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El Puente. León Molina

Preguntas

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Los dirigentes del PP y en especial Acebes mintieron en vísperas de las últimas elecciones generales. Está probado. Entonces, ¿por qué se aferran a la mentira, cuando esta no hará más que aumentar sus proporciones?. No lo entiendo. ¿Acaso es que a estas alturas ya no tienen marcha atrás posible y temen perder el favor no sólo de los tibios e indecisos, sino también de su círculo más furibundo de fieles?. No lo sé. Ya digo que no les entiendo. Debe ser un efecto del poder o de la ambición de poder. Le pasó también a Felipe, que negaba tajantemente con esa cara suya tan convincente mientras sus dirigentes iban desfilando hacia la cárcel. ¿Cuándo veremos a un líder político presentarse al pueblo diciendo “los hechos demuestran que estaba equivocado, ofrezco mis disculpas y, dada la trascendencia del tema, presento mi dimisión”?. Les ha dado risa sólo de leerlo, ¿verdad?. ¿Es que no se dan cuenta de que en democracia el poder siempre se pierde?. Antes o después, pero siempre se pierde. ¿Y si no se dan cuenta de esto, no se dan cuenta que existe la otra cara de la moneda?. En una democracia como la nuestra, con un bipartidismo de facto, el poder siempre se acaba por reconquistar. Antes o después, pero siempre se reconquista. ¿Por qué tanta ansiedad, tanta prisa?, ¿Llevan razón aquellos que comparan el uso del poder con el placer sexual?. ¿Mienten como mentimos a un hombre o mujer porque tenemos el apretón de la urgencia sexual y tenemos que satisfacerla a toda costa o nos ponemos malitos y tontucios?. Es un lugar común que el poder pervierte a los humanos y los corrompe, pero ¿también los idiotiza?. Me temo que el poder (y por tanto su búsqueda) sí que idiotizan un poco. Es como el deportista al que la obsesión por el triunfo y sus subsecuentes halagos y celebraciones ya no le deja pensar y abandona hasta la observancia de las normas y en vez de disfrutar y hacer disfrutar jugando pasa un mal rato cabreado y con los ojos inyectados de sangre en medio de la fatiga y el sudor. De modo que se ponen un poco idiotas y ya no juegan al juego de la política, sino a otra cosa más sucia, más fea, más chabacana y vergonzosa. Y se van a los fondos del gol a buscar la furia de los hooligans descerebrados. Y nosotros que contemplamos el partido, ¿cuál es nuestra respuesta como espectadores-ciudadanos?. ¿Nos limitamos a pagar la entrada en el espectáculo –léase votar- y si nos salvamos de los efluvios idiotizantes nos marchamos a casa cabizbajos con la sensación de haber perdido la tarde y el dinero?... Preguntas.

2 comentarios

Anacleto -

Si lo reconoces tú ya habría uno.

Sebastián Mondéjar -

Los políticos se creen solventes por los votos que reciben, y sean estos muchos o pocos se agarran a ellos como a un clavo ardiendo. Pero la solvencia no la dan las urnas. Las urnas ponen la oportunidad. La solvencia la da la responsabilidad hacia lo común. En ese sentido, más que en unos idiotas, los políticos se convierten, por regla general, en unos irresponsables. Por otra parte, un idiota que reconociera su idiotez habría dado un gran primer paso para dejar de serlo. Pero... ¿hay idiotas que reconozcan su idiotez?