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El Puente. León Molina

 

SE EMIGRA A LA FUERZA

 
 
 

Según certifica un reciente estudio del Consejo Económico Social de Castilla-La Mancha, el nivel de instrucción de los inmigrantes que viven en la región es superior al de los castellanomanchegos. Los índices de analfabetismo de estos superan en más de un 50% a los de aquellos, en el grupo de alfabetizados pero sin estudios los doblan y en instrucción secundaria  también salen perdiendo frente a esos vecinos que vivieron de fuera. Sorpresa, ¿verdad?. Los datos ofrecidos por este estudio vienen a echar por tierra la imagen que en general se tiene acerca de los inmigrantes y en especial acerca de algunos tópicos relativos a ellos, como es sin duda que los inmigrantes son personas sin instrucción. No sólo la tienen, sino que según se ve, tienen más que los paisanos. Puede que pese en la construcción de esos estereotipos la masiva información que recibimos acerca de la inmigración quizás más dramática, la inmigración de pateras y salto de vallas que suele estar protagonizada por los más pobres de los pobres, por los más olvidados, que estos sí, suelen ser personas con escasos niveles de instrucción y que acaban llevando a cabo los trabajos más rudos o buscándose la vida vendiendo en las calles, donde nos los tropezamos y reforzamos el estereotipo. Pero también es cierto que el nivel de instrucción de las personas no está escrito en la cara, de modo que esa mujer colombiana que nos sirve los churros por la mañana puede ser una filóloga a la que no le convalidan el título, o ese argentino que vende chucherías puede ser un maestro, ese camionero ruso que entra al bar puede ser un maestro industrial, o ese cubano que se deja las manos despedregando bancales es un ingeniero con larga experiencia, por citar sólo algunos ejemplos verídicos que conozco. Algunos enseguida pensarán que no he puesto ejemplos de nadie procedente de África (moros y negros, ya saben), pero aunque en menor cuantía, es cierto, los hay y podrían citarse aquí. De todos modos, se dijera lo que se dijera, valdría de poco. Los escalafones son los escalafones y no se mueven así como así. Los datos de este estudio, deberían llevarnos a una reflexión que a pesar de su evidencia, con frecuencia parecemos olvidar; la emigración siempre es a la fuerza. El emigrante llega a nuestra ciudad, a nuestro barrio, empujado por sociedades maltratadas por la pobreza, el desorden y la injusticia, no porque sea alguien incapaz de otra cosa, de desarrollarse a través de su esfuerzo. Y sus vidas en sus nuevos países, por lo general así lo demuestra. Datos de un estudio que a más de uno debería abrirle los ojos.

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