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El Puente. León Molina

Olimpiada china

Olimpiada china

En Tíbet caen los manifestantes bajo la bota de los soldados chinos. Los presos políticos chinos pierden los días de la única vida que tienen en las cárceles chinas. Los ajusticiados chinos se pudren en sus fosas chinas. Los estudiantes chinos tienen que tener mucho cuidado con lo que leen si no quieren estropear sus estudios en chino. Los periodistas chinos tienen que estar pendientes de lo que es información contrarrevolucionaria o no para no quedarse en el paro chino. Los ciudadanos no pueden usar Internet por si les entra por la red veneno liberal occidental tan contrario a las maravillas que desarrolla el gobierno chino. Y no es que los engañen como chinos, es que los doblegan por la fuerza al silencio y la falta de libertades. Y mientras tanto, los EEUU borran a China de la lista de países que violan los derechos humanos, y el globo entero está haciendo las maletas para irse a ver las olimpiadas de China. China ya es de verdad una gran potencia; su poder económico genera el suficiente miedo para que el mundo desvíe la mirada de las injusticias y barbaridades que comete su gobierno. Ya sé que es una tontería, pero yo voy a practicar un doméstico e individual boicot a la olimpiada china y no voy a ver las pruebas de ese acontecimiento que, por otra parte, cada vez se parece menos al deporte y más a un espectáculo y a una lucha incruenta entre naciones, un torneo civilizado. El deporte profesional de primer nivel cada día se aleja más del espíritu del deporte como simple ejercicio físico y diversión de amigos para convertirse en espectáculo y lucha en el extremo de la capacidad física de los competidores. Y los gobiernos y con su reflejo, los medios de comunicación, hablan sobre todo del “medallero”, de la cuenta de victorias que consigue cada país, haciendo gala del nacionalismo pacotillero que invade todas las dimensiones de nuestra vida sobre este planeta. Por eso las olimpiadas se han convertido en un acontecimiento tan desmesurado como son hoy, y por eso se implican en ellas los gobiernos y los seres humanos aúllan de orgullo cada vez que cae una nueva medalla en su casillero. Si además todo este enorme montaje se lleva a cabo en un país como China que pisotea las libertades de sus habitantes y de los vecinos ocupados, la verdad es que consigue hacerme menos gracia todavía. Y es que debo tener alguna deformación, pero llevan cuatro días de potencia mundial y ya les estoy tomando manía. Y me empiezan a caer gordos todos aquellos que disimulan su sociedad injusta porque no se les caigan los jugosos contratos.

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