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El Puente. León Molina

Insensatos

Insensatos En estos tiempos extraños en que nos ha tocado vivir podemos encontrarnos con grupos zulúes que tocan un rock contundente, japoneses que bordan la soleá a la guitarra flamenca, un chaval de Madrid que se cuela en la NASA y viaja al espacio, un primer teniente de alcalde alemán en los secarrales de Águilas, un gallego jefe de bomberos de Nueva York y hasta un tío de Albacete que escribe haikus. El mundo está lleno de insensatos. Por suerte. Un haiku es una composición poética oriental muy breve donde prima la sencillez y la belleza de la mirada puesta sobre lo que está pasando en un momento determinado. Quizás valga mejor poner algún ejemplo. En primer lugar un famoso haiku de una de los grandes maestros del género, Matsuo Bashô: “Un viejo estanque;/ se zambulle una rana, / ruido en el agua”. y este otro de un autor mucho más cercano en el tiempo, Yosa Buson: “tarde de otoño; / también hay alegría / en estar sólo”. Belleza del instante, delicadeza. Parece algo muy normal en los japoneses, unos tíos que se tiran cuatro horas para hacer un té, o que dan clase dos años sobre la manera de coger el pincel para pintar acuarela, pero ¿para un manchego?. ¿Y para un manchego al que se le ha podido ver vendimiando con un pañuelo en la cabeza y mojeteando en la cazuela del ajo mataero con fruición?. Pues haberlo, haylo. El insensato en cuestión es Frutos Soriano, nacido y criado en Albacete,  que es tenido por muchos como uno de los grandes cultivadores del género en lengua castellana. Una prueba de ello puede encontrarse en el libro que le ha editado Andrés Trapiello en la editorial  La Veleta, Diarios de un Holgazán. Frutos, enjundioso manchego, sabe guardar los espacios más amplios de su mirada para buscar la serenidad; “no tengo aún / suficiente silencio: / huyen los pájaros.” nos dice con desconsuelo. Y se funde hasta con lo más sencillo de nuestro parque; “en tu rincón / también eres amado / pequeño musgo.”. O la proeza de reparar en la luna en medio de la bulla de la Feria; “noche de feria: / no se pierde detalle / la luna llena.” . Exaltación de lo mínimo; “piedrecillas / cada una de ellas / tiene su sombra.” . Es un manchego contemplativo en un universo contemplativo; “ en la capilla / la lagartija y yo / contemplativos.” Y en la misma línea éste último que está entre mis favoritos: “más que el sermón / me conmueve el gastado / suelo del templo”. Tiempos extraños estos en que florecen los haikus a la sombra del depósito de la fiesta del Árbol. Frutos Soriano, insensato, gracias por estar como una chota.

5 comentarios

Anaximandro -

Mari Puli, ¿eres tú? Cuánto tiempo. Tú sí que te mereces seis haikus míos. Gracias por el piropo. Estás rendidica a mis encantos. Ya lo sé, chatina. Un beso.

León -

Mi dilecto y rendido Puli, ¿no tendría usted quizás la amabilidad de componer para nosotros el haiuku que sostiene merece el Sr. Anaximandro?. Suyo, LM.

León -

Sr. Anaximandro, quizás debiera usted subir al desván y desempolvar la cajita del ápeiron. Creo que entre otras peculiaridades, su invento debió de ser un eficaz antiestrés para usted en otro tiempo.

Puli -

Me rindo ante los versos de Soriano. Me rindo ante el artículo de Molina. Me rindo -no me queda más remedio que rendirme- ante la salida del tal Anaximandro, cuya involuntaria candidez también merecería un haiku.

Anaximandro -

El haiku del templo está muy bien. Pero no me parece progresista. Me gustan más los agnósticos, los nihilistas. ¿Conque Frutos escucha en el templo un sermón que lo conmueve? Acabaremos todos hechos unos meapilas.