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El Puente. León Molina

La salud, cosa de financieros

La salud, cosa de financieros

Los cambios que empiezan a operarse en el sistema de salud en España son bastante preocupantes, principalmente porque las penurias económicas de la actual crisis están siendo utilizadas para cambiar las bases del sistema, pasando de un sistema de garantía y servicio público casi integral a una explotación privada. En primera instancia surge la interrogante de por qué hacer esto si la sanidad pública española funcionaba bien y era un ejemplo imitado en todo el mundo (aunque no era perfecta, claro, nada lo es). Faltan recursos, sí, pero que no nos líen, faltan por la crisis, no por defectos del modelo. Y es que la pasta, de donde está, nuestros actuales gobernantes no la van a coger, desde luego. Y se sabe que el capital no tiene patria y en este momento nos encontramos que las empresas que están accediendo a los convenios de explotación privados están controladas por grandes empresas extranjeras y por inversores de riesgo también extranjeros. Evidentemente el interés de esos grupos no es la salud, sino simplemente el beneficio, y cuánto más mejor.  Y el día que no interese, se van con su pasta a otra parte y te dejan la salud hecha unos zorros. Por otra parte, con este sistema el control en la gestión por los ciudadanos se aleja todavía más (ya estaba muy lejos con el Insalud, cosa que muchos considerábamos que se debía reformar). En los modelos escandinavos, los centros de atención primaria y hasta los hospitales que aquí llamamos comarcales están gestionados a niveles de municipalidad –ayuntamientos y agrupaciones de ayuntamientos- y los presupuestos de salud  gubernamentales se negocian entre varios ministerios y la unión de municipios. En definitiva, pasaremos de un sistema de salud propiedad de los ciudadanos a un sistema de salud cuyas estructuras básicas pagamos los ciudadanos pero cuya gestión entregamos a fondos capitalistas casi desconocidos y dedicados a exprimir y vender, muchas veces dejando las empresas con el agua al cuello. La salud abierta a entidades fundadas en la más pura voracidad financiera. Y el resultado para el ciudadano, para el paciente, pues no hagamos de adivinos, porque lo vamos a vivir. Aunque no me resisto a un vaticinio: tardará más o tardará menos, pero un día en este país, viviremos una burbuja sanitaria. Al tiempo. 

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