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El Puente. León Molina

Sí, pero no

Sí, pero no En la llamada Ley del Libro, el elemento que  posiblemente tenga más repercusión popular y suscite más comentarios es el  precio de los libros y su carácter fijo o no. A este respecto la ley apuesta porque el precio sea fijo, excepto para los libros de texto. De este modo el gobierno se queda a medio. Respecto al precio fijo para los libros, sólo decir que es el uso más frecuente en los países de nuestro entorno que han comprendido su naturaleza sociocultural y no sólo económica. Respecto a los libros de texto, lo de los descuentos era un dislate y debía ser corregido, pero con esta propuesta se quedan a medio camino. El argumento que ofrecen es que la liberalización del precio del libro de texto (que ha de consumirse por fuerza) provocará una bajada de los mismos por obra de la competencia y redundará en beneficio de la economía familiar. Parece convincente. Pero lo que no se tiene en cuenta es que buena parte de las librerías tradicionales subsisten gracias al  libro de texto y no podrán desde luego competir con los hiper y grandes almacenes. Desde una lógica pura de mercado, sin problemas; el que no sea capaz de mantener su negocio, que cierre el kiosco y se dedique a otra cosa.  Pero esto es bastante más discutible desde una concepción de la cultura no mercantilista, sino como bien social que es necesario proteger. Y el librero juega aquí un papel primordial. Si no existieran los libreros, los lugares para comprar libros serían enormes almacenes de best sellers donde no quedaría lugar para los libros de poca rotación, imprescindibles para la difusión y creación cultural. Y  nos entenderíamos con un operario que no conoce nada más allá del código de barras y no con un profesional que sabe de libros y nos puede ayudar  - podría contar un puñado de anécdotas  de profesionalidad, sin ir más lejos, de la librería que visito desde hace más de treinta años-. ¿Quién nos asegura que una vez borrados del mapa los libreros, los pocos y poderosos minoristas que queden no decidan juntos subir los precios?. ¿Porqué no puede fijarse un precio fijo y justo y dejarnos de especulaciones?.  Dice la ministra del ramo que es una medida provisional hasta alcanzar la gratuidad total del libro de texto, idea puesta en marcha en Castilla-La Mancha por el populismo de Bono. La gratuidad del libro de texto es injusta. Libros gratis para quien lo necesite, sí. Para el resto, ¿por qué?. Son recursos que se pueden invertir en otras mejoras del sistema educativo. Gobierno atrevido en unos casos. Tibio y blando en otros. Es lo que hay.

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