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El Puente. León Molina

El articulista

El articulista Es aquí donde hemos llegado. Sea donde sea que hayamos llegado, es aquí y ahora.  Cada lugar y cada momento es un momento cero donde todo ha concluido y todo comienza de nuevo. La cadena de acontecimientos que ha dibujado nuestro paso por el mundo y que funda en nosotros la ilusión de un proyecto, de un futuro, son una ilusión que a cada momento borra la única y cruel realidad del presente. Sólo existe el presente  y ante tal vacío, nuestros afanes son como paletadas que tratan de llenar el silencio. Esto es metafísica, pero es de lo que estamos hechos. Es metafísica y con toda probabilidad un artículo periodístico no es el lugar más apropiado para hablar de estas cosas. El autor de artículos periodísticos debe saber que este género posee sus características propias que deben observarse. Una de ellas es que los artículos no son lugar para metafísicas. Pero el que escribe artículos es también carne del tiempo, de su tiempo privado, y el presente puede ser para él a veces una gran pregunta metafísica que lo imposibilita para instalarse en el terreno de las cosas que pasan, que son la materia propia de los artículos en los periódicos.  A veces luchar es imposible. Los acontecimientos de la vida privada, una muerte cercana en este caso –la más cercana-, borran el mundo de un plumazo. Los dedos se posan sobre el teclado sin voluntad y sin ideas. Golpean las teclas mientras el cerebro en duelo se ocupa de otras cosas. Aparecerá esta columna como siempre el martes por un extraño sortilegio, quizás entonces la lea y vea entonces lo que dice. No es muy profesional, pero es humano y vosotros lectores, ya vais siendo como de la familia. Tenía apuntadas por ahí cosas; la inadmisible actitud de la Conferencia Episcopal ante la asignatura de Educación para la Ciudadanía, la gente que se echa a las terrazas de verano de un modo parecido a como se produce el reventón del Mundo en Los Chorros, empujadas por lejanas fuerzas, el regreso a sus países de los simpáticos e inteligentes chicos de las becas Erasmus... En fin, ideas para hablar de las cosas que pasan. Pero el tiempo se ha detenido, el presente se ha empozado en mi alma como diría César Vallejo y la metafísica borra de mi mente los acontecimientos como asuntos menores carentes de interés. Y así, estoy incumpliendo a todas luces mi modesto deber de articulista. Volveré, porque la vida ilusoria siempre vuelve. Mientras tanto, este texto que aquí termina no ha conseguido ser un artículo. Quizás no debiera publicarse. Pero había un hueco para él en el periódico. Y estabas tú lector. Estabas tú.

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