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El Puente. León Molina

La aldea

La aldea

La vida en las aldeas de la sierra albaceteña fue bastante dura durante muchos años. Probablemente esto propició un tipo de vida donde la comunidad era imprescindible para salir adelante. La ayuda no podía venir de fuera porque la incomunicación era enorme y porque no había dinero para abastecerse de casi nada, de modo que forzosamente los vecinos debían ayudarse y esforzarse por mantener unas buenas relaciones. En algunos lugares esta vida en común era tan fuerte que la totalidad de los vecinos eran como un clan, casi una familia. En este sentido en algunos sitios las cosas irían mejor que en otros, pero todos necesitaban el auxilio de los demás. Como es lógico, estos lazos iban más allá de la ayuda en los trabajos y faenas de cada cual y se compartía también el tiempo libre, las confidencias, el cuidado de los hijos, y en general, la vida. En Yetas, que es el lugar que más conozco de una de estas localidades, Nerpio, estas relaciones estrechas han sobrevivido hasta hoy y se desarrollan de un modo armónico por el que es realmente un placer echar raíces de algún modo en la aldea. Porque los que hemos llegado de fuera hemos sido recibidos con los brazos abiertos y hemos entrado con naturalidad dentro de la “familia”. En Yetas la gente se preocupa por sus vecinos y siempre hay alguien dispuesto a echar una mano a quien lo necesita. Cuando llegan las cosechas la gente se intercambia  productos de la huerta,  cuando se destila a nadie le falta su botellita de aguardiente,  al bar puede llegar Gregorio, el rey de la huerta, y poner en la barra un montón de tomates para invitar a todo el mundo, o puede llegar otro día con guíscanos para hacer un almuerzo para quien esté allí. Porque el bar de la aldea, es mucho más que un bar, es la casa de todos. Una vida comunitaria que ya se está perdiendo y aun con toda su dureza proporcionaba a la gente tranquilidad y un cierto sentimiento de seguridad a pesar de tener muy poco. Nuestro estilo de vida está devorando a estas aldeas y con ellas un poco a todos nosotros. La aldea no es el paraíso, es cierto, pero cada vez más el mundo es un infierno. 

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