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El Puente. León Molina

La horterada

La horterada

Resulta complicado en un entorno como el nuestro declarar antipatía hacia el capitalismo. En este caso, lo más probable es que a uno lo tomen por un estalinista trastornado. Puede también que lo llamen a uno “antisistema” que es una palabra inventada por el capitalismo para privar en un hachazo verbal de razón y hasta de dignidad a cualquiera que no comulgue con alguna de las diversas manifestaciones, productos o prácticas del capitalismo. Es fácil también que a uno lo miren con una sonrisa condescendiente pensando que uno es un utópico que vive fuera del mundo, olvidando la evidencia de que todo lo moralmente valioso con que contamos y que puede reconciliarnos algo con la especie, nació en la inteligencia y fue por tanto primero utopía (“no lugar” según su etimología griega, nada que ver con imposibilidad) y sólo después de eso una práctica. Aun así, puede que merezca la pena de vez en cuando que digamos que el capitalismo, como modelo económico y social, a algunos no nos resulta simpático por más que hoy en día no encontremos la praxis global alternativa viable para este sistema a corto plazo. Hay críticas evidentes que nos saltan a la cara en los telediarios y otras a un nivel menos evidente pero de más alcance y de solución mucho más difícil. El capitalismo como modelo de civilización se fundamenta en la institucionalización del egoísmo como motor de toda actividad humana. Dicho de un modo vulgar, búscate la vida, soluciona tu problema y si muchos hacen como tú, a todos les irá bien. Y la verdad es que funciona, pero funciona para aquellos a los que le funciona, al resto (singularmente a los países no desarrollados) no les funciona, ni le funciona a la naturaleza, ni funciona para la cultura. Por eso aquellos a los que nos funciona hemos levantado altas barreras frente a los otros, por eso nos hemos separado de la naturaleza y estamos dañándola hasta límites de mera estupidez. Y por eso estamos convirtiendo la cultura en manifestaciones estériles y bobas que se apoyan en una educación superficial y sin exigencias.  Si lo prefieren, y para entendernos, el capitalismo es sobre todo una horterada. Y eso sí que tiene un arreglo chungo. Porque la característica primera del hortera es no saber que lo es.

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