Partidocracia
Durante mucho tiempo me resistí a usar el término “partidocracia” porque por lo general provenía de planteamientos políticos de corte facha. Quien hace años hablaba de partidocracia señalando los abusos de los partidos en realidad apuntaba hacia condena a la democracia en su conjunto. Sin embargo, viendo el modo en que los partidos se han ido conduciendo, hoy “partidocracia” en su sentido más negativo podría ser usado por muchos ciudadanos completamente alejados de cualquier posición antidemocrática. Y es que los partidos se han adueñado por completo de todos los resortes de la organización política, que es lo mismo casi que decir que aparecen hasta en el último rincón de nuestra propia vida. Hasta tal punto es así que a parte de los ciudadanos le han hurtado las ganas de ejercer ningún tipo de participación y a otros los han mareado y convencido de que ya participan lo suficiente yendo a votar cuando se les convoca. Además resulta que para poder conseguir esta enorme capacidad de filtración en todo, los partidos han ido llevando a cabo un proceso aplastante de depuración interna a través del cual todo movimiento de opinión o tan sólo de propuestas de iniciativas separadas lo más mínimo de la propuesta global ha ido siendo cercenado consiguiendo aburrir a los más valiosos o incluso directamente cortándoles la cabeza. Hoy los partidos (y por tanto lamentablemente también los puestos de responsabilidad pública) están habitados por una legión de mediocres que flotan a base de hacer poco para no ofender, de incapaces obedientes, de principillos de opereta que intrigan hasta en el cuarto de baño para echar su paletada de orden interno y control al saco del partido y conservar sus coches oficiales, su foto en el periódico y todas esas tonterías de las que se alimentan, cuando no directamente para obtener lucro personal en dinero o en especie. Por eso están perdiendo los votos de los no forofos. Por eso cada día sus propuestas se parecen más entre sí. La política está secuestrada por estas máquinas ciegas de poder. Es urgente y necesario liberarla. Porque sin política un pueblo es un rebaño.
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