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El Puente. León Molina

EL ENEMIGO EN CASA

 

 

 

 

 

 

 

 

Los ingleses han quedado estupefactos al conocer que los terroristas que colocaron las bombas en King´s Cross, aun siendo de origen árabe, eran en realidad ciudadanos británicos, nacidos y criados en el Reino Unido. Puedo comprender su asombro, pero no lo comparto. A mí esa circunstancia no me parece tan extraña, ni aumenta mi sobrecogimiento ni mi aversión ni mi percepción de la falta de sentido por este y cualquier otro atentado terrorista. Ese “plus” de terror que para los británicos añade el hecho de que los terroristas sean sus compatriotas, puede venir de la consideración previa de que el terror tiene un carácter islámico, es decir, foráneo, que proviene de lo extranjero, lo extraño, por el propio hecho de serlo. Además, los mejor intencionados añaden consideraciones geopolíticas y sociales por las que supuestamente llegan a comprender las causas de que una parte de determinadas sociedades se lancen a desesperadas guerras terroristas (la pobreza, la falta de libertad, la desigualdad, las presiones injustas del mundo rico a las sociedades y economías del tercer mundo, la chulería del imperio, etc.).Y aunque no niegue que todas esas circunstancias puedan efectivamente operar en el surgimiento de movimientos terroristas, no creo que sea la definitiva. La razón que abre la puerta al terrorismo es el fanatismo. Y he cuidado la elección de la palabra. La RAE define fanático como “que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento, creencias u opiniones religiosas// preocupado o entusiasmado ciegamente por una cosa”.La actitud contraria por tanto es la de entendimiento, diálogo, comprensión. En definitiva el uso de la razón por encima de cualquier creencia. Siendo esto así, las religiones(todas), por su propia naturaleza de sistemas explicativos de la realidad que operan al margen de la razón, resultan el más eficaz caldo de cultivo de actitudes que no necesitan dar cuenta de sus fundamentos lógicos y, yendo un paso más allá, a la violencia. Toda la historia de la humanidad podría ser contada pasando de un terrorismo religioso al otro. Si ampliamos un poco el concepto “religioso”, pues este se aplica con frecuencia a entidades en principio no sagradas como la patria o la raza (véase ETA o en general los nacionalismos), nos encontramos la explicación de la práctica totalidad de los terrorismos y violencias que han existido. Los ingleses están consternados al descubrir que el enemigo está en casa. Pero ésa es la auténtica verdad. El enemigo está en esa gran casa nuestra del mundo y se llama fanatismo. La pelea es doméstica. Y es de todos.

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