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El Puente. León Molina

Homo sapiens

Homo sapiens El homo sapiens habita la Tierra desde hace unos doscientos mil años en que se desarolló en Africa. Pero la historia es mucho más antigua. El homo se desarrolló hace dos millones y medio de años en ese mismo continente como pariente evolutivo directamente emparentado con los simios. Durante esos más de dos millones de años, se desarrollaron distintos tipos de homínidos, algunos de las cuales ya habían desaparecido cuando comenzó la aventura del homo sapiens (como se demuestra en Atapuerca) y algunos de ellos incluso convivieron con éste. Aunque la expresión más exacta no sería la de que convivieron sino la de que compitieron. Existen pruebas científicas que manifiestan claramente la coetaneidad de homo sapiens con neandertales y con otros homo presumiblemente no menos inteligentes que éste. Y por supuesto con varios tipos de hominoides porque hace “sólo” seis millones de años que orangutanes y bonobos se separaron de la familia común cuando algunos de ellos se pusieron de pié y consecuentemente comenzaron a usar la mano, por lo que compartimos una larguísima historia común en la tierra y un noventa y ocho por ciento de material genético. El poderoso nuevo homo sapiens se convirtió en una perfecta máquina de competir, en un ser más eficaz que ningún otro en conseguir comida y  territorio acorralando a los demás animales a veces hasta la extinción. Y  lo hacía con cualquiera que su pusiera en su camino aunque fueran sus parientes (por si queda alguna duda, somos igual de homínidos que chimpancés y gorilas, igual de homos que un australopythecus e igual de sapiens que los neanderthales). A buena parte de ellos ya los hemos extinguido, con los demás estamos en ello, pero creo que nos queda poco para conseguirlo. Pero no contentos con ello, hemos batallado sin descanso incluso con nosotros mismos, homo sapiens contra homo sapiens. Desde luego es imposible saber como terminará la historia, pero la situación en que viven los humanos de los países más pobres del globo reúne todas características del comienzo de una extinción masiva. Y hay razones también fundadas para pensar lo mismo –por razones muy distitntas- acerca de los humanos del mundo desarrollado. Sólo que en este caso la variante sería muy novedosa: una autoextinción. Este sería el auténtico broche de oro del paso de los brillantes humanos por el planeta. Pero no importa, siempre nos quedarán las bacterias para empezar de nuevo; los nuevos teocon deben ir pensando en llevarse a Dios más lejos.

1 comentario

ana -

esta muy bien pero necesita mas carcteristicas