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El Puente. León Molina

Consumidores de ruido

Consumidores de ruido

El gran poeta romántico alemán Heinrich Heine dijo que “los sabios emiten ideas nuevas; los necios las expanden”. O dicho de otro modo, la mayor parte de lo que oímos es ruido. En teoría, una sociedad con abundancia de comunicación e información es una sociedad más formada, más libre, más sabia. Puede que así sea, pero como dijo el clásico latino “todo tiene sus límites”. Y yo creo que hemos excedido el límite de lo adecuado o necesario en cuanto a la comunicación. En lo que respecta a los medios de comunicación, por ejemplo, estoy convencido de que existen muchísimos más de los necesarios. La causa puede encontrarse en que los medios distan mucho de tener precisamente entre sus objetivos primordiales informar, dado que son antes que nada empresas, grandes corporaciones, supeditadas al primer deber sacrosanto de obtener beneficio. Unido esto a la instrumentalización política de la información, nos enfrentamos a tal cantidad de información “de consumo”, vacua, machacona y tendenciosa que resulta realmente abrumador. De vez en cuando me receto a mí mismo una cura de desintoxicación y me paso una buena temporada sin leer, escuchar o ver información en los medios, hasta que mi cerebro va recobrando tono con el silencio.  Pero no son los medios los únicos emisores abusivos de supuesta información. Cualquier grupo humano de la clase que sea, después de nombrar a un jefe (algo que nos encanta), nombra a su responsable de prensa, o si no lo permite el presupuesto, al pringaíllo que irá de aquí para allá predicando sus magníficas buenas nuevas. Y para rematar la situación, estamos todos los demás. Los ciudadanos verborrágicos que no nos callamos ni debajo del agua. Y,  todavía, no sería tan negativo el tema si “expandiéramos las ideas emitidas por los sabios”, porque  al contrario, nos regodeamos con especial fruición en la repetición de memeces de memos que la vulgaridad hace pasar por sabios. Porque en realidad lo que dicen los sabios, suele parecernos “rollos”. En definitiva, vale decir lo que sea, el caso es no callar, cualquier cosa menos la reflexión, el rigor, el análisis y el reconocimiento del desconocimiento. Nuestro modelo económico social nos va moldeando y somos cada vez más perfectos consumidores de todo lo que suene, sobre todo si nos llega como mercancía bien empaquetada en tópicos y lugares comunes. De modo que vengo a ser más el ruido que compro, que el silencio que fabrico en el taller artesano de mi recogimiento. elpuente.blogia.com

1 comentario

Gatopardo -

La mayor intimidad entre dos personas se da cuando permanecen en silencio.
Sólo los extraños necesitamos comunicar lo que pensamos.
Saludos