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El Puente. León Molina

Arrugas en el traje

Arrugas en el traje

Nuestro fino y elegante presidente valenciano se ha ido de rositas de momento. Los jueces están convencidos y consideran probado que los regalos existieron, también que proceden de una pandilla de mafiosetes que se dedicaban a hacer regalos a mansalva a representantes (es un decir) políticos si es que veían que no los podían comprar directamente. Existe por otra parte el dato de que estos mafiosetes han conseguido una gran cantidad de contratos, debidamente troceados en cachitos para burlar la necesidad legal de concurso público. Contratos que han sumado unas cantidades enormes de dinero. Pero todos esos regalos, dicen los jueces, no se han efectuado teniendo en cuenta la condición de servidores públicos (es otro decir) de los perceptores, sino probablemente por promover el buen rollito y por amistad. Amistad que queda más que comprobada con las palabras de Camps a El Bigotes “te quiero un huevo” le dijo el fino y elegante Camps al pijoideo bigotudo y regaloréxico. Yo también le quiero. Me emociona este tipo que se casa con una mamachicho y entra por la puerta grande de la industria del espectáculo produciendo la inolvidable película de su pariente Pajares “Los bingueros” y que un día tiene una visión; la política es también un espectáculo,  y ya puestos en el tema, pues se le vende el espectáculo a los políticos espectaculares y regalables. Quizás se le fue la mano y ahora su megachalet en Alfás del Pí y su superpiso en el barrio más caro de Valencia, sus cochazos, su colección de motos, su amistad con Agag, el amor testicular de Camps, de nada le sirve y está en el trullo entre yonkis sin dientes y choricillos que no habrán visto en su vida un Cohiba de los que él quemaba con desidia y chulería. A Agag aun ni le ha rozado, Camps se escapa. Y Camps se escapa porque no ha aparecido un papel firmado por él y con sus restos de ADN que diga textualmente que se otorgue un contrato a El bigotes a cambio de un traje que le regaló, documento tan improbable como imprescindible, según se deduce del texto del sobreseimiento. Se comprende que tras este texto Camps hiciera una comparecencia sin periodistas. Le habrían caído tantas preguntas encima que le habrían arrugado el traje.

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