Blogia
El Puente. León Molina

2011

Deriva del PSOE

Deriva del PSOE

En el PSOE de Albacete ha comenzado a escucharse con nitidez el ruido de los sables.  Tras la debacle del partido en el ayuntamiento y la posterior a escala nacional, ha comenzado a dar la cara un sector crítico con la dirección.  Como en cualquier situación humana no dudo que haya en este sector crítico personas bienintencionadas. Pero en los partidos políticos, y mucho menos ahora,  nada es inocente, y en medio de ese barullo habrá otros muchos que sólo calibran sus posibilidades de pillar peces en ese río revuelto.  De esto al ciudadano le queda al menos un pequeño consuelo; que si estos críticos tienen éxito se descabalgará de su montura a algún dirigente que es una auténtica vergüenza política y en otros cuantos órdenes de la vida y que sin embargo ha estado durante años recibiendo la pleitesía cobarde de todos, incluyendo a muchos de estos que ahora se envalentonan ante la debilidad propiciada por los resultados. Algún día, alguien puede que se anime a contar las andanzas de estos tipos que tanto daño hacen a cambio sólo de su triste excitación onanista por un oscuro poder provinciano. Muchos  consideramos ahora cómo el actual PSOE hace buenos o muy buenos a aquellos primeros dirigentes de la época democrática (los Salvador  Jiménez,  Florián Godes, Carmina Belmonte, por citar sólo tres nombres), personas cultas, con ideología y convicciones, que lucharon por la democracia y aportaron con inteligencia por un Albacete mejor. De esto no queda nada. La deriva del PSOE ha ido conformando un partido cerrado, ensimismado, prepotente y que ha abandonado sus presupuestos ideológicos para amorrarse ante el neoliberalismo imperante, un partido con escasísima democracia interna, con dirigentes que son jefes en el sentido peor del término. Situación que ha dado un producto muy típico de su formación; el político de corcho, gente que siempre flota a base de obedecer ciega y temerosamente y que cuando pilla su carguito hace poco para no pecar. De estos ha sido el reino que se viene alargando durante tantos años y que ha ido dejando respetables cadáveres por el camino victorioso de muchos mediocres y hasta, según qué caso, despreciables e indignos caudillitos. Por mí que lo arreglen; mejor para todos.  Porque la situación es grave en tanto que muchos, a nuestro pesar,  vamos dando crédito al  exabrupto de Dylan “la política es una mierda, todo es irreal. Lo único real está en tu interior, en tus sentimientos”.

El brillo de los días

El brillo de los días

El periodista albaceteño Juan Ángel Fernández acaba de publicar el libro El brillo de los días, subtitulado La cultura albaceteña del siglo XXI.  El libro ha llegado a mis manos con cariñosa dedicatoria de amigo, de viejo compañero en lides musiqueras, radiofónicas y sobre todo en las agotadores lides de divertirnos mucho con la vida. Y así, me puse a echarle un vistazo inicial para leerlo después, pero caí atrapado y me lo zampé entero completamente complacido. Juan Ángel me había hablado algo del libro mientras trabajaba en él y yo saqué la equivocada conclusión de que era un libro que pretendía ser algo así como un registro de artistas albaceteños en apogeo. Pero al adentrarme en él descubro que es un libro de buen periodismo, que toma como excusa sus conversaciones con los artistas para crear narraciones muy frescas, muy cercanas, llenas de vida, que nos hacen navegar por sus líneas con auténtico entretenimiento y placer.  Pero además en efecto el libro nos da a conocer algo de artistas albaceteños de alto nivel y gran interés. Para mí por esta razón es también un libro entrañable; algunos de esos artistas hace mucho tiempo hacían los deberes a un lado mientras su padre y yo hablábamos de libros y músicas, con otros me he divertido sin piedad en las largas noches de juventud, música y alcohol, alguna de esas artistas fue una dulce y añorada compañía, y hay también jóvenes a los que he conocido hace poco y admiro por su sensibilidad y algún otro que reconozco me ha sido descubierto por el libro de Juan Ángel.  Una nómina de artistas cuyo conocimiento  ya de por sí harían imprescindible la lectura de este libro. Artistas de un gran nivel de todas las disciplinas que han dedicado su vida muchas veces con gran sacrificio, sobreponiéndose  y siempre con soledad a construir lo que quizás sea más valioso de nuestra comunidad; sus obras, lo mejor que quedará de nosotros aunque muchos ni siquiera sepan que así es.  Nos sorprende de nuevo Juan Ángel Fernández, otro visionario, un tipo que mandó hace mil años al carajo un mullido futuro de bancario para tirarse sin red al mundo de la música y la radio. No tenía vocación de periodista, pero el periodismo siempre estuvo cerca de su vida y, mira tú por dónde, casi sin darse cuenta, acabó siendo periodista, que destila ahora sus mejores esencias en este libro que desde aquí animo a leer para conocer del arte y los artistas en Albacete y, sobre todo, para pasar un buen rato.

Televisiones regionales

Televisiones regionales

El nuevo director de Radio Televisión de Castilla-La Mancha ha dado a conocer los gastos desmedidos y superfluos en que ha venido incurriendo esta cadena. Gastos como pagarle a una presentadora  de segunda –Teresa Viejo-, por hacer un programa de segunda regional la bonita cifra de 22.000 euros más otros conceptos que engordan esta cifra. O los 200.000 euros que se ha llevado el periodista deportivo José Ángel de la Casa por dos temporadas y otra larga lista de desmanes económicos.   Este señor, Nacho Villa, entra al cargo y se da el gustazo de decir lo mal que lo hacían los del PSOE, pero en general el tema funciona de modo parecido en todas las televisiones regionales gobierne quien gobierne, pues vienen a ser cortijos mediáticos de los gobiernos regionales. Esta situación es un escándalo y lo hemos denunciado aquí con frecuencia, pero en el momento actual en que los políticos ponen en práctica recortes de todo tipo a los ciudadanos y más que pondrán, resulta criminal. Que la madre de mi amigo Manuel, impedida gravemente, se quede sin la atención que precisa mientras la televisión regional se gasta un dineral para hacer un programa en el que la gente va a decir que ha sido mala con su prima y que ha ido a la tele a pedirle perdón, es para encerrar a los responsables. Las televisiones regionales no tienen sentido ni justificación y suponen un abuso más de las sacrosantas autonomías, pero si además dilapidan su dinero en sandeces deberían ser eliminadas sin más. Pero mucho me temo que esto no va a ser así, pues los políticos son conscientes del valor instrumental que los medios de comunicación controlados tienen en nuestra mediática democracia.   Todo aquello que apuntala el poder  y las vías para sustentarlo tienen prioridad por encima de cualquier otra cosa.  Y se gastan ese dinero que es nuestro sin despeinarse aunque con ello pongan en peligro cosas como atender a una persona discapacitada si recursos. Nuestra democracia y nuestro modelo social están tocando fondo y mientras nos dicen que nos recortarán hasta la respiración se gastan el dinero a raudales con cosas como las televisiones regionales.   Busco otras palabras, pero robo y vergüenza son las que más me cuadran.

Síndrome de Estocolmo

Síndrome de Estocolmo

Escucho en estos últimos tiempos a no pocas personas que con aspecto grave dicen que aunque es duro para todos, hay que aceptar que es necesario hacer recortes importantes en el gasto público.  Tengo la sensación de que estas personas sufren una variante del Síndrome de Estocolmo, ya saben, ese cuadro psicológico por el que el secuestrado acaba comprendiendo y hasta uniéndose al secuestrador. Parece ser que ese cuadro se deriva de la situación de estrés  que vive el secuestrado en unas especiales relaciones de poder con su secuestrador  y para conseguir soportarlo su mente se convence de que el  secuestrador lleva razón.  ¿No es algo similar lo que le pasa a esos ciudadanos  que defienden los recortes?  Porque estamos secuestrados por lo poderes político-económicos que han orquestado el desfalco universal que vivimos hoy. Y ahora sus escopeteros  nos dicen que nos van a recortar más.  Unamuno decía que la razón es algo social, mientras que la verdad es algo individual; de modo que aun en el dudoso caso de que los gobernantes llevaran razón, yo sé que no es verdad que los recortes sean algo que resuelva los problemas, que sean necesarios y mucho menos que sean algo justo. Porque hay vida y hay razón y hay justicia más allá de la lógica codiciosa y brutal de los mercados. Quizás nos podríamos entender en parte si discutiéramos qué recortes hay que hacer, porque da la casualidad que cuando se dice la palabra mágica “recortes” se habla directamente de una andanada de torpedos en la línea de flotación de las economías privadas más débiles, de todo aquello que nos acercaba un poco a un ideal de equidad y civilización. En nuestro país y en el mundo occidental se mueven cantidades de dinero suficientes para pagar la deuda decenas de  veces, pero ese dinero está donde está y lo tiene quien lo tiene, personas e instituciones que no sufren ni de lejos la amenaza de recorte alguno.  Para eso los patéticos y cómplices  gobernantes tienen a mano a los trabajadores bien fichados y asustados,  hasta tal punto que nos hemos comido crudos los recortes del último gobierno y nos comeremos los del próximo que ya sabemos por dónde van a ir a tenor de lo anunciado para Castilla-La Mancha por la número dos del partido que nos gobernará de inmediato; menos para los que tienen menos y más para los que tienen más. Pero los comprendemos y hasta les votamos mientras nos apuntan con sus “recortes”  dentro del zulo.

Como Dios manda

Como Dios manda

Cosa magnífica las interpretaciones de los resultados electorales por parte de los políticos. Es inagotable la lista de interpretaciones torcidas de los resultados que van desde lo irrisorio hasta lo indignante recorriendo todas las escalas del morro imperturbable, con lo que vuelve uno a sentir que nuestros políticos viven en un mundo diferente del resto de los mortales. Pero dentro de ese maremágnum de despropósitos, algunos de ellos nos quitan la sonrisa y nos preocupan. Hablo en concreto de la interpretación de la victoria electoral del PP expresada por su presidente, Sr. Aznar. Dice este señor, con su gesto de no gesto, que el pueblo ha expresado un claro mandato a Rajoy para que haga lo que tiene que hacer. Y a mí, qué quieren que les diga, se me hiela la sangre. En primer lugar porque “el pueblo” al que se refiere es exactamente tres de cada diez ciudadanos con derecho a voto, el resto, que también son hijicos de Dios, no le ha dicho a Rajoy ni mú, salvo que no quieren que gobierne él.  Segundo: el “tú vótame, que ya haré yo lo que me da la gana” es un sentimiento perverso y antidemocrático. Así nos metió este señor en la guerra de Irak, ignorando un sentir del pueblo pocas veces tan mayoritario. Tercero: que Rajoy haga lo que tiene que hacer significa por lo menos tres cosas: que hará algo que aunque sospechemos lo desconocemos, porque no lo ha dicho y eso es antidemocrático y fraudulento,  que eso que hará será coherente con el neoliberalismo rampante que trata de salvar (sin mucho éxito hoy) las cifras macroeconómicas y a los adinerados poderosos que son según ellos la sal de la tierra y motor de riqueza y bienestar  y,  por último,  que según ha repetido hará las cosas como Dios manda y la historia nos demuestra que cada vez que un político se autoproclama oráculo de la divinidad, las cosas acaban muy malamente. Sr. Aznar, no hay nada de mandatos semejantes, sino balbuceos en la oscuridad de un pueblo que no entiende lo que está pasando, amendrentado y cabreado. Rajoy lo sabe y por eso en el balcón de Génova dijo doscientas veces “entre todos”. Ya ve lo que se le viene encima. Y está igual de acojonado, pero sin el consuelo de poder salir a la calle a manifestarse contra sí mismo cuando se coma el marrón deponer en práctica las instrucciones celestiales.  

Reflexión y gazpachos

Reflexión y gazpachos

Escribo estas líneas el sábado 19, día de reflexión. Confieso que he desobedecido y no he reflexionado hoy ni un pelín; me he marchado a comerme unos gazpachos fabulosos con unos amigos en medio de la llanura manchega que en esta época del año se viste de  unos colores emocionantes. La luz turbia del otoño convierte los viñedos infinitos en una acuarela cuya belleza limpia y serena el ánimo. Mis amigos son gente grata, tranquila, risueña, cálida y además de su buena mano para los gazpachos, me dejan fumar en la mesa. Todo ha estado muy bien. Durante todo el día he conseguido no pensar en la política de nuestro país,  he conseguido olvidar el fuego graneado de estupideces, mentiras, exageraciones, deslealtades, cinismos y sinvergüencerías que caía a mi alrededor lanzado por los partidos desde sus nido de cuco de ametralladoras. He seguido la campaña hasta donde mi lastimado estómago me ha permitido y hasta donde me ha permitido mi autoestima, pues los disparos de los candidatos me han convencido de que todos ellos me consideran un imbécil. Me interesa mucho la política. Creo que sólo un tonto puede decir que no le interesa la política. Precisamente por eso la política en estos tiempos me tiene asqueado; porque  una clase política mediocre y medrante, más unos poderes económicos criminales que se aprovechan  de ello y mangonean la democracia, más una ciudadanía muda y mansa han cubierto la política de una gruesa capa de maloliente basura. No conozco los resultados de las elecciones que ya se habrán producido cuando ustedes lean esto. Sólo sé que cualquiera que sean perpetuarán el mal olor. Porque a mi entender ni siquiera la crisis económica que padecemos es un problema tan grave como el deterioro que vive nuestra democracia, nuestra esencia política ciudadana. Sólo deseo que las desdichas y catástrofes a lo que ello puede conducir no llegue a materializarse porque el sufrimiento sería muy grande.  De modo que para recordar que soy, a pesar de todo, un ciudadano libre y digno me he clavado hoy unos suculentos gazpachos en amistad rodeado por la vibrante naturaleza otoñal de La Mancha. Y mañana será otro día. Iré a votar, desde luego. Ya tengo preparada la pinza para la nariz.

Dos Españas

Dos Españas

 Los versos de Antonio Machcado“ Españolito que vienes/ al mundo te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”  han tenido un gran éxito y han sido repetidos hasta la saciedad en la últimas décadas. Quizá esto suceda porque en realidad apreciábamos el fondo de verdad que había en esta desalentada premonición y advertencia. La popularidad de la frase se ha ido diluyendo. Y es que las dos Españas, unidas hoy en un abrazo tambaleante como de borracho nos hielan por igual el corazón. Sucede también que esas dos Españas han ido cambiando su rostro hasta ser posiblemente la misma y única España ya no separada por el tajo de las ideologías mal digeridas y por la brutalidad, sino unidas por el mismo dolor de cabeza tremendo de la resaca después de la fiesta. Puede que esto le haya pasado también a toda Europa, porque aquí nos flagelamos repitiendo lo brutos y sanguinarios que podemos llegar a ser los españoles, pero si echamos tan solo una mirada rápida a la historia contemporánea del continente veremos que sus perros no estaban atados con longanizas. Y en esa España y en esa Europa hoy únicas, el elemento de convergencia y aparente cohesión ha sido sobre todo el dinero, la riqueza cuyas migajas llegaba hasta esos ciudadanos ciegos y soberbios que se sentían los dueños del mundo cuando se cambiaron de piso y se fueron a vivir a un barrio mejor. Solo que de pronto hemos descubierto que esa riqueza no era nuestra y nos hemos quedado o estamos a punto de quedarnos en la calle. La gran derrotada en esta situación –junto con nuestras vanas y materialistas ilusiones- ha sido la socialdemocracia. Su propuesta era sencilla y claramente comprensible: democracia y libertad, mercado para crear riqueza y bienestar y gobiernos sociales que redistribuyeran esa riqueza para conseguir igualdad de oportunidades. Solo que ese dinero no era nuestro; nunca el dinero es nuestro. Incluso el dinero que circula por nuestros bolsillos tampoco es nuestro. Y el hundimiento de la socialdemocracia (no electoral sino como proyecto político) llena de oscuros nubarrones la jornada de Europa. Sólo cabe esperar que cualquiera de las mil caras del totalitarismo no nos hiele el corazón.  Porque lo van a intentar. Lo están intentando.

La lluvia tras los cristales

La lluvia tras los cristales

Las campañas electorales en una democracia del tipo de la que vivimos son un espectáculo poco edificante y un tostón. Pero la que se está desarrollando en estos días creo que rozan el patetismo y sume a los ciudadanos con dos dedos de frente en la tristeza, la desesperanza o el cabreo. Estas elecciones deberían tener un relieve especialmente importante a causa de la situación económica y, sin embargo, paradójicamente creo que el fondo son las que menos importan en los últimos tiempos en contra de lo quieren hacernos creer los partidos. Creo que desde el comienzo de la crisis ha quedado demostrado que nuestros partidos políticos han pintado muy poco y que los grandes poderes económico-políticos son los que han marcado el camino de actuación frente a todos ellos. La última encuesta del CIS, aparte de la intención de voto, muestra algo importante; el descrédito más profundo de los políticos y los partidos en nuestro país en toda la democracia. La gente no cree en ellos y la gente sabe que se combatirá la crisis no como ellos digan sino como digan esos poderes trufados de dinero y poder político. Así las cosas los programas de los partidos son blandas propuestas inconcretas cargadas de vagas promesas y declaraciones de buenas intenciones. Son un perfecto tostón que los ciudadanos escuchamos como el que oye llover. Nadie habla de las reformas de calado que se requieren, nadie habla de lanzarse al mundo para proponer la unión frente al poder codicioso que está minando nuestras vidas y hasta las bases de nuestra democracia. Todos los discursos se dirigen no a la razón, sino al bajo vientre de los ciudadanos para arrimar algún voto de poco criterio a su sardina de ansia de poder. Es una triste lluvia que escuchamos caer al otro lado de los cristales de la televisión. Pero con todo iremos a votar, porque los ciudadanos respetamos y queremos proteger la democracia incluso a pesar de sostener con ello a los partidos desvirtuados, escleróticos y endogámicos que la protagonizan. Queremos democracia, aunque no sea “esta” democracia. La salvaremos –de momento-  con el voto. Y si tuviéramos el valor y la determinación necesarios, desde el día siguiente, deberíamos luchar por cambiarla para librarnos de esta impotencia y esta tristeza de la lluvia sucia y gris resbalando tras los cristales.  

Sevilla-Albacete

Sevilla-Albacete

Escribo estas líneas desde la bella ciudad de Sevilla. Sevilla es una gran ciudad y como todas ellas en la mayor parte de su espacio es una ciudad de grandes barriadas dormitorio, con espacios de todo tipo en todas las escalas de lo bonito a lo feo, o de lo miserable a lo esplendoroso. También tiene esta ciudad, como todas, grandes zonas comerciales que a todas las iguala. Pero también tiene una parte histórica propia, única, de una indudable belleza. Raimundo Amador lo dijo muy bien en una de esas canciones golfas que hacía en otro tiempo: “Sevilla tiene dos partes, dos partes bien diferentes, una la de los turistas y otra donde vive la gente”. Y en Sevilla, por su singularidad y especial sabor, habita entre parte  de sus gentes el “sevillanismo”, una especie de nacionalismo no político, sino de simple afirmación exagerada de lo que estos partisanos entienden como las esencia de la sevillanidad.  Como toda forma de nacionalismo es un pensamiento retrógrado, carca y muy cansino. Y en Sevilla se adereza además con todo ese folclore denso y mareante de la iconografía católica más rancia. Para ellos Sevilla es sin lugar a dudas el lugar más bonito  y “grassssiossssso” del mundo. Sin duda se identifican en la canción de Los del Rio, “Sevilla tiene un color especial”. Por eso no quieren que cambie nada, se ponen enfermos si una nueva fachada no lleva color albero por algún lado, si cambian un ladrillo de una plaza antigua. Y sienten como una mayúscula traición o ceguera si alguien expresa la más mínima crítica sobre cualquier aspecto de la ciudad y su engolado costumbrismo. Nuestro Albacete es algo bien distinto como todos ustedes saben. Albacete no tiene un sabor especial, Albacete es una ciudad nueva construida sobre la nada de un pasado humilde que no dejó ni un rastro.  Y salgo algún pirado, no existe ningún tipo de “albaceteñismo” militante. ¡Qué suerte tenemos!.  Una ciudad medianeja, casi anónima, sin nada que enseñar a nuestros invitados foráneos. Albacete es una ciudad amable que nos deja en paz. No como esta maravillosa Sevilla, que pesa más que un matrimonio mal llevado. La ciudad aplastante de belleza y la ciudad etérea, ligera, casi inexistente. Albacete, amor mío, no sé ni la cara que tienes, pero mañana vuelvo de nuevo a tu encuentro. 

La sangre de los tiranos

La sangre de los tiranos

Imaginemos un sátrapa sanguinario que rige los destinos de su pueblo durante años a sangre y fuego. Es fácil imaginarlo, hay tantos… Pongámosle por ejemplo la cara más actual entre las miles que sería posible, pongámosle la cara de Gadafi. Acabamos de vivir su final. Como corresponde a nuestro tiempo lo hemos vivido casi en directo desde nuestro salón y con todo lujo de reflejo gráfico. El anciano tirano ensangrentado cautivo de los rebeldes es vejado, abofeteado y rematado mientras de fondo alguien repite histéricamente “Alá es grande”. El espectáculo es repugnante. Creo que cualquier persona en su sano juicio moral debió sentir desolación y cualquier persona con una emotividad medianamente equilibrada debió sentir asco. Hemos contemplado un asesinato sangriento sobre una persona detenida y desarmada. Resulta evidente que a este dictador y cualquier otro de los miles que ha habido, hay y habrán, el pueblo debe oponerse y derrocarlo, pero si de esa razón de libertad nace el linchamiento y el asesinato, es más que probable que lo que se consiga traiga algún modo de continuación de la tragedia. Es imprescindible la superioridad moral para fundar un nuevo orden de cosas. Habría que haberlo juzgado y con él a todos los que fueron sus cómplices. Por no hacer la lista infinita, nombremos aquí a quienes nos caen más cerca y singularmente a nuestros presidentes que lo abrazaron y besaron, que participaron sonrientes en las bufonadas de su jaima y su guardia de vírgenes y a todos nosotros que no dijimos ni mú cuando todo esto se sufragaba con el dinero público, con nuestro dinero y mientras gastábamos su petróleo a escape libre como hoy gastamos el del también abrazado Obiang y tantos otros.  Algunos ante el sangriento espectáculo del final del dictador habrán sentido alivio y que la libertad ha triunfado. Yo he sentido la inquietud al contemplar la bajeza que habita en el ser humano, que nada bueno promete el futuro en Libia y he considerado que si no nos ponemos a trabajar todos con la fuerza de la razón y la dignidad para derribar a todos los tiranos en vez de sostenerlos en una interesada ignorancia, el mundo seguirá siendo un asqueroso espectáculo sin fin de turbas, sangre y asesinatos.

ATTAC. Datos y propuestas

ATTAC. Datos y propuestas

Hoy cedo el espacio de esta columna a la voz de los indignados, en este caso al colectivo ATTAC, cuyo representante leyó un comunicado al final de la manifestación del pasado 15 de octubre.  Del texto leído entresaco datos que ofreció y las acciones que propone. Todo ello se explica solo. Y por eso cada día más estas voces están llenando las calles de las ciudades del mundo.

Algunos datos: En 2010 España invirtió en armamento 1.500 mill. € mientras el ahorro conseguido por el recorte de pensiones fue de 1.400. En 1977 los más ricos de España tributaban hasta un 63% en el IRPF, hoy ninguno pasa del 43%. Los directivos de las empresas del IBEX-35 (540 personas) juntos ganan los mismo que 40.000 personas con un salario medio. Actualmente, mientras el Banco Central Europeo presta dinero a los bancos privados al 1%, estos se lo prestan a las administraciones a intereses que oscilan entre el 5% y el 12%. En nuestra propia provincia hay ayuntamientos que no podrán la nómina de los trabajadores en los próximos meses, y los bancos ya han adelantado que no les prestarán dinero. Por cada euro que se invierte en la economía real, 70 intervienen en la economía especulativa. Los beneficios de las grandes fortunas de las SICAV tributan un 1%. Mientras las grandes empresas tributan por un 1% las medianas y pequeñas pagan alrededor de un 25%.

Soluciones que se proponen: Realización de una auditoría de la deuda pública de los estados europeos. Regulación del sistema financiero europeo y mundial e imposición de un impuesto a las transacciones financieras. Creación de un agencia pública de calificación. Promover la armonización fiscal de Europa con un sistema progresivo. Abolir los paraísos fiscales. Creación de un banca pública ética a partir de las Cajas de Ahorro. Nuevo estatuto del Banco central europeo subordinado al poder político y centrado en el objetivo de la creación de empleo. Restablecimiento el Impuesto sobre el patrimonio. Reforzar la inspección de hacienda y las investigaciones a las grandes fortunas y subier los tipos a éstas. Aumentar la tributación de grandes empresas. Eliminar el régimen fiscal especial que permite a los bancos disfrutar de bienes procedentes de desahucios y embargos. Aumento de la tributación de las SICAV. 

Morado

Morado

En los últimos días se oyen voces de esos “expertos” de los organismos internacionales que hablan de que es necesario recapitalizar de nuevo a los bancos, según ellos para que fluya el crédito. Esto se debe, dicen, a que los ajustes llevados a cabo en toda la UE están enfriando quizás demasiado la economía y ello nos aboca a la recesión. Hay otra razón que no mencionan porque ya saben que nos hacemos cargo y es que los bancos, pobrecitos, están ganado poquísimo dinero. En nuestro país el candidato socialista, el enfriador y recortador Sr. Rubalcaba también dice que igual se les ha ido la mano y que tanto recorte ha dejado el consumo paralizado. Sólo que éste señor no dice que haya que calentar ahora la economía dándole pasta nuevamente a los bancos sino a través de secretos mecanismos de los que no nos adelanta nada. Y va más allá diciendo que se va a poner el disfraz de Robin Hood y que va a ir a cogerle su dinero a los ricos y a los bancos para mantener (será para recuperar en todo caso) el gasto social. A buenas horas, mangas verdes. Cuando lo vi diciendo esto en el telediario se me quedó un trozo de patata (tan buenas que las hace mi señora) atascada en la garganta y tuvo que venir la familia en mi ayuda porque si no las palmo. Cuando mi cara morada volvió a su color normal solo atiné a mirar asombrado a los míos y decirles: “¿por quién nos toma?”. De modo que mientras, iluso de mí, estaba esperando a ver cuándo los bancos empezaban a devolver el pastón que le hemos dado, en Europa ya se están preparando para rellenarles de nuevo el plato, que estos tíos es que son unos agonías con la comida y tiene un saque que ni Obelix. Pues ya les adelanto yo que pagaremos, callaremos y después de sellar el carnet del paro nos iremos a votar en una jornada sin más incidentes que las monjitas que salen de su convento para votar y el acontecimiento de algún héroe que caminará por la nieve para llegar a la bendita urna. Entretanto el Sr Rajoy calla mientras piensa, ¿veis que lo público no es nada más que miseria, dentro de unos días vais a ver que lo dejo todo como el jaspe, haré felices a los bancos y los bancos os harán felices a vosotros, que es como debe ser”. Y el 20N las elecciones. Se me están volviendo a poner los carrillos morados.

El grifo

El grifo

Bien, pues resulta que la Junta de Comunidades no paga, no suelta ni un duro a ninguno de sus acreedores y la región está llena de gente aterrada con el espadón encima de sus cabezas. Nadie desconoce que en los últimos años a los gobiernos regionales les pilló el rodillo de la crisis. Vale. Por otra parte, todo el mundo conoce la mala gestión del pasado reciente. Durante bastante tiempo recordaremos los grandes derroches vergonzosos como el aeropuerto de Ciudad Real, Ruta de El Quijote, la radiotelevisión regional, y tantos otros que convirtieron esta taifa en el reino de jauja. Con este despendole unido a  la crisis, no cabe duda de que las arcas de la región han quedado temblando. En esto llegaron las elecciones, cambió el partido gobernante y se cerró a cal y canto la caja en nuestro seudoestado innecesario en el que desgraciadamente las contrataciones y pagos del subgobierno de aquí tienen un peso muy grande en su economía. Para muchos surgen entonces un par de cuestiones inquietantes. La primera es si el gobierno saliente conocedor de la situación económica y la proximidad de las elecciones ocultó la realidad con la intención de pasarle el pufo al que llegara o en caso de ganar, decir la verdad con cuatro añitos más en el machito y ya veríamos. La segunda es si el gobierno entrante están utilizando el pufo para devolver la bofetada al enemigo y dentro de esa dinámica y la inminencia de nuevas elecciones (esta vez generales, ámbito propio de la nueva presidenta) aguantar con el grifo de los pagos cerrados para aumentar el dramatismo de la escena y decidir cuidadosamente el momento de ir abriendo la mano para ir de salvadores, conseguir cierta alegría y réditos electorales. ¿Es posible que sean ciertas esas operaciones políticas que tanto daño habrían hecho de ser ciertas?. Porque entretanto cada día los servicios públicos se resienten, cada día cientos de pequeñas empresas acreedoras de la administración regional quiebran y cada día miles de personas se quedan sin trabajo. Sólo pensar en la posibilidad de tener gobernantes tan desalmados, en el caso de confirmarse esas hipótesis, nos aterra. Y el silencio y mansedumbre de la gente nos desconcierta. Pero a lo mejor no pasa nada de eso que nos hemos preguntado y es que somos muy malos y muy malpensados. O una cosa o la otra. Tarde o temprano lo vamos a saber

Escepticismo

Escepticismo

El elegante escéptico inglés Bertrand Russell decía que el escepticismo podría llevarse hasta el extremo de no poder creer en nada en absoluto porque hasta la propia razón podría ser criticable y “desmontable”. Afirma también sin embargo que es la razón la única luz que puede guiarnos en el conocimiento y en el establecimiento de verdades aunque estas sean provisionales y que la “actitud científica” debe guiarnos y mantener el rigor y la razón alerta, fiando acaso en los que más saben cuando sea necesario pues no podemos llegar a todo. Y aunque todo aquello que establezcamos como cierto sepamos que es provisional. Con esto quizás no lleguemos a verdades absolutas, pero sí que estaremos bien armados mentalmente para desmontar todas las falacias, paparruchas y falsos saberes con que nos inundan iluminados esotéricos, políticos y fabricantes de engaños de toda laya. Es un empeño loable, un camino liberador. Hoy más que nunca está claro que sería muy recomendable redoblar ese esfuerzo de escepticismo hacia la política (como el mismo Russel recomienda), entendiendo la política como “esta” política de los partidos. Porque desde el escepticismo las paparruchas que cuentan se deshacen en segundos, porque los partidos han hurtado la soberanía al pueblo, porque han acaparado todo el poder que debería estar equilibradamente repartido con organizaciones ciudadanas, funcionarios expertos y por comisiones técnicas internacionales entre otras instancias y porque la inevitable lucha por el poder de los partidos se basa en el odio al contrario y ese odio ciega nuestra razón y nuestra crítica y lo incapacita para llevar a cabo análisis razonables fuera de la omnipresente propaganda y griterío estúpido de los partidos. El 99.9 de las cosas que dicen los partidos a través de sus políticos son estupideces, falacias y sobre todo torticeras denostaciones del contrario que no resisten un instante de reflexión. Nos dicen que no hay otro sistema y es mentira y si fuera verdad, habría que inventarlo. ¿Cómo podemos seguir soportando toda esta marea de estupidez tan peligrosa que pone en tan evidente riesgo nuestra libertad y nuestro bienestar? 

Vivir

Vivir

Hace unos días me encontré con un viejo conocido. Es uno de esos centenares de miles de personas a los que la crisis ha tratado muy mal, uno de esos rostros que ocultan las estadísticas. Su empresa quebró. Sobreponiéndose y con lo poco que pudo salvar del naufragio montó otra pequeña empresa que también quebró. Después, según me contaron,  su cuerpo y su cabeza no pudieron soportar la presión y su salud se fue al garete. Al verlo por sorpresa frente a mí, me sobrecogí un poco suponiendo que asistiría al doloroso espectáculo de la ruina y la tristeza. Sin embargo lo que recibí fue una amplia sonrisa y un enérgico apretón de manos. En realidad parecía estar bien de ánimos, alegre como siempre lo conocí. Como siempre también, repetimos el rito de sentarnos a fumar deleitosamente un purito de la marca rara que ambos usamos. Después de algunos chascarrillos y tonterías, me preguntó poniéndose serio que cómo estaba, y que si las cosas me iban bien. Al contestarle que todo más o menos bien, puso una cara de sincera alegría y me dijo “tú y yo hemos vivido una vida intensa y ajetreada y pasamos ya de los cincuenta, la muerte está más cerca, las posibilidades de la enfermedad también y, en cualquier caso, la vejez se acerca, de modo que estar ahora aquí fumando nuestros puritos con este vaso de vino es algo sencillamente estupendo, estar vivo es la hostia, tú…”. Charlamos un rato más y tras nuestra despedida pensaba en la sorpresa de encontrarlo tan bien de ánimos cuando yo esperaba justo lo contrario. Y sobre todo recordaba su cara y su voz entre las volutas de humo mientras decía “estar vivo es la hostia, tú”.  Y es que probablemente todo es así de sencillo frente al entramado de complejidades ilusorias que levantamos a nuestro alrededor. Yo no sé si mi viejo conocido en el fondo siempre fue así o esas ideas se las ha pasado su terapeuta, pero en cualquier caso, me parece que hoy en día es un hombre sabio. Él sabe que hasta que lleguemos a ser –según el verso de Góngora- tierra, humo, polvo, sombra, nada, estamos vivos y que estar vivo “es la hostia, tú”. Pues eso. 

Tener y no tener

Tener y no tener

Jugando con ideas de San Juan de la Cruz en su Subida al Monte Carmelo podría yo decir que todo aquello de lo que tengo escritura de propiedad es aquello precisamente que menos tengo, que menos poseo. Y aun también que lo que de verdad sé es lo que no sé, idea formulada muchos siglos antes por Sócrates en su famoso aforismo “sólo sé que no sé nada”. La propiedad tiene un cierto grado ilusorio, es accidental y pasajera. Lo que poseo de verdad es aquello de lo que no soy dueño; la amistad de mis amigos, la belleza de la naturaleza, la caricia que recibo. La propiedad es algo pequeño y hasta mezquino, también esclavizante y fuente de preocupación que lleva con frecuencia a la avaricia y a las muy diversas formas de agresividad y violencia. Y es sin embargo la propiedad el motor de nuestro tiempo, el dios al que rendimos culto. Este mundo es muy injusto y reparte la miseria y el dolor de forma exageradamente desigual –mientras escribo esto caen muertos como moscas los niños en el cuerno de África- porque el tener es un cáncer que devora al ser humano, pero también porque aun cuando existe en algunos o en muchos buena voluntad, es voluntad  que se manifiesta en la intención (casi imposible) de transferir las migajas de esa propiedad. Quizás algún día el ser humano aprenda a compartir lo que no tiene, lo que no es de nadie, lo que es gratis y proporciona con bastante mayor éxito satisfacción física y espiritual. Será, en su caso, un mundo muy distinto de éste. Somos hoy tan poco aptos para ello que los intentos que han habido de eliminar la propiedad han producido monstruos delirantes de dolor e injusticia no menores que los que pretendían evitar. Estamos muy lejos de saber compartir lo que no tenemos. Y todo posiblemente comienza en que no sabemos todo lo que no sabemos y por lo tanto no sabemos nada. Somos brutos y primarios. Seres engreídos que ocultamos nuestra dulce ignorancia tras un pesado andamiaje de certezas perentorias. Y no digo que tengamos que convertirnos todos en místicos como Juan de la Cruz (Dios nos libre de creer en él), sino acaso simplemente en levantar el pié del acelerador, pensar y amar, sencillamente. La vida de un ser humano es corta. Y no hay otra. Ninguna casa, pasados los años suficientes, se mantiene en pie. 

Viejas águilas

Viejas águilas

Mis amigos, la gente de mi generación, andamos la mayoría de nosotros rondando las bodas de plata de nuestras parejas. Alrededor de veinticinco años de convivencia con la costilla  o el costillo que entre otras muchas cosas ha dado para sacar adelante la camada; uno o dos zagales que han dado bastante guerra porque el ciclo de la crianza se ha alargado de una manera brutal, y ahí los tenemos grandes, fuertes y hermosos, con todo su vistoso plumaje completo desde hace diez años pero resistiéndose como lapas a abandonar el nido. Son bonicos y los queremos, pero se clavan. Puede que surja dentro de poco tiempo la fiesta familiar del “relevo”. Una fiesta en la que se celebra al mismo tiempo el primer trabajo de la criatura y la jubilación de los padres. Veinticinco años que dan lógicamente para conocerse muy bien. Ese conocimiento a veces es algo confortable; la sensación de alguien cercano que nos comprende, que disculpa nuestros defectos y fallos, que adivina cuándo nos sentimos mal y nos tira un capote, alguien que se ríe de las mismas cosas con nosotros, que se recoge a nuestro lado compartiendo nuestras lástimas y disgustos. Pero ese conocimiento a veces también es como la etiqueta de una camisa nueva que nos roza en el cuello, una fuente de malestar difuso que nos irrita sin que sepamos muy bien por qué, aunque probablemente a veces sea porque le echamos al otro unas cuantas culpas que ya no nos caben en la mochila. Una de las expresiones de una larga convivencia en pareja que muchos tienen por tristeza, la tengo yo por gozosa tranquilidad, tal cual es el compartir los silencios, cosa que en la juventud o en los primeros años de pareja parece poco menos que imposible con toda la cháchara del amor y los proyectos. Siendo con frecuencia, desde mi punto de vista, el silencio el adobe que rejunta los tabiques de la convivencia y la serenidad de los tiempos maduros. En cualquier caso pasa la vida y si hemos llegado hasta aquí sin heridas graves y sin habernos mandado a tomar horchata a Pernambuco pues va a ser que a lo mejor ya no tiene remedio ni lo necesita. Y a nuestro chano chano acabamos por ser como las águilas silenciosas que surcan juntas el cielo para siempre. 

Tigres y bueyes

Tigres y bueyes

Me da la sensación de que las personas somos lo que somos y que lo que no somos forma también parte de nosotros. Lo que no somos a su vez lo podríamos subdividir en aquello que sencillamente no somos ni seremos ni nunca y por otra parte en aquello que podríamos ser y no nos atrevemos a ser. Y una vez soltada la frasezota metafísica, me explico. Somos lo que somos, la suma de nuestra historia y nuestras circunstancias como dijera Ortega, y del modo en que aceptemos eso seremos más o menos felices, tendremos más o menos alegría. También somos lo que no somos y no podemos ser. Yo quisiera quizás por encima de todo ser un gran poeta y escribir como los ángeles, pero no lo seré, no tengo talento suficiente. Aquí, sin duda, lo mejor es conformarse y elegir; o dejarlo o disfrutar del juego aunque uno no dé más que para la segunda división o la segunda be. Y como decía también, somos lo que podemos ser y hasta queremos ser pero no nos atrevemos, fundamentalmente por los distintos miedos que de suyo tiene el ser humano y todos aquellos que nuestra sociedad tan colonizadora del individuo nos graba a fuego en el ánimo.  La alegría en nuestra vida o la falta de ella viene en buena medida de aquí, de lo mucho o de lo poco que nos atrevamos, de en qué medida hagamos lo que podemos y queremos hacer. ¿Cómo se puede medir la alegría de alguien que tiene un jefe indigno y que un día le dice serenamente que es un soplapollas y que ahí se queda?, ¿cómo se puede medir la tristeza de no hacerlo?. Y valga el ejemplo pedestre para ilustrar lo que digo. Claro que el valor se paga con esfuerzo, con batalla y con heridas y ahí está el problema. Hay un mundo de tigres y un mundo de bueyes. Si quieren pueden ustedes conectar toda la parrafada anterior con nuestro mundo y con la situación económica y social actual y a ver qué se les ocurre cocluir, que por eso lo contaba yo.  Podemos vivir libres en la selva silenciosa afrontando el peligro de los cazadores, o podemos vivir en el tranquilo bullicio del arado y del yugo. Todo está en función de lo que cada uno se atreva a hacer. De lo que sea y de lo que quiera ser.

Mi pueblo

Mi pueblo

Desde hace años paso buena parte de mi tiempo en un pequeño pueblo que he acabado por sentir como mío. De hecho me sorprende cuando me escucho a mí mismo hablando de “mi pueblo” para referirme a él, cuando en realidad mi relación con este pueblo viene por la vía de mi familia política y durante muchos años fue una relación escasísima.  Quiero explicarme esta situación y estos sentimientos en el hecho de que yo no tengo pueblo, de que perdí mi pueblo para siempre a los nueve años cuando mis padres consiguieron sacar a la familia de una asfixiante dictadura y decidieron no mirar atrás. De este modo, mi pueblo se fue convirtiendo con el tiempo en un pueblo mítico, irreal, un pueblo que acabó por existir tan solo en nuestros recuerdos y nuestra imaginación y se convirtió en una patria sin himnos ni banderas que nos acogía a todos en un amoroso recuerdo. Pero lo cierto es que ese pueblo no estaba ahí físicamente, no podía uno irse al pueblo el fin de semana y cierto sentimiento de orfandad se apropiaba a veces de los veranos y de las oscuras tardes de los domingos. Mi amigo Antonio escribió una vez refiriéndose a mí afirmando que poseía “la nostalgia propia de aquellos que no han vuelto nunca al lugar en que nacieron”; nada como tener amigos inteligentes y que te conocen bien para conocerte mejor a ti mismo. Pero la vida con sus regates, revolcones y sorpresas te lleva a escenarios inesperados y ahora, bien entrada la edad de la madurez, resulta que tengo un pueblo. En agosto veo pasar las vaquillas de los encierros como si las hubiera visto cada año de mi vida, saludo a gente que conozco hace unos pocos años y me parece que los conozco de toda la vida e incluso me sorprende que no sepa de qué están hablando cuando refieren acontecimientos lejanos en el tiempo. Cuando conozco alguno de los nuevos inagotables rincones de estas sierras, tengo la rara e inexplicable sensación de estarlos recordando más que viéndolos por primera vez. Desde luego no caeré en tentaciones esotéricas, sino que entiendo que la inteligencia es capaz de tendernos dulces trampas para acunarnos en medio de la vida tan efímera, tan rara. Y esa inteligencia sabe que nuestro espíritu necesita un pueblo al que poder llamar “mi pueblo”. 

Bohemia

Bohemia

La novela de un literato, de Rafael Cansinos Assens, es un larguísimo y entretenidísimo libro de memorias por el que desfilan cientos de personajes de finales del S. XIX y primer tercio del S. XX, especialmente del mundo de la literatura. Especial atención merece en las páginas de este libro la continua presencia de los miembros de la bohemia. Un mundo realmente curioso. Conozco yo una pareja de individuos de Albacete, que  muchos años después practicaron una bohemia muy efímera pero que dio pie a experiencias cuando menos curiosas. Muchas madrugadas se les pudo ver bebiendo Tio de la bota y comiendo de una hogaza de pan a la puerta del horno del Rosario mientras hablaban interminablemente de poesía. En ocasiones los invitaba una amiga medio loca y bellísma a cenas muy particulares en la que la anfitriona los esperaba completamente desnuda y a sus requerimientos la ayudaban y mimaban en un baño que duraba toda la madrugada mientras al tiempo le leían los versos que ella pedía. Más de una noche, uno de ellos que tocaba la guitarra primorosamente dio conciertos  de música antigua a un grupo de borrachos que acampaban en El parque mientras les decía “dormid hijos míos sobre estos nenúfares musicales” y se tronchaba de la risa, al igual que los borrachos. Algunas serenatas dieron de las que tuvieron que salir por piernas. De alguna sala de fiestas los echaron de día teniéndolos que despertar porque se habían quedado dormidos mientras escribían poemas al alimón en un rollo de papel de water. En otra ocasión embromaron a un pedantuelo dándole amplia información de un escritor poco conocido, Álvaro de Gaude y le recitaron sus poemas siendo todo un invento y el pedantuelo llegó a escribir algo de ello, lo que supuso unas cuantas borracheras de celebración del embolado. Me dicen estos personajes que lo pasaron realmente bien en aquel tiempo, pero que no desvele sus nombre, que ahora son gente respetable. Arte y juventud, locura. Lean ustedes La novela de un literato de Cansinos, que no es nada cansino y me lo agradecerán.