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El Puente. León Molina

Voto a bríos, una katana

Voto a bríos, una katana

Vi un día un capítulo casi entero de la serie Águila Roja que emite TVE arrasando en su banda horaria. Además de esto, aunque veo poca tele, deben poner anuncios de esta serie a todas horas porque recuerdo haber visto montones de ellos. De modo que no conozco la trama ni muchos detalles de la serie, pero desde luego me ha sorprendido lo que he visto. Lo primero que me ha sorprendido es la espada del justiciero “tapado” tipo El Zorro o así. Resulta que la espada que manja este personaje del siglo de oro español es un pedazo de katana japonesa. Vemos que digo yo que eso es una katana.  No sé si en el transcurrir de los episodios la trama ha explicado cómo ha llegado a manos de este tío una espada japonesa en una época en que las compras por Internet no funcionaban del todo bien. Pero de entradas, flipo. Pero no queda ahí la cosa porque he visto imágenes donde las peleas tienen bastantes ingredientes de técnicas y estética de lucha japonesa, o más bien de las películas de género de luchadores japoneses, porque los luchadores japoneses, volar un largo rato a cámara lenta, para mí que no, más que en las películas.

Puede que la cosa venga de la película Kill Bill de Tarantino (esa en que una rubia voladora, con morritos y cara de yo no digo ná pero algo digo corta veintisiete brazos por minuto a un montón de japonesorris gilipollas uniformados de traje negro que se ponen en fila porque se han dado cuenta de que les sobra un brazo o incluso un pescuezo).  El caso es que la imagen de un caballero español del XVII  que llega volando y dando patadas en la ceja, mientras saca una katana y para aprovechar el vuelo le rebana el pescuezo a un malo pasmado, la verdad es que resulta sorprendente.  Supongo que por esa sorpresa le vendrá buena parte del éxito a la serie. Porque somos ya una sociedad completamente visual y visualmente saturada, de modo que deseamos innovación visual  a costa de lo que sea. Pues vale. Seguro que todos nuestros chicos la ven y disfrutan con ella. Leer a Quevedo o a Lope, saborear los cuadros de Velázquez, conocer algo de la vida de aquel tiempo, no sé yo. Pero ver al guaperas volador de la katana, eso va a ser que sí.

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