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El Puente. León Molina

En shock

En shock

Rajoy está en shock, o si lo prefieren, más perdido que un pulpo en un garaje. Inauguró su gobierno como elefante en cacharrería con una idea muy simple (él es simple); tijeretazo a muerte y sin complejos, a continuación confianza de Europa y los mercados y voilá, la recuperación en unos meses. Y resulta que no, que todo va a peor, que los acontecimientos pasan a su lado a una velocidad de vértigo y ni le da tiempo a ver de qué va. Su vicepresidenta, alumna aplicada de la ortodoxia simplista del jefe entró al escenario como una diva y anda desaparecida, cada vez pinta menos, porque su trabajo era decir lo que iba a hacer el gobierno y el gobierno no sabe lo que va a hacer; la han dejado sin discurso. Los altos cargos se contradicen públicamente, lo que se asegura un día se cambia por completo dos días después, comenzaron siendo merkelistas cuadrados y ahora tienen que buscar simpatías de los que presionan a Merkel. Todo esto es un enorme disparate y el mudito está supermudito y con cara de lelo. Y alrededor algunos ministros que se afanan en sus recortes están llevando a cabo actuaciones penosas. Singularmente el ministro Wert que va a batir todos los records de torpezas y desenfoques. En tan poco tiempo no dudo que se habrá ganado ya la consideración de peor ministro de educación de la democracia. La ministra Báñez  soltó el pastel de la reforma laboral “que iba a crear empleo” y nunca más se supo. Guindos y Montoro  se llevan fatal. José Manuel Soria se ha cargado el sector de las energías renovables y todavía no ha explicado por qué . Gallardón está patético saliendo a decir que se ha reforzado la justicia con cada nuevo  pastel de la misma. Ana Mato cabalga desmelenada en la erosión del sistema público de salud y para lo que explica y cómo lo explica pues igual mejor se callaba y nos dejaba con menos pavor en el cuerpo. Y mientras la gente está angustiada buscando alguien o algo a lo que sujetar su esperanza, del gobierno no encuentra más que silencio, desconcierto, verdades disimuladas, mentiras flagrantes y decretazo recortador  nocturno y sin explicaciones.  Todo parece indicar que nos encaminamos al segundo rescate de España (este ya sin maquillaje ni vaselina) y ni siquiera tenemos a nadie que nos hable del horizonte después de la sangre, el sudor y las lágrimas. El maestro de ceremonias está inmóvil y mudo en el escenario y todos nosotros en la platea con el corazón en un puño. 

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