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El Puente. León Molina

 

VIVIR HACIA ADENTRO

 
 

Las personas tristes o apesadumbradas segregan por término medio un 32 % más de hormona del estrés. Este es uno de los curiosos resultados a los que ha llegado Andrew Steptoe y su equipo de investigación de la Universty College London.  Es un paso más en la investigación que la ciencia ha emprendido desde hace años acerca de las relaciones y fundamentos fisiológicos de felicidad y salud. Ya se comienzan a conocer  y medir con bastante fiabilidad los efectos biológicos de la felicidad y la ausencia de ella y los resultados son bastante contundentes. Las personas infelices siembran en su cuerpo la semilla de múltiples desarreglos que son la base de un alto número de enfermedades. Pudiera parecer a primera vista que una sociedad como la nuestra, donde la práctica totalidad de las necesidades básicas están cubiertas para la práctica totalidad de la población,  debería ser una sociedad de personas satisfechas en su gran mayoría y, por tanto, una sociedad de gente feliz. Pero no es así. Porque al parecer la felicidad tiene poco que ver con la satisfacción de necesidades elementales (comer, habitar un sitio cómodo, etc). Ya Maslow diferenciaba estas necesidades de las que él llamaba “superiores” (la aceptación social, la realización de un proyecto vital...). Alguno de sus seguidores matizaron los descubrimientos del maestro llamando a las necesidades básicas necesidades “higiénicas” y a las superiores necesidades “motivadoras”.  Ruut Veenhoven, profesor de la Universidad de Rotterdam  y director del curioso y vasto proyecto de investigación Base de Datos Mundial de la Felicidad, afirma que la felicidad no tiene que ver con el dinero, ni con la educación, ni con la edad, sino que tiene que ver directamente con saberse rodeado de afecto y tener una vida espiritual rica. Su definición de felicidad es “cuánto nos gusta la vida que llevamos”. Relaciones afectuosas y vida espiritual rica. Aquí tropezamos con el problema. En nuestra sociedad, la mayoría de los individuos se alejan cada día más de esa vida espiritual rica, caminando hacia actitudes materialistas cada día más groseras y menos elevadas. Tener en vez de ser. Vivir volcados hacia fuera sin apenas tiempo para vivir hacia adentro. Un curioso estudio de Richard Davison, neurocientífico de la Universidad de Wisconsin, revela que los monjes budistas tienen de forma permanente mayor actividad en la corteza prefrontal izquierda, que está directamente asociada al sentimiento de bienestar lo que les provoca además una gran resistencia al estrés, fuente fisiológica de la infelicidad. Viéndole la cara al Dalai Lama, parece que lleva razón. 

1 comentario

Reynaldo -

Se vive hacia adentro sólo se es capaz de estar conscientizado de la identidad que tenemos y somos en ese adentro de cada individuo. No nacimos para ser mendigos; nacimos para ser reyes y reinar en vida y libertad. En www.graciaypaz.com te enseñamos cómo descubrirlo. Saludando a todos los mreyes de esta sección. Desde Cali Colombia