Los premios literarios
Hace unos días Juan José Millás recibió el premio Planeta de novela. A mí personalmente el hecho me dio cierto pena, cierta desilusión. Pude que Millás sea uno de los mejores articulistas que oficia hoy en día en los diarios nacionales. Presentarse al Planeta y, sobre todo ganarlo, es prestarse al enjuague que este premio supone. Antes incluso de la supuesta deliberación del supuesto jurado, ya se conocía el nombre del ganador. En realidad no se lo reprocho a él porque vivir en este país de la escritura no empeño fácil y hay que comer. Cualquier payasete de la tele tiene más trabajo y gana más que un escritor que ha perfilado su oficio durante años a base de esfuerzo, estudio y tenacidad. El reproche se dirige sobre todo sobre todo a la editorial y su capo. El mundo de los premios literarios es así. Cuando no hay operaciones comerciales detrás, hay búsqueda de influencias, contactos y figureo de las personas que organizan esos premios. Y cuando este montaje se lleva a cabo por empresas privadas no es que guste, pero allá ellos y allá los escritores que entran al juego como reses al matadero. Pero cuando los premios se subvencionan con dinero público y funcionan del mismo modo gracias a la manga ancha que la institución en cuestión da al organizador, entonces el tema es más grave. Es un fraude con el dinero de todos que las instituciones deberían perseguir y vigilar con lupa. En Albacete sin ir más lejos, existe un premio de estos. En una de sus ediciones, un conocido con el coincidí ramoneando en la librería me preguntó qué me parecía el resultado de ese premio. Yo me sorprendí porque el premio no había sido concedido aun y porque ni siquiera el jurado se había reunido todavía. El conocido me mostró su sonrisa que decía “eres un infeliz, no te enteras de lo que se cuece”. Cosa que es verdad, porque ni me entero ni me interesa enterarme. Con un grave gesto de magnanimidad por ponerme al día, mi interlocutor me dijo: “el premio este año va a ser para fulanita, me lo ha dicho personalmente menganito que es un bocón y cuando se bebe dos güisquis se le afloja la lengua”. Y el caso es que fue cierto. Ganó fulanita. La institución patrocinadora no va a ser la que se meta a vigilar este tema. La pasta se pone para conseguir la foto del día de la entrega de premios, no para la difusión de literatura, ni para promover talentos desconocidos ni nada parecido. La obra premiada, como cabía esperar, era una bazofia con la que la fulanita mediática se sacó unos euros. Euros que anteriormente estuvieron en los bolsillos de todos nosotros. Y así va el tema.
2 comentarios
Sara -
Saludos cordiales
inspector -