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El Puente. León Molina

POR FIN SEREMOS ALBACETEÑOS

 

Todo ese rollo de la navaja, de la sencillez, de los gazpachos, de la cuerda de la feria, no es nada; es agarrarse a un clavo ardiendo. Si algo ha definido a la ciudad de Albacete durante siglos, es que no ha sido nada, por muy respetables, sencillísimos y hasta entrañables que hayan podido ser sus habitantes. Y es cierto que todo el mundo tiende de manera natural a encariñarse con los lugares donde transcurrió su infancia, sus amores, el lugar donde existen los abuelos –esos seres que nos hacen olvidar que, en propiedad, no somo de ninguna parte-. Y se encariña uno, decía, con el lugar en que vive, se encariñan los albaceteños con Albacete. Pero no nos engañemos, Albacete no ha sido casi nada. ¿Y todo esto a dónde nos lleva?. Pues a un lugar bastante prometedor, a un espacio en blanco que está por escribir. En primer lugar, ser de un sitio que no es nada, no está mal. Un granadino, por poner un ejemplo, tendrá mucho en su ciudad de lo que enorgullecerse. Ése también es su peligro. No hay nada más atorrante que el chauvinismo y su primo hermano el nacionalismo. Se ponen muy tontos. En cierto modo ellos llevan su ciudad encima. Si yo soy de Albacete, soy más intensamente lo que soy yo mismo, porque ser de Albacete, ya digo, no es nada. En segundo lugar, ser de un sitio que no es nada, ofrece una ventaja inmediata a poco que pensemos; somos de un sitio que puede ser algo. Pero además podemos vivir hoy ese proceso sorprendente, porque yo sospecho que en Albacete, ya ha comenzado. Lo que pasa es que ese “ser algo” se suele ver o medir en términos de historia, monumentos, folklores, etc., es decir, en términos de historia. Ser lo que se fue.

Yo creo que los albaceteños tenemos la suerte de no necesitar –no poder- ser lo que fuimos y nos vemos abocados a ser lo que seremos, lo que estamos comenzando a ser.

Muchas ciudades españolas se miran melancólicamente el ombligo de la historia, otras son atroces suburbios  enloquecidos. Albacete tiene cierto equilibrio y hay espacios para vivir la cultura, la calma, las relaciones y equipamientos a un nivel más que razonable. Y tiene mucho futuro para crecer por dentro. Y hablo de crecimiento ciudadano, no del peligroso totem del crecimiento económico. Albacete tiene cerca si quiere, si queremos, lograr una identidad por primera vez en en su historia. Albacete, una ciudad europea del S.XXI para las personas.

“Noble, llano, sencillo”. ¡Vale ya, hombre!. Salgamos a la calle con los ojos abiertos.

 

Léon Molina

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