales, etc), eso no nos puede hacer olvidar que el resto del mundo (el resto de nuestra especie) ni se lo huele y que además de los beneficios que obtenemos del desarrollo recibimos de él grandes daños y que muchas veces esos daños están ocultos en el mismo interior de los beneficios. Esa ocultación de lo malo dentro del frasco de lo bueno, tiene su dimensión más sonora y más difícil de detectar en el aspecto moral, de modo que hay poco que analizar en el hecho de que un bestia le pegue un tortazo gratuito a alguien, pero sí que hay mucho que desentrañar y denunciar en el discurso de un político que nos promete por su intercesión todo el bien y puede hasta creérselo, pero nos atiza con su incompetencia en el mejor de los casos. Sólo cogemos bronca los optimistas, hermana querida, los que pensamos que la razón todavía sirve para algo.

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