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El Puente. León Molina

Bocachancla

Bocachancla ¡Bocachancla!. ¡Es usted un bocachancla!. Qué plástica expresión. Qué rotundo remate de discusión de parlamentarios. Eso fue lo que le dijo el otro día el Sr. Aguirre (PNV) al Sr. Urquijo (PP) después de que éste dijera de aquél que es un recaudador de impuestos revolucionarios. Seguramente es adecuado que los políticos tengan vedado el uso del insulto al contrario, pero debe ser para ellos un auténtico calvario someterse a tal disciplina. Porque, ¿qué sería de nosotros si tuviéramos que coser nuestra boca para no soltar alguna palabra gruesa de vez en cuando?. El insulto es algo así como la salsa del pensamiento, los signos de puntuación de un debate jugoso y la válvula de la que se suelta la presión con la que se podría llegar los golpes.. Por los políticos son tan aburridos; no dicen ni jolines ni ahí te pudras. Hay formas ingeniosas y refinadas y otras groseras, rotundas y hermosas. Entre las primeras se encuentra la muy repetida que la leyenda atribuye a Cela. El escritor dijo de alguien que era un idiota. Cuando se le dijo que no insultara, el nobel dijo que  él no había hecho tal cosa y que llamar idiota al aludido no era un insulto, sino un diagnóstico. En un grado aún mayor de refinamiento se situó Churchill en una ocasión en que le tocó de compañera de mesa una señora pesada que se pasó toda la cena criticándole y echándole en cara comportamientos y actuaciones. La señora quiso redondear sus ataques con una imagen que el político cazó al vuelo. “Señor Churchill, le diré finalmente que si yo estuviera casada con usted,  sin duda le envenenaría el té”, a lo que éste respondió: “en tal situación, señora mía, yo no dudaría un instante en bebérmelo”. Eso está muy bien. Pero no todos somos Churchill. El resto de los mortales seguramente nos sentiríamos mejor diciéndole a la impertinente: “Señora, me tiene usted hasta los mismísimos huevos, y si ha pensado usted alguna vez en irse a tomar por culo, éste es un buen momento porque yo hasta le pago el taxi”. ¿Qué sería de nosotros si no pudiéramos decirle a alguien que es un capullo?, ¿Cómo nos podríamos entender a veces hablando de un tercero si no pudiéramos decir que es un gilipollas integral?. Díganme una palabra mejor para describir a un coñazo que la palabra coñazo. Y cuando topamos con un hijoputa, ¿qué expresión podríamos encontrar tan certera como “menudo pedazo de hijoputa”?. Son palabras esenciales para la propiedad expresiva y  la salud mental. Y si no las usamos nos podemos todos quedar convertidos en unos bocachanclas.

3 comentarios

Cantabro en Canada -

En Cantabria y en montanyes se usa muy abundantemente la expresion, jeje

eg0mania -

Es una palabra muy bilbaina, bueno mas costera. Bocachancla es al que se le va la fuerza por la boca. El lexicon bilbaino es de aupa! jajaja

el Roldán -

Es usted un bocachancla.

Conocí esta palabra al verla escrita en un crucigrama de grafiti en Zaragoza. Una forma, al menos, curiosa. Tenga usted un bien día, bocachancla.