Ver pasar las nubes
En estos días estoy pasando buenos ratos con la lectura del libro Guía del observador de nubes, de Gavin Pretor-Pinney. No es un libro técnico, sino un libro que habla del placer de usar (“perder” se diría de modo ordinario) el tiempo mirando al cielo y viendo las nubes, sus diversas y cambiantes formas. En el libro desde luego se aprende a distinguir los distintos tipos de nubes agrupadas al estilo linneano de las ciencias naturales en géneros, especies y variedades, pero sin ningún tipo de entrada en el mundo de la meteorología ni ninguna otra ciencia física, sino remitiéndose al puro aspecto, al puro pasar y cambiar de las nubes sin más aspiración que el placer de ver pasar las nubes. Pretor-Pinney no es tampoco un gran escritor; escribe regular, cuenta en el libro anécdotas, referencias a la historia e incluso hace gracietas más o menos afortunadas a propósito del tema. Entonces, ¿cuál es el interés?. Pues ni más ni menos que el ser un alegato en defensa de la calma, del saboreo del tiempo, algo que desde mi punto de vista resulta muy conveniente en estos tiempos de prisa y de condenas tales como la “productividad” y “competitividad” que arruinan, aunque parezca una exageración, nuestra libertad. Como dice el conocido proverbio chino, “hasta el viaje alrededor del mundo comienza por dar el primer paso fuera de la casa”. Así, yo creo que un hipotético viaje hacia la conquista de mayores espacios de libertad comienza por el primer pasito consistente en conseguir más tiempo para poder “perderlo” sin problemas. Y es que no hay libertad sin crítica, crítica sin pensamiento, ni pensamiento sin tiempo. Apagar la tele o ver pasar las nubes durante horas resulta que son hoy respuestas de rebeldía y actos de liberación personal. Ya sé que no cambiaremos el mundo con estos gestos, pero es que ése ha sido históricamente muchas veces el problema; quizás antes de querer cambiar el mundo hay que comenzar a cambiarnos nosotros mismos, preparar el terreno, vamos. En fin, que si quieren, dedíquense ustedes a frenar, a perder el tiempo, a ver pasar las nubes y si no consiguen otra cosa pues se quedarán más descansaditos y felices.
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