Los negros designios
En estos momentos en nuestro país los medios de comunicación están cayendo como pájaros desfallecidos sobre la nieve. Los cierres de periódicos son noticia de cada día. Y los que quedan someten a sus trabajadores a condiciones laborales terribles, lo que a la larga viene a ser también una condena de esos medios, pues cuando se lleva a los periodistas hasta situaciones insoportables se están erosionando los cimientos del edificio de cualquier medio de comunicación. Resulta penoso escuchar cómo desde posiciones ultraliberales o simplemente poco reflexivas se dice que si a la gente ya no le interesan los periódicos o las radios pues se les ha de dejar caer sin más preocupación. Estos planteamientos son una muestra más de uno de los males que horadan nuestra sociedad; el beneficio como única medida del valor de las cosas. Y la información es un bien de consumo sólo porque así lo ha dictado la cultura del liberalismo radical que nos gobierna. La información, desde que vivimos en una aldea global, según la feliz frase de McLuhan, es un bien que se sitúa en la base de la libertad de los individuos pues resulta imprescindible para el conocimiento de lo que acontece y para su análisis y la crítica subsiguiente. Por eso los medios de información públicos deberían tener su lugar fuerte, vigoroso y decente entre nosotros. Porque si bien los peligros de clientelismo y dominación partidista de la información son reales y tangibles, no los son menos los que presionan a los medios privados a través de la fuerza del dinero de los grandes grupos económico-políticos de sus anunciantes. Pero es que además no es cierto que falten lectores, lo que falta en este momento son anunciantes debido a la crisis económica. Y los poderes políticos están destruyendo con saña los medios públicos por su desvergonzada intromisión partidista. Y la información de producción barata de internet no es todavía una alternativa por el guirigay y la falta de rigor que hay en él. Así que el futuro para los medios es negro, tan negro como nuestras aspiraciones de libertad y un poco al menos de decencia. Este mismo medio en el que les he contado mis opiniones desde hace años parece condenado a desaparecer en breve. Por si se cumplieran los negros designios, valga este artículo para una despedida triste y emocionada y para mostrar mi agradecimiento a los profesionales que durante tantos años lo han sostenido y sobre todo a ustedes que han leído y comentado estas líneas. No seguiremos viendo por ahí, en cualquier trinchera de la palabra. Gracias.
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