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El Puente. León Molina

PALETOS

PALETOS Un hombre del campo es potencialmente un hombre digno igual que cualquier otro. Pero el hombre del campo que no se siente cómodo en su piel, que reniega de la poco sofisticada vinculación con la tierra y se aparta, huye de ella como de una maldición, se convierte en un paleto. Es un tipo amargado que carga para siempre con un estigma que él mismo ha creado. Hará cualquier cosa para esconder una condición que tan sólo él estima vergonzosa. Medrará, abusará, robará con tal de exhibir una nueva condición, que sólo él no sabe que es la de sinvergüenza, nuevo rico y paleto. Detrás de muchas de las actividades de destrozo del litoral mediterráneo se mueve la sombra de estos paletos que se fueron un día a hacer las marbellas o que descubrieron que el pastón ganado con sudor magrebí les podía servir para comprar los Mercedes que no se pueden comprar en su pueblo, las mansiones que nunca se hubieran podido comprar sus padres,  las cenas en los más caros restaurantes con mandamases que no se dignarían ni a mirar a sus primos del pueblo. Y así se envalentonan, buscan servidumbre de miserables y queriendo ser más finos e importantes, son cada día más paletos, más groseros, más grotescos. El paleto del alcalde de Orihuela se pasea por el pueblo en un Rolls Royce de un paleto amigo suyo constructor, el paleto del alcalde de Los Alcázares se pavonea de su amistad con Roca, el rey de los paletos, y barrunta ahora mismo lo que se le puede descubrir, el hermano paleto del presidente paleto del gobierno regional de Murcia hace negocietes con el paleto del dueño del Polaris. El paleto de Lorca ha creado un plan urbanístico que albergará casas para diez veces la población de su desértico municipio, los políticos paletos de Alhama venden su tierra, (¿para qué quiere la tierra un paleto?), al antedicho paleto-Polaris por un adelantillo jaleado por el gobierno regional murciano que ha creado una asociación pública de protección de paletos. Merodean los paletos como lobos alrededor del rebaño en Cabo de Gata, en Águilas en Calblanque (único caso en que un gobierno intenta desproteger un territorio protegido para que un paletillo amigo haga sus paleterías esas de los “resorts”, aunque por suerte aquí intervino la UE y se fastidiaron).  Saben que no pasa nada. Dentro de poco todos en la calle viviendo de lo que robaron y rompieron. No corren peligro en tierra de paletos. Todos van hacia la más profunda miseria moral, sacudiéndose el dinero de sus ropas como si fuera la tierra de aquél campo que un día maldijeron.

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