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El Puente. León Molina

2008

Asco

Asco

Todavía con un nudo en la garganta después de escuchar la admirable declaración de esa joven desconocida, Sandra Carrasco, durante el sepelio de su padre Isaías Carrasco, asesinado por ETA, mi hartazgo está llegando a convertirse en asco. Asco en primer lugar por los terroristas, asesinos que no pueden esconder en ideologías su mera condición de gansteres. Asco por los iluminados que votan a las fuerzas políticas que apoyan a los asesinos, como a la alcaldesa Galparsoro, que no condena el asesinato de un vecino por ella gobernado. Deslealtad y vileza pareja a la de los asesinos. Asco ante la interesada sinrazón del nacionalismo vasco (de todos los nacionalismos) que condenan compungidos los atentados pero siembran desde la misma ikastola el desprecio al resto de los ciudadanos. Son cínicos y tienen una parte  de culpa. Y siento asco por la utilización política del terrorismo, como las declaraciones del protegido del PP, el ínclito Alcaraz que buen viaje lleve y que se ha ido manifestando que el PSOE mantiene un pacto con ETA para estas elecciones, o el payasete Pujalte en términos parecidos, y una firma de un comunicado conjunto de todos los partidos para condenar  el asesinato de Carrasco, donde la ocurrencia de Zaplana fue cambiar la expresión “con todas nuestras fuerzas” porque se parece a un slogan electoral del PSOE, o de Astarloa, que al final no quiso una comparecencia conjunta ante los medios, para hacerlo por su cuenta con un sí pero no, en vez de unirse sin titubeos a aquello que los partidos y los ciudadanos comparten, dejando para luego los matices y las divergencias.  Y Rita Barberá que rompe el pacto y sale a manifestarse para decir después que el PSOE no ha estado.  Un largo y triste espectáculo que ha tenido como telón de fondo una campaña electoral llena de golpes bajos y mentiras. En los famosos debates, tanto Rajoy como Zapatero mintieron, dieron datos falsos, jugaron sucio, pero hemos llegado un punto en que esto parece no importar. Y todo son ventajas para la degradación de la democracia y el fortalecimiento de los tontos y los malos que se crecen cuando flojea la razón democrática. Hoy, del mal sabor de boca me rescatan las palabras de un poeta (García Montero) dedicadas a la democracia: “ Venga a mí tu palabra / en los labios abiertos me buscan / para morder la rosa de los amaneceres. / Venga a mí, / en los ojos del joven que levanta la mano / y pide la palabra, / y confía sin más en las palabras.”.  Ojalá así sea, porque hoy, algo tan sencillo, lo hemos retorcido y ensuciado hasta comenzar a sentir el cosquilleo del asco.

La caza

La caza El ser humano es una especie depredadora, aunque quizás habría que decir, para ser más exactos, matadora. Porque el ser humano mata para alimentarse, para obtener poder e incluso para saciar la necesidad de una diversión obscura. La inteligencia tiene estas cosas. En un principio era una bestia más entre las bestias y mataba para comer. Cazar con poco más que las manos le mantenía en los límites de la pura supervivencia. Después descubrió las armas y las fue sofisticando hasta llegar a las armas de fuego que son el punto de inflexión más importante en la historia de esta actividad. Con las armas de fuego se da el gran paso para que la caza llegue a convertirse en comercio y acumulación de riqueza y en actividad de ocio al alcance de cualquiera. Hasta tal punto, que en los países desarrollados, es considerada oficialmente como un deporte.  El hombre, bien alimentado, pasa el tiempo  y hace ejercicio al aire libre mientras se divierte matando animales. Yo no lo comprendo muy bien. Quiero decir que no entiendo lo divertido que puede haber en matar, sobre todo si la muerte de ese animal no me va a servir para quitarme el hambre, ni me va a reportar otro beneficio y sobre todo si la “lucha” con el animal es tan desigual cuando se practica con rifles, miras telescópicas y toda la parafernalia que permite cobrar piezas hasta a un maduro barrigón como yo sentado en una banqueta. No entiendo tampoco dónde se esconde el sentimiento, también humano, de compasión ante el animal ensangrentado, desprovisto de la magia de la vida para nada. Pero reconozco que hay cazadores que cobran algunas piezas que acaban en la cazuela y otra especie de cazadores que sólo ansían los trofeos. En cualquier caso, unos y otros deben estar sometidos a una estricta regulación que defienda la conservación del medio ambiente, porque la naturaleza es la casa de todos, no sólo la de los cazadores. Y el plomo se debe acabar radicalmente y las zonas protegidas deben crecer en la medida en que las especies y el medio se deteriora y los que se benefician directamente de la caza deben ser en buena medida los que sufraguen el costo de la protección de las especies que amenazan y se deberían limitar o eliminar las modalidades masivas y carniceras. La Federación de Caza y Asaja, deberían comprender que los tiempos cambian, buscar nuevos horizontes y caminos para la caza y no enrocarse en posiciones egoístas o insensatas. Todo esto suponiendo que es ese el interés que les mueve a manifestarse, que no es poco suponer.

Política diminuta

Política diminuta Cultural Albacete ha presentado recientemente la iniciativa que ha denominado Circuito Diminuto. Se trata de un programa de actividades culturales en el ámbito escénico que se caracteriza por programar espectáculos de pequeño formato, esto es, pocos actores, y un mínimo aparato escenográfico que permite representaciones incluso en espacios distintos a teatros convencionales. Esto supone presupuestos de bajo coste que pueden ser asumidos sin grandes dificultades por pequeños municipios con poca capacidad económica. Este paso dado por Cultural Albacete está en una línea que yo echaba de menos prácticamente desde la creación de este consorcio hace años bajo el impulso del presidente de la Diputación Juan Francisco Fernández en otros tiempos, ¡ay! de la institución y de la política local en general. Un paso de importancia para caminar en esta línea lo dio en el año 2002 la diputada provincial de cultura Isabel Molina al conseguir que  todos los municipios que formaban parte del consorcio de servicios culturales de la Diputación se integraran en Cultural Albacete. No puedo menos que soltar otro “¡ay!” al citar a Isabel Molina, una diputada que hizo demasiadas cosas para que la dejaran en paz  y al final de su mandato fue sustituida por la más absoluta inoperancia y varios de sus logros (véase por ejemplo el Consejo Editorial) han sido desmontados y permanecen lastimosamente arrinconados en el olvido y la desidia institucional. Gente como Juan Francisco e Isabel que como otros muchos no cuadran en la mediocridad política  que se ha apoderado de las instituciones a través de un aparato de partido obsesionado por el control de todo lo que se menea y donde el que se mueve no sale en la foto. Pero por fortuna, y para no cebarme en el desconsuelo, siempre queda algo de lo que hicieron aquellos que tuvieron determinación por el logro y la mejora. De modo que hoy, sobre las bases de las estructuras creadas, se posibilita por ejemplo este Circuito Diminuto que puede ser una herramienta eficaz para hacer llegar los espectáculos escénicos hasta las poblaciones que de otro modo lo tendrían realmente difícil. Y es necesario porque en los pequeños pueblos vive gente que tiene exactamente el mismo derecho que los habitantes de las poblaciones grandes a disfrutar  de la cultura, especialmente si esta viene amparada por las subvenciones públicas. Y son gentes como usted y como yo, gentes que pagan sus impuestos, gentes como todas que viven sus tragedias y sus comedias y que si les pinchan, sangran.

Dios está con ellos

Dios está con ellos España no escapa al seguimiento que tiene la carrera electoral en Estados Unidos en todo el mundo. En esta larguísima y tostonera precampaña que se motan, sus acontecimientos son constante primera plana. En parte (en gran parte) se produce un seguimiento cotilla y voyeur al estilo de los reality shows televisivos, no en vano aquél país convierte todo con pasmosa facilidad en espectáculo. Y sus elecciones lo son. Son fenómenos mediáticos y efectistas que apelan al deslumbramiento y las emociones más que al análisis y el juicio. En otra parte,  también son seguidos con un interés razonable si tenemos en cuenta que Estados Unidos sigue siendo el país más poderoso de la tierra y lo que suceda allí (véanse las recientes turbulencias bursátiles) y las decisiones que allí se tomen, afectarán sin duda, en mayor o menor medida, al resto del mundo. Las primarias actuales están teniendo una novedad que afecta más al fenómeno espectáculo que otra cosa; la casi seguridad de que tendrán la primera mujer presidente o el primer presidente negro (cosa que si bien se mira carece de importancia) y la aparición sorpresiva del candidato Obama como un David frente al Goliat Hillary con toda su gran red de apoyos. Esto crea la ilusión, incluso en los no norteamericanos, que algo puede cambiar, que algo nuevo se avecina, después del terrible y bochornoso mandato de Busch. Yo no creo que Obama vaya a conseguir la nominación, pero sobre todo creo que gane quien gane las cosas cambiarán poco. La oposición de los demócratas a los republicanos puede confundirnos en este sentido. Ellos son los que se oponen a los presidentes fanáticos religiosos, su corte de economistas neocon y sus manadas de halcones de gatillo fácil por el mundo. Pero no nos engañemos, tanto Hillary como Obama, después de cada mitin se marchan a participar en oficios religiosos de esos de poner los ojos en blanco y mucho aleluya, ellos seguirán emitiendo monedas que dicen “en dios confiamos”,  y cuando comiencen alguna guerra, porque alguna comenzarán, lo justificarán diciendo que ellos son los defensores del bien contra el mal y que “dios está con nosotros”.  Y ambos seguirán contaminando como bestias el planeta. Y ninguno de los dos levantará las protecciones al algodón nacional que mata de hambre a millones de africanos cada año. Y ninguno de los dos le cantará la caña a los judíos. Y ninguno de los dos creará la seguridad social americana aunque quisiera, porque el poder económico se lo impedirá. De modo que Obama, pues bueno, vale, por si otro Bush, no por otra cosa.

Dimas

Dimas Recuerdo muy bien el ahora famoso artículo de Dimas en que hace mofa de gays y lesbianas. Lo recuerdo porque mi mujer envió una carta de protesta al periódico que entonces él dirigía. Y lo recuerdo también porque fue motivo de amplios comentarios entre mis conocidos que se movían entre la indignación y la desolación porque cosas así se escribieran en una ciudad como la nuestra, en un país como el nuestro. Muy a pesar suyo seguramente, Dimas ha tenido su momento de gloria al ser portada de los diarios nacionales y de los telediarios, e incluso de ser objeto de los artículos de ilustres colegas suyos como Carnicero, Aguilar y otros. No sé si a Dimas esto le dolerá, le hará gracia, o le dará igual, no en vano se había apartado hace algún tiempo, no sé si por decisión propia o ajena,  de la primera línea periodística, retirándose al gabinete de prensa de la Cámara de Comercio para sin duda continuar la labor de su eximio predecesor en ese cargo. Dimas se defiende diciendo que las frases que se han difundido están sacadas de contexto, pero sencillamente están extraídas literalmente de sus artículos. Dice que su intención no era ofender, eso es cierto, la intención clara en aquellos artículos era la de denigrar.  ¿Cómo aceptaría la sociedad española un chistecito que dijera por ejemplo que las mujeres de ahora son muy blandas porque si se pasan con el marido y se tienen que comer un par de ostias, pues no pasa nada?. Lo que sucede es que en este país todavía cuando alguien suelta una bastez contra los homosexuales todo el mundo calla. Dice dimas que esto se saca ahora porque estamos en campaña. Pues sí, las campañas son así, pero nadie se ha inventado lo que sólo él escribió. Cospedal lo defiende diciendo que le ampra su magnífica línea profesional en el trabajo, ahí ni siquiera entro, pero esto no borra lo escrito que dicho sea de paso se ha extendido a lo largo de numerosos artículos. También dice Cospedal que  “las opiniones que ha podido verter Dimas en distintos artículos periodísticos a mí particularmente no me gustan demasiado”. Entonces, ¿es que le gustan un poco?. ¿Le gustan unas cosas y otras no?. Debería entonces explicitar cuáles de los chistes homófobos y misóginos le gustan y cuáles no. En fin, que cada uno haga lo que tenga que hacer en su partido y en las urnas. Pero qué quieren que les diga. Sacan a Gallardón y meten a Dimas.  Entretanto sirva este artículo, modestamente, para poner su voz al lado de la dignidad y respeto de las personas que son denigradas por su opción sexual. Ellos, y todos nosotros, necesitamos otra derecha.

Mercadillo electoral

Mercadillo electoral En general, las campañas electorales son espectáculos que me conmueven poco. Desde que sólo hay una ideología no hay debate de ideas, sólo gresca y  las ofertas electorales son cuestión de detalles. Además esos detalles tienen poco que ver con modelos o ideologías y sí mucho que ver con las oportunidades que se presentan de hacer daño al contrario en la carrera por el poder. Cada partido se plantea su estrategia en función de aquello que supone que puede hacer más daño al contrario, aunque el contrario no sea o sea sólo en parte responsable de lo que se critica. Un ejemplo de ello lo tenemos en el papel central que de pronto el PP ha dado a los temas económicos en su campaña, aprovechando la desaceleración de la economía en todo occidente fruto de las inestabilidades de Estados Unidos.  Por otra parte, los partidos se lanzan a ofrecer promesas directamente dinerarias a los votantes. Es el caso por ejemplo de los famosos cuatrocientos euros que Zapatero ha prometido devolver a todos los contribuyentes. Dicho sea de paso esta medida es lo menos socialista que pueda imaginarse, pues si lo fuera sería proporcional a la renta de cada contribuyente concreto. Pero lo peor es que, al menos para mí, es un insulto. La sensación que me da es que están poniendo de este modo precio a mi voto. Y claro, a mí lo que me sale del alma es decirle que se lo meta por allí. Les ha faltado ofrecer un bocata de jamón en el colegio electoral a los que muestren el voto a su partido. Llegan las elecciones y los partidos montan sus “Invasores” ofreciendo sus dudosas mercancías a precio de ganga. Yo siento un poco de vergüenza por ver en  qué se han convertido las campañas electorales y aún diría la política si no fuera porque creo que la no política es peor. Y en medio del barullo y el chalaneo, nadie habla de qué es lo que se puede hacer para frenar el analfabetismo funcional que crece en nuestra sociedad, para hacer cosas de verdad sólidas para la economía como potenciar de una vez decididamente la investigación, para evitar la carroña urbanística que está destruyendo nuestra privilegiada naturaleza, y otro montón de temas que de verdad debieran importar. Estas elecciones iré a votar, pero con la triste sensación de votar contra el que considero peor, con la irritante sospecha de que alguno pensará que ha sido listo y yo tonto y que ha comprado mi voto. Sólo me consuela pensar que mi voto no suspende mi juicio ni compromete mi libertad crítica. No olvidéis que, quizás a pesar vuestro, eso no se entrega con la papeleta.

Derechos de autor

Derechos de autor El asunto de los derechos de la propiedad intelectual es sin duda un problema nuevo y de difícil solución, por más que en la actualidad la gente tome partido por unas u otras de las posiciones enfrentadas que existen al respecto. Nos apuntamos a un bando y ponemos verde al contrario sin calentarnos mucho más. Pero lo cierto es que el problema es complejo. Partiendo del principio de que la propiedad intelectual debe ser protegida y que el uso de las obras de los autores debe repercutir en alguna medida en su beneficio, las soluciones que proponen unos y otros acaban por invadir terrenos que tienen que ver con la libertad individual por un lado y con la realidad que facilita completamente el no respeto de esos derechos. La SGAE no ayuda precisamente en este lío. Realmente nos duele ver a aquel rockero que admiramos cuando cantaba Get on your knees o cuando era la madre de la modernez progresiva en discos como Ciclos con su grupo, Los Canarios, metido a presidente de una asociación que ha hecho crecer de manera espectacular, pero que empieza a oler a podrido y que despierta la antipatía de la gente que no entiende que tenga que pagar más caros los cd´s, por poner un ejemplo. El problema se sitúa sobre todo en la música y el cine debido a las posibilidades que ofrece hoy en día la reproducción digital. Con los libros no hay problema todavía, pues no existe una maquinita casera y barata que imprima un libro en unos segundos y por unos céntimos. Los autores están despistados ante el asunto. He tenido la oportunidad de tratar con muchos músicos y la mayoría no sienten especial aprecio por la SGAE y no se creen su supuesta lucha por sus derechos (salvo los superventas, claro, esos supongo que sí). La iniciativa original de algunos de ellos de colgar sus obras en Internet sin intermediarios y cobrar por la descarga no ha funcionado porque sigue siendo más barato bajárselo gratis. Y no saben qué hacer. La llamada “industria” está desconcertada porque baja la asistencia a los cines y las ventas de discos y la única idea que tienen es cobrar a todo quisque y por todos los soportes, cosa que enfada a los consumidores. Y los consumidores, por nuestra parte, cada día más potentes digitalmente y más caseros como en todas las aburridas sociedades económicamente avanzadas, no queremos que nos cuenten historias, consideramos que lo que “está ahí” se puede coger y punto. Cada vez que discuto el tema con alguna persona con cierto rigor de pensamiento, resulta que acaban diciéndome que no saben cuál es la solución. ¿La tiene usted?.

Buenistas

Buenistas No acabo de entender muy bien la razón de que la iniciativa de Zapatero denominada Alianza de Civilizaciones mueva a la chufla y el cachondeo con tanto entusiasmo a la derecha. Es que es mencionar el tema y se mondan. Lo cual me lleva a preguntarme por la alternativa que ellos tienen para tratar de aliviar la evidente separación y tensión entre las distintas civilizaciones y singularmente entre la judeocristiana y la musulmana. ¿Es acaso la guerra de Irak con sus brillantes resultados entre los que podemos enumerar el aumento de la tensión internacional o la enorme cantidad de muertos que ellos mismos ponen en duda?. Si es así, ya voy comprendiendo algo. Para criticar esta iniciativa se suele emplear el adjetivo de moda “buenista”, adjetivo que parece certificar la inocencia y gilipollez del sujeto sobre el que recae. La moda en general es tonta, interesada y dictatorial y los adjetivos no escapan a esta situación. Observo que cuando alguien tacha a otro o lo que dice otro de “buenista” se le puede ver hinchado como un pavo atiborrado de supuesta verdad y razón. Pero lo peor es que el auditorio (todo auditorio es hoy en día muy susceptible a la moda) suele tragarse el paquete de verdades sin fundamentar con una sonrisa complaciente. Si bien se observa, detrás del calificativo descalificador de “buenista” se esconde una trampa para su propio usuario, pues implica el reconocimiento inicial de la bondad de lo que se critica. El sentido del adjetivo entonces viene a ser: lo que se persigue es bueno, pero es irrealizable, y el que lo promueve un ingenuo. Lo malo de la palabreja es  que parece eximir al que la usa de la justificación racional de porqué es irrealizable. Es buenista y ya está, no hay que dar más explicaciones y a mondarse. Ante esto habría que recordar que detrás de la mayor parte de los logros de la humanidad ha habido una búsqueda de lo bueno, muchas veces al principio sólo sostenido por algunos individuos o minorías que eran vistos por los demás como ilusos.  Entre intentar el acercamiento de los países y las gentes de civilizaciones en tensión y no hacerlo, pues sinceramente yo prefiero lo primero pues por poco que se consiga será mejor que nada. Y no me voy a partir de risa, igual que no lo haré respecto a los intentos de conseguir un mundo menos contaminado, con menos miseria, con más cultura, con menos dictadores, con más justicia. De modo que, en mi criterio, el que se monda por la enorme dificultad de los logros e ideales, se está posicionando consciente o incoscientemente en el lado de su negación o desprecio. Y si no es así, por favor, que den su alternativa mejor, que la gente de bien, seguro, no va a mondarse con ella.

Cuadrilla de Huebras

Cuadrilla de Huebras Ahora, a mis años, resulta que me he aficionado a la música de cuadrillas. Yo que siempre fui rockero y jazzero de pro, que siempre miré con desidia las formaciones de música tradicional, pues resulta que me he enganchado a la música de las cuadrillas. Viene esto a cuento de que estaba recordando una larga noche en el bar La Plaza de Nerpio en una jornada de las vacaciones navideñas. Cuando entré allí aquella tarde, con la intención de tomar una caña y marcharme, me sorprendió ver  tocando una cuadrilla de música tradicional. Y no una cuadrilla cualquiera, sino la Cuadrilla de Huebras, una institución musical que si viviéramos en Japón, habría sido declarada monumento nacional desde hace muchos años. Huebras, pedanía de Nerpio limítrofe con Granada,  puede que sea unos de los lugares más despoblados e intransitados de nuestra provincia y quizás de nuestra región, lo que ha propiciado que allí se conserven vivas muchas tradiciones hace tiempo desaparecidas en otros lugares. Pues bien, en el bar no había música enlatada, sino que tocaban “los de Huebras”. El bar estaba lleno de gente de todas las edades,  muy divertidos en perfecta comunión con los músicos. Les aplaudían a rabiar, les pedían temas concretos, cantaban con ellos canciones de aguilanderos y, en suma lo pasaron –lo pasamos- realmente bien durante una larga noche. En las últimas horas se mezclaron con la gente, aparecieron más instrumentos y acabaron tocando junto a espontáneos del público. Todo ello una demostración palpable de que es una música viva, no una música de museo para cuatro maniáticos, sino compartida y disfrutada por toda la población. Y creo que esa es la razón fundamental de mi conversión. La música tradicional que yo había escuchado hasta ahora, salvo escasas y honrosas excepciones, era una blandura sin matices interpretada por grupos de misa y así, con mucha chica haciendo descoloridos gorgoritos y chicos pavos poniendo voz de machotes para cantar, dale que te pego, todos los mismos temas tópicos. Un peñazo auténtico, vamos.  Es tal la fuerza de la autenticidad de cuadrillas como la de Huebras, que hoy existe todo un movimiento de recuperación de los sonidos, los toques y el sabor más auténtico de esa música que ha sobrevivido casi escondida en lo más profundo de nuestras montañas. De modo que, quien te ha visto y quien te ve, lo cierto es que estoy deseando pillar de nuevo una fiesta con los maestros de la cuadrilla de Huebras. Entretanto, con una copa de buen carrasqueño serrano, brindo por ellos.