Asco
Todavía con un nudo en la garganta después de escuchar la admirable declaración de esa joven desconocida, Sandra Carrasco, durante el sepelio de su padre Isaías Carrasco, asesinado por ETA, mi hartazgo está llegando a convertirse en asco. Asco en primer lugar por los terroristas, asesinos que no pueden esconder en ideologías su mera condición de gansteres. Asco por los iluminados que votan a las fuerzas políticas que apoyan a los asesinos, como a la alcaldesa Galparsoro, que no condena el asesinato de un vecino por ella gobernado. Deslealtad y vileza pareja a la de los asesinos. Asco ante la interesada sinrazón del nacionalismo vasco (de todos los nacionalismos) que condenan compungidos los atentados pero siembran desde la misma ikastola el desprecio al resto de los ciudadanos. Son cínicos y tienen una parte de culpa. Y siento asco por la utilización política del terrorismo, como las declaraciones del protegido del PP, el ínclito Alcaraz que buen viaje lleve y que se ha ido manifestando que el PSOE mantiene un pacto con ETA para estas elecciones, o el payasete Pujalte en términos parecidos, y una firma de un comunicado conjunto de todos los partidos para condenar el asesinato de Carrasco, donde la ocurrencia de Zaplana fue cambiar la expresión “con todas nuestras fuerzas” porque se parece a un slogan electoral del PSOE, o de Astarloa, que al final no quiso una comparecencia conjunta ante los medios, para hacerlo por su cuenta con un sí pero no, en vez de unirse sin titubeos a aquello que los partidos y los ciudadanos comparten, dejando para luego los matices y las divergencias. Y Rita Barberá que rompe el pacto y sale a manifestarse para decir después que el PSOE no ha estado. Un largo y triste espectáculo que ha tenido como telón de fondo una campaña electoral llena de golpes bajos y mentiras. En los famosos debates, tanto Rajoy como Zapatero mintieron, dieron datos falsos, jugaron sucio, pero hemos llegado un punto en que esto parece no importar. Y todo son ventajas para la degradación de la democracia y el fortalecimiento de los tontos y los malos que se crecen cuando flojea la razón democrática. Hoy, del mal sabor de boca me rescatan las palabras de un poeta (García Montero) dedicadas a la democracia: “ Venga a mí tu palabra / en los labios abiertos me buscan / para morder la rosa de los amaneceres. / Venga a mí, / en los ojos del joven que levanta la mano / y pide la palabra, / y confía sin más en las palabras.”. Ojalá así sea, porque hoy, algo tan sencillo, lo hemos retorcido y ensuciado hasta comenzar a sentir el cosquilleo del asco.