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El Puente. León Molina

A porrazos

A porrazos

 

Una imagen: policías que levantan sus porras y sacuden con violencia a personas que se manifiestan pacíficamente. Soy un iluso; creía que imágenes como esta eran cosa del pasado que muchos de nosotros vivimos y que los hábitos democráticos las habían desterrado de nuestras calles.  Se ve que no es así y su repetición debe llevarnos a la conclusión de que hay mucha gente entre nosotros que se dan continuos golpes de pecho  democráticos pero se impulsan con un corazoncito intransigente y violento. Solucionar cualquier situación mandando a la policía a dar porrazos es fácil, sólo hay que ser un poco bestia y desconfiar de las posibilidades que ofrece la palabra y el entendimiento. Y eso es lo que pasa. No seré yo quien diga que no es necesario cumplir las leyes aunque no nos gusten. Pero me da la sensación de que la falta cometida por personas que se resisten pacíficamente a que las máquinas derriben un barrio que consideran suyo y de valor, de ningún modo puede considerarse causa suficiente para que le arreen un estacazo en las costillas o los diente o donde pillen. Es más, no encuentro nada que justifique esa violencia salvo la legítima defensa. Y si esa violencia es cometida además por los agentes de una institución democrática, el asunto se torna indignante. A mí me han arreado algún porrazo los grises de Franco y de los primeros años de la transición. Lo comprendía perfectamente. Jodía mucho, pero lo comprendía. Los regímenes dictatoriales consisten en eso precisamente; si no estás de acuerdo conmigo o mis leyes, disposiciones o acciones, te arreo. Pero en democracia, ¿es lícito sacar la vara a alguien que no está agrediendo a nadie?. Me temo que no. Estamos en lo de siempre, la burrería de aquellos a los que se les llena la boca con la ley y el orden -su ley y su orden claro- y no les tiembla la mano para mandar a un propio a romperle los dientes a quien sea con tal de cumplirla. Retirar a esas personas de modo pacífico o hablar con ellos no se les ocurre. Si algún día esta democracia nuestra se rompe, no faltará gente que se acomode de nuevo rápidamente en la burrería y la fuerza. Lo llevan dentro.

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