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El Puente. León Molina

Un gorrinete con alas

Un gorrinete con alas

Suelo usar con cierta frecuencia el vuelo entre Albacete y Barcelona. Por eso quiero desde aquí dirigirme a todos los albaceteños para mostrar mi agradecimiento. Los albaceteños han venido pagando y pagarán en los tres próximos años tres mil euros cada día para que yo pueda tomar este avión. Es conmovedor. Este vuelo suele ir medio vacío además. Lo habitual en todos los viajes que he hecho es que seamos poco más de veinte viajeros, es decir algo menos de medio avión. Viajamos pues cómodamente usando un par de asientos para cada uno. Vamos despatarrados leyendo el periódico que amablemente nos proporciona la azafata y salimos siempre puntuales porque apreturas en la pista, lo que se dice apreturas, no hay muchas. Cuando el avión se eleva en el amanecer y me entretengo en seguir el curso del Júcar y, divertido como un niño me dedico a localizar los municipios ribereños –Jorquera, Alcalá…-, no puedo evitar acordarme de todos mis paisanos que han echado a la hucha los tres mil pavos necesarios para que yo pise tierras catalanas en una placida horita y pueda estar a las nueve de la mañana zambullido en los trajines de mi agitada vida. Tres mil eurazos como tres mil soles.  La generosidad de mis paisanos no me pilla de susto, pero en esta cuestación se alcanza una recaudación con la que no pueden siquiera soñar las más populares de las causas que lanzan cada año sus huchas a la calle.  Claro que para ser justos, hay que reconocer que para alcanzar tal eficacia recaudatoria, el ayuntamiento interviene de manera eficaz. En primer lugar, el ayuntamiento se encarga de la recaudación y ya saben ustedes que cada día hila más fino en estas cosas. Por otra parte no le pregunta a los albaceteños si quieren echar sus centimillos al gorrinete con alas, ya saben ellos de sobra que todos queremos y que si en vez de conseguir tres mil euros cada día hubiera que conseguir seis mil o diez mil, no habría problema. Si un paisano tiene que ir a Barcelona a trabajar cómodamente, lo que haga falta. De hecho, voy a hablar con el consistorio para ver si ponen un helicóptero para los fines de semana, porque me suelo ir a Nerpio y me pilla un poco mal. Y si esto cuesta tres o cuatro mil pavos diarios, ya sé yo que por mis paisanos no va a quedar.

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