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El Puente. León Molina

Invisible poesía

Invisible poesía La poesía desaparece de entre nosotros, cada día es más invisible. El rincón familiar en el extremo de la mesa de mi librería favorita, donde desde hace años colocan las novedades de poesía, es una continua fuente de frustración. Cada semana la montaña de novedades de literatura de usar y tirar le come algún centímetro al cuadradito de los poemas. Un día que decidí echar un vistazo en las otras librerías, por si acaso, fue mucho peor. En la primera que visité, de pronto empezó a sonar a toda pastilla una espantosa música maquinera y empezaron a pulular a mi alrededor jóvenes vestidos de negro con un alto sombrero picudo. En cuestión de minutos, la librería fue invadida por una cantidad de gente muy superior a la capacidad del local. Era el día en que se ponía a la venta el último libro de la saga de Harry Potter. Cuando me fui entre el griterío, la cola le daba la vuelta a la manzana. Y de poesía, nada. Me asomé desde la esquina con miedo a otra librería por si estaban las hordas mágicas. No era así y entré en el local. Aquí la cosa fue casi peor, porque tuve que soportar unas cuantas canciones de Carlos Mejía Godoy y los de Palagüina en cuyas letras se mezclaban con desparpajo las declaraciones de fe cristiana con los ponchos de las muchachas y la harina de maíz.  Esta visita no fue frustrante, fue una sofisticada tortura que casi acaba con mi digestión. Y de poesía, por cierto, nada. Hoy he ido a otro rinconcillo del que soy asiduo desde hace décadas en búsqueda de información, el suplemento Babelia del diario El País. Después de cinco “paginacas” para la última novela de Mendoza, un octavo de página para la reseña de un libro de poemas, y nada más.  No voy a reivindicar la poesía. La poesía se reivindica sola. Pero sí reivindico espacios para que la poesía fluya desde los poetas a los lectores, porque la poesía está llegando a convertirse en algo así como un contrabando de información entre los iniciados, sucediendo esto además en un momento en que se está escribiendo mucha y buena poesía en lengua castellana. La poesía no fluye porque no se lee poesía, porque no se vende, porque no es mercancía. Algo muy lógico en estos tiempos de liberalismo económico rampante en que todos los procesos y actos sociales están mercantilizados. Pero una sociedad de humanos cultos, libres, nobles y orgullosos no se consigue encadenándolos a los contenedores de su cuota de mercancías. A despecho de los nuevos conservadores, la política tiene mucho que ver con esto. Y con las llamas que encienden unos versos en el corazón de un lector solitario.

1 comentario

guayo -

León, que alegría haberte encontrado. Y sabes cómo?, buscando desesperadamente noticias de Albacete, de ver cómo es posible que los políticos sean tan paletos. Supongo que te habrás enterado de lo de Jaf, échale un vistazo a mi web y te enterarás si no lo sabías.
Me avergüenza reconocer, León, que la única poesía que conozco está en la música, no he tenido un mentor como tú que me guie.
Un besazo
Mónica