Blogia
El Puente. León Molina

Un mensaje en facebook

Un mensaje en facebook

Leo en Facebook el mensaje subido por una amigan joven, titulada y sin trabajo.  En él cuenta que el próximo que, ante su situación de desempleo,  le pregunte por qué no emigra, tendrá que soportar sus lágrimas o sus insultos. Y cuenta que ya se siente ella bastante mal viviendo con treinta años en casa de sus padres y que lo peor que pueden hacer esos conocidos (que reconoce bienintencionados) es hacer que se sienta una blanda por no querer emigrar (emigración, por otra parte, para la que no ha conseguido ninguna oferta relativa a su formación). Confieso que este mensaje me ha conmovido. Yo le he contestado que esos comentarios son algo así como recomendar a alguien a quien le están entrando a robar continuamente que tome la solución de abandonar su casa. Pero es que así andamos. Nos están atracando a todos y respondemos con el silencio o la palabrería bulliciosa e inconsecuente de los bares. Le están robando el futuro a nuestros jóvenes y les decimos que emigren. Sé de lo que hablo, un hijo mío se marcha fuera de España y al otro no hace mucho, en mis vanos intentos por ayudar, le insinué que se moviera para buscar trabajo fuera. De modo que el comentario de mi amiga, no sólo me ha conmovido, sino que me ha hecho pensar y sentirme mal al comprobar cómo la impotencia nos puede poner sin querer del lado de los malos. Es un gran peligro que nos amenaza constantemente y que llega a doblegarnos a veces  a algunos y a otros definitivamente, inyectando en nuestro ánimo un freno a la lucha por agotamiento. Y así, después de leer el mensaje de mi amiga he tenido momentos de cierta vergüenza y de tristeza. Y de ella he tomado nuevas energías para afirmar rotundamente mi denuncia a todo este entramado que sostiene un mundo tan injusto. A los avariciosos del dinero, a esa legión de políticos mediocres  y desvergonzados convertidos en casta social, y a nosotros mismos como ciudadanos en la parte que nos toca por sostener todo eso con nuestra indolencia y nuestra íntima aceptación del sálvese quien pueda.  Por eso le digo desde aquí a mi joven amiga que lo siento mucho. Y que la próxima vez que le aconsejen emigrar, entre las dos respuestas que apunta, que no dude, que nos diga que emigremos nosotros y le dejemos sitio. Y que nos mande a todos a la mierda. 

0 comentarios