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El Puente. León Molina

Vernaculeces

Vernaculeces La Plataforma para los Derechos Lingüísticos y Culturales de los Usuarios de la Lengua de Signos – la utilizada por los sordos-  Catalana  con el apoyo de partidos políticos, ha solicitado que se respeten las particularidades de la lengua de signos catalana en la próxima ley de signos que prepara el gobierno. Dicen los solicitantes que si no se hace así, la lengua catalana de signos desaparecerá. La lectura de esta noticia me ha proporcionado una doble oportunidad de combatir mi ignorancia. Por un lado he descubierto que el gobierno en efecto prepara la mencionada ley, y por otro, he descubierto que existe una lengua de signos en catalán. Esto me hace suponer también que debe existir una lengua de signos en vascuence, en gallego y vaya usted a saber si también en aragonés, andaluz, manchego, etc. Sin duda es algo curioso. Siempre me había llamado la atención el lenguaje de signos usados por los sordos y me admiraba el invento tan funcional y eficaz. Veía en esa lengua algo así como un esperanto específico para los sordos y sus familias que es capaz de derribar la alta barrera que se oponía a la comunicación fluída en este colectivo interna y externamente. Creía que esta lengua era un logro humano, como los mejores logros de los hombres, universal. Pero se ve que no es exactamente así. Pienso en un esperanto lleno de respeto hacia particularidades lingüísticas locales, de modo que existiera un modo en español, otro en francés, en catalán, etc. Cada grupo de usuarios de los esperantos locales defendería el suyo particular para que no desapareciera frente al esperanto universal. De modo que tendríamos que inventar un esperanto de esperantos y volver a empezar en una rueda hasta el infinito o, una vez conseguido el objetivo de habladores de esperantos locales analfabetos en el esperanto universal, invertir enormes energías y cantidades de dinero en poner traductores del esperanto al esperanto en medios de comunicación, educación, etc. En este caso, además de la pasta gansa, habríamos perdido, creo yo, la gracia del invento. Pero la cosa de la sagrada cultura vernácula, oral o de signos,  tiene estas cosas. Sin duda tenemos que estar en guardia frente al colonialismo salvaje del español sobre los españoles y luchar contra el esperanto que ya está demasiado extendido y que se llama inglés. Y sucede también que yo ya entiendo muy bien al sordo de mi pueblo cuando me manda a la mierda en lenguaje de signos serranoalbaceteño, el cual, no tengo dudas, respetará también escrupulosamente la ley.

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