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El Puente. León Molina

Sindicatos

Sindicatos

Si yo fuera dirigente sindical, al día siguiente de la huelga del funcionariado estaría pensando si debía dimitir o no. La huelga fue un fracaso, sólo que los sindicatos han entrado en la dinámica de los políticos de mentir y engordar las cifras. Las que han dado no se las creen ni hartos de vino, no hay más que haber observado la situación en los centros públicos y preguntar a nuestros parientes funcionarios. Fue un racaso y el intento de ocultación del mismo nos lleva a alguna reflexión. Si llamo a una huelga y los trabajadores de ese sector a los que se supone represento no van, queda en evidencia que la función de representación es un fiasco, pues ni conocen su opinión ni se la preguntaron. Y si se lanzaron al ruedo sin saber, se demuestra por el resultado que no están en sintonía con sus bases. Por más que les duela a los representantes sindicales (si les duele) y a todos los que consideramos que los sindicatos deben ser una parte esencial del funcionamiento democrático de una sociedad libre, hemos de reconocer que los sindicatos en España se están alejando cada día de sus representados. Es un proceso de similares características al que se vive con los partidos políticos; soberbia, lucha por la conservación del estatus  del colectivo y de  las personas que han encontrado su modus vivendi en ellos, sustitución progresiva de las personas valiosas por las dóciles y,  en general, alejamiento de  la realidad y de sus fines fundacionales por una endogamia encastillada en los asuntos propios y el compadreo con la actividad. Y todo tiene su comienzo en la estructura del sistema. No puedo entender unos sindicatos subvencionados por la administración (directamente o de modo indirecto como por ejemplo la escandalosa vía de los fondos para formación con la que patronal y sindicatos han amasado fortunas mientras el estado miraba para otro lado)  ni puedo comprender bien la enorme cantidad de liberados.  Los trabajadores cada día tienen una peor imagen de sus sindicatos y sus enlaces. Una paletada más de gris en nuestra democracia.

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