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El Puente. León Molina

Vuelta y vuelta

Vuelta y vuelta

Durante unos años estudié filosofía. Me dejé ir por inercia, pero no llegué nunca a conectar realmente con la disciplina. Muchos años después descubro en la sencillez (suele pasar) de un texto -de Lichtenberg en este caso- una expresión clara de lo que acaso me ocurriera. Dice Lichtenberg refiriéndose a un autor que “…su filosofía es para los hombres, la otra” (que describe en otro lugar como “maraña de refinadas sutilezas” o “lucubraciones metafísicas para quienes no pueden hacer nada mejor”) “es para los profesores”.  Yo deseaba ser sabio, quería una filosofía de y para la vida y encontré sobre todo filosofía de y para la filosofía. Me fui alejando. La filosofía siguió su camino y yo el mío. Sigo intentando ser sabio, aunque todo indica que no voy a conseguirlo. La filosofía, no sé qué habrá aprendido de sí misma en estos años. Pero seguro que ha echado tripa, igual que yo.  Afinar la herramienta de la razón es sin duda necesario e importante, especialmente en estos tiempos raros y complejos que vivimos, porque la justicia para existir necesita de la razón. Pero quizás lo más importante es saber hasta dónde hay que afilar la herramienta, porque puede llegar a suceder que nos pasemos la vida sacándole filo y no lleguemos  a usarla. Debemos permitirnos cierto margen a la imprecisión, al error, en beneficio de la acción.  Esa distancia que queda puede ser cubierta sin temor por la intuición, que para eso está, entre otras cosas.  Mencionaba estos tiempos que vivimos y por poner sólo un ejemplo diría que si considero intuitivamente que el ministro Wert (permítanme el ejemplo, es que Wert y yo tenemos algo especial) es un sandio retrógado y un hipócrita que lleva toda su vida de “tapado” aparentando ser lo que no es, usaré la razón para desmontar su discurso, pero no necesito llegar a hacer tratados que justifiquen lo que digo, algo que se ve favorecido en este caso porque  las cosas que dice este hombre con vuelta y vuelta en la parrilla de la razón quedan listas. Vamos, que no tengo que remontarme a la metafísica aristotélica para justificar que este señor hace cosas inadmisibles defendidas con razonamientos cojitrancos. En definitiva, que no sé para qué todos aquellos años de estudiar filosofía cuando puedo sencillamente decir que Wert es más tonto que una maza, más malo que un dolor y más falso que un Judas de plástico, expresiones que no tienen valor filosófico, pero que me dejan más a gusto que un arbusto, tal como se debió quedar Hegel después de escribir la Fenomenología del espíritu.

1 comentario

Gregorio -

Tampoco hay que escribir poemas para decir te quiero vivir el éxtasis de un paisaje. Es posible que lo innecesario sea el núcleo de la humanidad. Debe de ser bueno hacer del fracaso virtud aunque sea a costa de aquellos que hicieron otra elección. Un abrazo.