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El Puente. León Molina

2008

Aristóteles y las hambrunas

Aristóteles y las hambrunas

Hace más de dos mil trescientos años, el filósofo Aristóteles, se refirió a las virtudes que, según él, llevan a la excelencia al ser humano. Entre las virtudes destaca la templanza que es la moderación entre los placeres y penalidades y la prudencia que es la capacidad de reconocer ese punto medio en las distintas situaciones. Es sencillo, pero según parece, inalcanzable o al menos poco ejercitado por los hombres, en especial en nuestros tiempos de excesos sin freno y de irracionalidad desarrollista y consumista. Viene esto a cuento de la situación en que se haya sumido hoy el mundo respecto al bien primero y fundamental que es la comida. Una parte del planeta come opíparamente mientras el resto pasa hambre. Hambre que se ha visto agudizada en los tiempos más recientes. Y al observar el problema descubrimos un asombrosa y cruel paradoja; Cuanta mayor eficacia consigue el hombre en producir alimentos, tanto más se extiende el hambre por el planeta. La agricultura industrial – si se nos permite la expresión – consigue tal productividad que llena el mundo civilizado de excedentes peligrosos para mantener pos precios que necesita el capital.  La respuesta entonces no es la de producir menos en el primer mundo ni la de encontrar una manera de compartir o intercambiar los excedentes con aquellos que los necesitan, sino hundir el precio de sus producciones en los mercados internacionales, o bien proteger con dinero público las producciones nacionales del primer mundo o hasta incluso cerrar directamente las fronteras a las producciones más baratas de los países pobres o en vías de desarrollo. En definitiva más hambre para los de siempre hagan lo que hagan.  Y todo eso produciendo cada día más en el norte del planeta. Producir más comida de la que necesitamos y que hunde aun más en la miseria a los miserables. Producir más de todo aunque nos carguemos el planeta en que vivimos, reventar el mundo de cosas aunque esas cosas nos conviertan en esclavos. Aristóteles mencionaba otra virtud fundamental, la generosidad, que es el término medio en cuanto al uso y posesión de bienes, siendo la prodigalidad el uso excesivo y la avaricia el uso demasiado escaso. Pero como va a resultar un poco difícil nombrar a Aristóteles comisario europeo de agricultura o industria, más nos valdría a todos un poco de fortaleza (otra virtud aristotélica) para adecuar nuestro consumo a nuestras necesidades y rebelarnos contra un sistema idiota que está arrasando el planeta y condenando a muchos de nuestros congéneres a la indignidad de la hambruna.

Vidas Minadas

Vidas Minadas

Hace un par de meses el fotoperiodista Gervasio Sánchez ganó el premio Ortega y Gasset con una foto que mostraba el horror de las minas y la guerra en general y sus efectos sobre la población civil. En su foto se podía ver una tierna imagen de una joven madre dormitando junta a su pequeño hijo. Sólo que la joven madre no tiene piernas porque una mina se las arrancó. Gervasio Sánchez ha pateado muchos frentes de batalla y lo que ha visto le ha movido a impulsar el proyecto Vidas Minadas que lucha contra la producción de armamento, especialmente de aquel que se suele utilizar contra los civiles. En España se fabrica mucho de ese material sin que el asunto llegue a suponer la más mínima preocupación o siquiera polémica entre los españoles. Pero hay que decirlo y condenarlo, como hizo Gervasio Sánchez al recibir su premio. Su discurso no fue reproducido ni en los periódicos que publicaron su foto ni en el diario El País, patrocinador del premio. Ahora circula por Internet, medio todavía libre. Reproduzco los últimos párrafos en esta columna que, mientras yo la firme, será también territorio libre: “Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado… Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas. Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas. Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos. Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte”.

Deseo de ser piel roja

Deseo de ser piel roja

Hace diez años, el filósofo Miguel Morey publicó un libro llamado Deseo de ser piel roja. El título lo tomó de un hermoso poema de Franz Kafka en el que hablaba del deseo de cabalgar hasta la desaparición. En esa línea, Morey construyó su ensayo novelado. Del mismo modo que el indio de la reserva vive un Aushwitz y no hay más salida para él que la muerte o montarse en su caballo y comenzar a cabalgar hasta desaparecer,  el filósofo hablaba de nuestro mundo como un Aushwitz total dentro del cual estamos todos presos esperando la muerte. Y contra el cual no queda más alternativa que montar a lomos de la poesía o la moral hasta llegar a desaparecer de esta sociedad injusta, corrupta y tiránica.  Estos adjetivos que a la mayoría pueden parecer exagerados, los usaba Morey como descripciones de lo que a su juicio es el Nuevo Orden mundial. Y para entenderlo, se comparta o no, hay que pensar como él a nivel global, a nivel del ser humano como especie que puebla el mundo entero, no como el grupo escueto de la gente de mi pueblo o mi país. Este Nuevo Orden desde este punto de vista promueve y legitima un mundo de esclavos por la pobreza y el hambre, por las guerras fomentadas en despachos lujosos, por la destrucción del medio ambiente (de las praderas del indio) para la insaciable acumulación de riqueza de los poderosos. Pero también promueve otra esclavitud más sutil, que alcanza de igual modo a los habitantes de las zonas ricas del planeta: la esclavitud de la incultura y la destrucción de la inteligencia en base a un pensamiento único frente al cual hasta la más mínima disidencia te sitúa en los límites de lo criminal. Los ejemplos suceden a diario y casi no nos damos cuenta. Hace unos días, en un foro creado para la participación, en el cual yo pedía más agilidad participativa permitiendo la autogestión o autoorganización del grupo, fui tachado de “anarquista” y algunos días antes un compañero por lo mismo de “antisistema”. Es decir, no piensas como yo, luego estás fuera de los límites y debes perder la razón, el derecho y hasta la más mínima consideración. Esta descalificación fue uno de los momentos más placenteros que he disfrutado en los últimos días y sentí el aire fresco dándome en la cara mientras se oían los cascos de un caballo. Sentí el vigor de la huída. Ya saben ustedes que los indios semínolas de la Florida que no huyeron, hoy son los dueños de los casinos más prósperos y horteras del mundo, invierten en todo tipo de negocios y se pasean en enormes automóviles que tienen infinitamente menos encanto y poesía que los ponys sobre los cuales sus antepasados recorrían las praderas.

Deporte y mercancía

Deporte y mercancía

A Manolo Beltrán le han pillado haciendo trampa por dopaje en el Tour de Francia y le han echado. Él pide presunción de inocencia. Pero se va a encontrar con dos pegas; Primero que no es que haya sido acusado, es que hay un análisis que da positivo, es decir,  hay una prueba y ha sido condenado. Si le salva la prueba B a nadie escapa que será un tecnicismo. Segundo, que él es un gregario –de lujo, pero gregario- y no va a tener a nadie que le eche una mano en los vericuetos legales y políticos de las distintas organizaciones que mueven el ciclismo y que están a la greña. Si se llamara Perico y fuera un número uno y además fuera un tío simpático –que no lo es para nada- como el segoviano, otro gallo le cantaría. Perico también fue pillado el año que ganó el Tour, pero el país entero se lanzó a una guerra sin cuartel contra los pérfidos gabachos que nos querían levantar el Tour. Detestamos la trampa y el dopaje, pero nos ponemos como fieras si acusan a algún deportista de la tierra que nos gusta. El deporte en realidad nos importa poco, es más bien cosa de demostrar por persona interpuesta lo grandes que somos. Las organizaciones pelean como verduleras por ver quien manda y se hacen también marrullerías y trampas para tener el control y el poder, llegando incluso a utilizar el dopaje de los corredores como arma arrojadiza contra el adversario. Porque el deporte está repleto de mangantes que buscan en él su poder mediático y de influencias y el deporte en sí les importa muy poco. Y en el deporte profesional hay incluso muchos deportistas a los que el deporte importa poco. Les importa la gloria, el dinero y todas esas cosas que poco tienen que ver con la diversión del juego y el placer y relajación que produce utilizar las posibilidades atléticas que proporciona nuestro cuerpo. El pobre deporte está solo en medio del deporte. Es una más de las perversiones del capitalismo avanzado; El deporte, como todo, se convierte en mercancía que se compra y se vende y las gestas deportivas vienen a ser algo así como los movimientos de la bolsa del mercado deportivo.  Han conseguido que haya mucho dinero en juego y los deportistas con poco seso se machacan con tal de figurar en las cotizaciones. Todo esto unido al tribalismo de baja estofa que suele dominar a los espectadores-consumidores, están haciendo del deporte profesional una actividad presa de la mezquindad y la horterez, que sólo se salva por el silencio sacrificado de los pocos que aun consideran que practicar deporte sólo tiene sentido si nos lleva a la alegría, la generosidad y la nobleza.

La muerte

La muerte

Nuestros hijos crecen, se hacen mayores y van desgranado a nuestro lado todos los cambios por los que se llega a ser un adulto. Hace unos días mi hijo adolescente comenzó una conversación conmigo que tenía como eje su preocupación la muerte. Pensé que mi hijo ya no es un niño. Hay una edad en que todo el mundo tiene un contacto más o menos traumático, más o menos  profundo o elaborado con la idea de la muerte. Es ese minuto de metafísica que nos hace a todos, si no iguales, por lo menos parecidos. En el final de nuestra conversación durante la cual yo traté sobre todo de hacer preguntas más que de ensayar respuestas, mi hijo llegó a una conclusión terrible: “Entonces no hay esperanza”, dijo buscando mi mirada. Como respuesta a la pregunta de sus ojos, le dejé una nueva pregunta: ¿No es suficiente la enorme cantidad de esperanzas que llenan la vida para tener que buscar alguna en la muerte, que no conocemos?. En la conversación estaba presente mi padre, una persona de edad avanzada y delicada salud que sonriendo a mi hijo le dijo: “seguramente me queda poco tiempo de vida, pero tengo la conciencia tranquila sobre como me he conducido en la vida. He cumplido mis responsabilidades y he procurado no hacer mal a nadie. La muerte no podrá estropearme este rato tan agradable en que estoy charlando con vosotros”. Le recordé a mi hijo la frase de Epicuro: “La muerte es una quimera, pues cuando yo estoy, ella no está; y cuando ella está, yo no”, y se quedó pensando con cara de “esto tiene truco”. Recordando aquella conversación, viene a mi mente la costumbre japonesa de escribir “jisei” (poemas de despedida de la vida). Es una costumbre iniciada por monjes y samurais chinos desde el siglo VIII y que desde el siglo XVI se popularizó entre los japoneses. El modo en el que tratan la muerte es muy distinto, pero lo común en todos ellos es ese momento de serenidad y encuentro con la muerte en que se producen. “Creía que viviría / dos siglos, o tres. / Pero ya me llega la muerte, / cuando soy un muchacho / de apenas ochenta y cinco años.” (Hanabusa Ikkei), “ Vine al mundo con las manos vacías, / descalzo lo dejo. / Venir, partir: / Dos sencillos sucesos / que se entrelazan.” (Kozan Ichikyo), “La primavera ha llegado / a mi mundo: / ¡Adiós!.” (Bainen), “Y si me convierto / en espíritu, / la fiesta se ha acabado” (Koju), “El año se acaba: / no he dejado mi corazón / atrás.” (Hankai). Espero poder compartir estos poemas con mi hijo algún día. Sabré entonces que está cruzando una nueva frontera.

El nene nacionalista

El nene nacionalista

La aprobación del proyecto de ley de consultas aprobado por el parlamento vasco y, especialmente, el modo en que se ha consumado, constituye una de las mayores torpezas políticas (y no las ha habido pequeñas) en este país. Pero además no tiene justificación de ningún tipo y resulta vergonzosa atendiendo al modo en que se ha producido. Ya sabemos todos que los nacionalistas son como niños malcriados y que dicen gilipolleces como la de Urkullu (“como a la selección nacional de Euzkadi no la dejan jugar, yo voy con Rusia”, refiriéndose al europeo de fútbol), cosa que divierte mucho a su gente. Pero de ahí a dar pasos políticos que siembran la división de la gente y siembran incertidumbre de forma grave hay una gran diferencia. Y adquieren una grave responsabilidad. Ibarretxe defiende su postura con el falso y demagógico razonamiento de que lo democrático es preguntar al pueblo y que nadie debe asustarse de eso. El razonamiento que desmonta éste me lo proporcionó un amigo: El País Vasco es España y no ha sido nunca otra cosa que España, integra un todo. La parte de un todo político, un pueblo, podría estar legitimado para independizarse si existiera algún tipo de discriminación o violencia contra ella. Pero El País Vasco goza de un respeto enorme por parte del país entero. Se respeta exquisitamente su lengua, su cultura, se autogobierna en todos los aspectos importantes de la vida en común de sus ciudadanos con niveles de autonomía que no se conocen en ninguna otra parte del mundo. ¿Qué queda entonces?. Sólo la pataleta infantil del “hala, no te quiero”. Y a estos nenes malcriados se les hace demasiado caso. Claro que estos nenes tienen amigos con pistolas, y eso ya es otro cantar. La mitad del pueblo vasco que piensa así ha necesitado los votos de los pistoleros y los han aceptado mientras le decían, que votaban, pero que no iba a servir para nada (o sea, que sus amigos pistoleros van a seguir matando pase lo que pase). Una vergüenza. Si no les importa nada lo que piensan y sienten esa mitad de los vascos que no tienen ningún interés en la independencia, deberían al menos tener la decencia de no actuar en contra de ellos echándoles  encima a ellos y al final, torpemente, a todos ellos, a los pistoleros. El nacionalismo vasco usa indecentemente la fuerza de las pistolas mientras aparece compungido en cada sepelio provocado por los pistoleros.  No podemos creerles. Y no podemos aceptar sus propuestas de nene chulo, cabezón y malcriado. A mí, por mucho menos, mi padre me ponía al hilo. Pues eso.

Crisis y liderazgo

Crisis y liderazgo

La auténtica dimensión y calidad del liderazgo se manifiesta especialmente en los momentos de dificultades. Cuesta abajo todo es fácil, pero cuando el camino pica hacia arriba y hay que apretar los dientes, el líder, el auténtico líder, se pone al frente y, lejos de esconder las dificultades, muestra su auténtica dimensión, las explica, y ofrece un plan a los caminantes indicándoles con precisión la intensidad del esfuerzo que les espera, cómo éste le afectará a cada uno y las acciones de grupo para proteger a los más débiles. La clave es no esconder el problema. Un caso recordado por la historia es el de Winston Churchill, cuando ante la amenaza del nazismo se presentó al pueblo inglés contando la situación con toda crudeza y el porqué de la necesidad del gran esfuerzo y sufrimiento que afrontaban. Ahí dejó su famosa frase “sólo os prometo sangre, sudor y lágrimas”. En aquél discurso en la Cámara de los Comunes terminó diciendo “Venid, pues, y vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas”.

Es cierto que la actual coyuntura económica de nuestro país no tiene nada que ver con aquella tragedia. En la misma medida que Zapatero no es Churchill.  Sin embargo adaptándose lógicamente a la magnitud del problema a afrontar, yo hubiera querido que Zapatero se hubiera dirigido a los españoles con valentía explicando con claridad que nos enfrentamos a un momento económico difícil, que para algunos será muy duro porque perderán sus empleos o sus pequeños negocios por los que han luchado durante años, porque los tipos de interés mermarán la capacidad económica de las familias, y sobre todo  hubiera deseado que nos contara cuál es su plan para afrontar estas dificultades.  Pero no ha hecho nada de eso. Al contrario, ha estado escondido detrás de Solbes y sus datos cambiantes. Ha consentido que toda se convierta en una discusión idiota y vergonzosa del término a emplear para poner nombre a esta situación económica negativa. Para eso tiene un escudero fiel, el señor Blanco, que se relame con ese tipo de  idioteces que interesan sólo a los tontos que se divierten contabilizando los puntos en el combate político partidista. Creo que sin duda el comportamiento de Zapatero habrá intensificado cierto sentimiento de desamparo en los ciudadanos, especialmente en aquellos que verán truncados sus proyectos y los que perderán sus bienes. Aunque solo fuera por respeto a ellos sean cuantos sean, Zapatero debería haber ejercido el liderazgo que se espera de un presidente. Pero en este cometido ha ido desacelerado, o le ha dado una crisis expresiva, que también puede ser.

Pepucidio

Pepucidio

Si es usted un profesional brillante con logros incontestables, si le acompaña el éxito en su actividad, si la empresa o institución donde trabaja obtiene grandes beneficios fruto de su talento y de su esfuerzo, tenga mucho cuidado. Sepa que es usted el candidato perfecto para sufrir un pepucidio. No deje de mirar a su espalda, vigile a su jefe, no se fíe de nadie. Puede usted llevar a su equipo a ganar el campeonato de Europa y el campeonato del mundo, que cuando llegue la olimpiada, aparecerá un señor oscuro que le dirá; Querido Pepu, vamos a prescindir de ti, que me da la sensación de que se está olvidando quién manda aquí. Que no haces más que salir en la prensa y dice mi señora que te estás subiendo a las barbas. Y además, te he pillado. Si yo digo que tienes que venir a una reunión a las cuatro, me da igual lo que tengas que hacer. Es a la cuatro y punto. Y estás cesado. Es una de las formas de pensamiento patrio. Y te irás al paro. La única forma que tiene usted de evitar caer víctima de un pepucidio es meterse a la política. Porque la política es mucho más equilibrada en este sentido. Si usted es brillante y entra en política, le dejarán hacer durante bastante tiempo en que usted aportará lo mejor de sí mismo al partido. Luego le irán dando cargos  y responsabilidades. A partir de entonces le irán presionando para que sepa lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, lo que se puede hacer aunque no se deba, le enfrentarán a la eficacia suicida de la administración,  le darán un tiempo insuficiente para conseguir nada e irán en suma haciendo de usted un inútil sin ningún logro apreciable del que sentirse orgulloso y recordará con nostalgia los tiempos en que se sentía orgulloso de lo que hacía. Pero no debe arrugarse. Sepa que lleva usted camino de ser ministro. Lo cual es lo máximo que puede llegar a ser una persona brillante degollada por la fiebre del pepucidio. A partir de ahí todo resuelto. Le repescará la empresa privada y le pagará un pastón para que prepare usted enchufes y  tratos de favor para su empresa. Eso si es usted hombre, porque si es mujer, puede llegar a ser miembra del gobierno lo cual es mucho más que ministro. Y podrá usted poner un teléfono o incluso una teléfona para que los asesinos y pepucidas, que el fondo son buena gente, tengan la oportunidad de hablar con un psicólogo/a del ministerio/a (de 9 a 14h.) y desista de su empeño entre sollozos. Y pasará usted a la historia o incluso al historio de los mismísimos hombres. Pepucidio o ministerio. ¡Que suerte ser un inútil!.

Pozos denunciados

Pozos denunciados

Creo que seremos muchos los que felicitaremos al gobierno regional por su decisión de oponerse con claridad a la extracción de aguas subterráneas en los acuíferos de la sierra albaceteña.  Hace unos días, la Junta ha presentado una denuncia ante la Fiscalía Superior de Castilla-La Mancha contra la Confederación Hidrográfica del Segura por delitos de prevaricación, contra el medio ambiente y desobediencia, lo que no es moco de pavo. Lógicamente falta por ver la diligencia que muestra la fiscalía por gestionar el tema en los tribunales. Lo más importante de momento, es que en virtud de esta denuncia, el delegado en Albacete de la Consejería de Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Antonio Mompó, ha dado orden a los agentes medioambientales para que detengan las extracciones que se están realizando y detengan todos los sondeos y obras relacionadas con este proyecto.  Es una buena noticia. Desde luego no podemos saber hasta qué punto ha influido en esta decisión la actividad desarrollada por la Plataforma en Defensa de las fuentes del Segura, pero sí sabemos que en general, el que no llora no mama y que los políticos son muy sensibles a lo que sale en los medios de comunicación. Esto de cualquier manera estaría bien. Cada uno a lo suyo, los ciudadanos a denunciar y sacar a la luz todo aquello que consideren necesario y los políticos a tomar medidas que para eso están. Pero hay que seguir activos. Tenemos noticias de que la Confederación Hidrográfica anda en los últimos días rebuscando lugares cuenca arriba (mucho más arriba) para pinchar más pozos. Es demencial que este organismo, que aunque es autónomo, está integrado en el gobierno nacional, tenga tal actitud de depredación y sea un peligroso esquilmador de los recursos naturales y por sus hechos un enemigo declarado del medio ambiente de nuestra provincia. Claro que aquí la peor cara de la política entra en juego y la CHS está azuzada por el gobierno regional murciano con intereses contrarios a los políticos de nuestra región. Vergonzoso. Escuché a García Caro una frase que no sé si es suya, pero que en cualquier caso suscribo: “agua para todos sí, pero no para todo”. No para campos de golf, no para cultivar melocotones en el desierto, no para el navajeo político del gobierno murciano contra la desalinización. Y menos si es a costa de destrozar el medio natural privilegiado de la sierra albaceteña que es patrimonio de todos. Incluidos los murcianos. Por tanto firmeza y ojo avizor. Y de momento nuestra felicitación al gobierno regional por el paso dado.

IU

IU

La situación en que se encuentra Izquierda Unida casi da lástima. Es casi un partido desaparecido de la escena política. Yo, por si les puede valer, haría una lectura a la que, seguro, ellos no están acostumbrados, una lectura desde la pura gestión en el sentido organizativo y casi empresarial del asunto. Desde este punto vista, lo primero que encontramos es que el producto no se vende. Y cuando esto sucede, se le puede dar las vueltas que se quiera, pero la oferta y la demanda se han desadecuado. Cuando esto sucede es necesario elegir entre conocer lo que la demanda (lo que los ciudadanos) quieren y ofrecerlo para tener éxito, o bien se puede decidir ser pequeño, testimonial, resistente y aspirar a poco más que a existir. Lo que pasa es que para esto ni siquiera hace falta un partido. Incluso es probable que otro tipo de organizaciones (asociación, ONG, etc) sean más eficaces, de hecho muchos miembros de este partido lo abandonan para entregar sus entusiasmos a este tipo de organizaciones. Hay otra vía; la especialización. Está en el “abc” del marketing. Porter dice que o eres el más barato y le vendes mucho a todos (en política un dicurso “barato” sería ofrecer lo que la gente quiere oír sin más reflexión ni esfuerzo), o que eres el más barato para una parte del mercado (el política el caso claro serían los partidos nacionalistas) o eres el más eficaz y específicamente adecuado a una parte del mercado, lo que él llama estrategia de enfoque. Esta es una estrategia ensayada por partidos muy minoritarios, pero por ninguno de los que aspiran a ser algo en el concierto político nacional. Desde mi punto de vista, esta es la oportunidad de IU.  Dejar de aspirar a “la totalidad”, esto es a gobernar España. Esto es soñar e ir de batacazo  en batacazo. Podría “especializarse” en los temas y áreas que podrían, en teoría según ellos, serle más cercanos (protección social, libertades individuales, protección medioambiental, etc) Y por esa vía, no gobernar, pero conseguir la representación necesaria para influir. Pero para eso necesita otras cosas muy importantes desde el punto de vista de la gestión; definir la misión de la organización, dotarse de un plan estratégico y, quizás lo más importante, una completa reorganización coherente con esos planteamiento. Esto es casi hacer un partido nuevo, soltar lastres como el casposo PC y otras minorías internas, y encontrar el equilibrio entre el asamblearismo y la autoridad interna, entre otras cosas. Eso supondría ser algo, frente a la realidad actual de ser prácticamente nada. Ellos verán.

Benito Berlusconi

Benito Berlusconi

Con frecuencia suelo defender la idea de “lo europeo” sobre todo por encontrar en la construcción de Europa un elemento que ayuda a superar los nacionalismos de toda índole que durante siglos han hecho tanto daño a nuestra civilización. Hasta ahí todo podría ir bien, pero cuando llegamos a la frontera, el problema aparece de lleno con toda su crudeza si uno considera que la única nacionalidad dignamente posible es la humanidad entera. Pero las naciones, por muy grandes y por muy nación de naciones que sea, trazan con cuidado la línea que nos separa del exterior, de “lo otro” y “los otros”,  y que por supuesto son el territorio que no interesa, es de los más desfavorecidos, los que no tienen cabida en nuestro club exclusivo. Y todo esto da alas a los ciudadanos y los gobernantes para profundizar en la exclusión. Así nos podemos encontrar a gobernantes filofascistas elegidos por sus ciudadanos que intentan criminalizar la entrada de inmigrantes ilegales a nuestro territorio. Berlusconi dice que aquellos que entran ilegalmente en Italia deben ser tratados como criminales y encerrados en la cárcel. Es la típica solución autoritaria, ciega y desalmada del poderoso sin escrúpulos. Y desde luego, el argumento de la comisión de delitos por parte de los inmigrantes no se sostiene, dado que para eso está la legislación y la policía y quien comete un crimen pagará por ello. El resto, la gran mayoría, es gente que tan sólo quiere vivir decentemente y afrontar grandes dificultades con tal de que su familia pueda paliar en parte la miseria de su país de origen. Poco crimen me parece ese para meter a nadie en la cárcel. Y en todo caso, ya está escrito que a quien se le sorprende en situación de ilegalidad se le devuelva a su país y punto. Porque la factura del avión, creo que podemos pagarla. Factura por cierto bastante más barata que los procedimientos judiciales y las estancias en prisión. Pero además la criminalización es inviable, porque sería imposible acoger a esas personas en las ya atiborradas cárceles de nuestros países que fabrican exclusión con bastante eficacia. Y porque protestarían los otros países que no quieren “esa basura” de la que se libra el país que actúe de este modo. De manera que Berlusconi, además de fascista, xenófobo que mueve a su pueblo a la xenofobia, ricachón que quiere meter en la cárcel a los parias que llegan a su país y payasete sin gracia, es tonto, y no va a poder llevar a cabo sus planes de la más abyecta bajeza moral, por mucho que las turbas jaleen su populismo lleno de peligros y fantasmas del pasado más infeccioso de la vida en común de este continente.

La Verdad

La Verdad

Hace treinta y cinco años aparecía en esta ciudad un nuevo periódico con el bienintencionado y exagerado nombre de La Verdad. Fue ciertamente un paso importante en el mundo de la comunicación, y hasta yo diría en el desarrollo de esta ciudad. Era un periódico con fuste  bastante más allá de la gacetilla provinciana y franquistoide que era a lo que al parecer se podía aspirar hasta ese momento. La titularidad del medio en aquella época nos hacía desconfiar a muchos de la imparcialidad y honor al nombre que el periódico llegaría a hacer, pero he de reconocer que la dirección supo manejarse de manera impecable con esta realidad y con la nada fácil realidad del país de aquellos años. Y el resultado no fue malo. Al contrario, yo diría que por primera vez hubo en esta ciudad un periódico serio, con rigor informativo y se llegó con las informaciones hasta donde se podía llegar. Esta habilidad y seriedad profesional ha de atribuírsele a Ramón Ferrando, pero desde luego no sólo a él. José Sánchez de la Rosa ha sido y es, a mi juicio, el mejor periodista que ha dado esta tierra. Y además es una máquina de escribir y trabajar. Se echan hoy de menos en todo el país periodistas de raza como éstos. Gente que vivía en las redacciones, que se implicaba en el seguimiento de las informaciones, que tenían una gran “vergüenza torera” y que luchaban por no dejar escapar la noticia y por ensanchar los caminos nuevos que se abrían en la España que salía de la caspa franquista.  Es cierto que los periodistas de hoy lo tienen más difícil, porque como decía aquél, la democracia es aburrida, por suerte. Con ellos y después de ellos, otros muchos periodistas, sin duda alguna imbuidos por el espíritu de estos pioneros, han sabido mantener la seriedad y rigor del medio. Con ese trabajo, se ha conseguido incluso borrar el estigma de “periódico murciano” que sus competidores se encargaron de fomentar y que durante años tuvo el eco esperable entre el forofismo patriachiquero. Hoy es un periódico de Albacete sin más. Pocas personas hay que conozcan Albacete y su historia mejor que Sanchez de la Rosa. Y desde sus páginas esto se ha dejado ver año tras año. En estos tiempos sorprendentes en que se editan en Albacete más periódicos que en Madrid, La Verdad ocupa el lugar que le corresponde como referencia del periodismo local. Y es una parte importante de nuestra realidad cotidiana como ciudadanos que habitan esta provincia. Por eso, desde esta columna, le deseamos como mínimo otros treinta y cinco años de sudar tinta a nuestro lado.

Mayo del 68

Mayo del 68

En la perspectiva de 40 años desde los sucesos de Mayo de 68, sorprende la furia con la que el presidente francés ha cargado contra aquellos acontecimientos y todo aquello que los mismos han dejado en las sociedades occidentales. No es que yo sea partidario de la algarada callejera, el desorden y la violencia, pero sí lo soy de que la ciudadanía se oponga con firmeza y activamente a sus gobernantes cuando sea necesario. Criticar y oponerse al poder supone cierta salud mental y se gesta (aunque no sólo) en una actitud ética de lucha por la independencia, que no es otra cosa que la lucha por la libertad del individuo frente a cualquier forma de dominación. El poder casi siempre es excesivo, y en el caso del poder del estado además de excesivo pica, con más o menos frecuencia, con mayor a menor grado de violencia, en el terreno de lo abusivo. Raramente los gobernantes comprenden cabalmente, ensoberbecidos en la pompa,  que el poder que ejercen es, o debería ser, un préstamo efímero de los ciudadanos, es decir de todos y cada uno de nosotros. Este principio se gestó en una gran algarada, la Revolución francesa, que los mismos dirigentes que despotrican hoy contra el Mayo del 68, reverencian y elevan a los más altos tronos simbólicos del poder. Detesto la violencia, pero detesto también el silencio ovejuno de los ciudadanos que tragan los carros y carretas de las múltiples dominaciones que el poder lanza sobre todos nosotros. El ciudadano de las democracias occidentales cree tener voz porque vota cada varios años, y lo que es peor, cree que ese ejercicio expresivo es suficiente para alcanzar su plena dignidad personal y social. Yo no lo creo. Considero que esa plena ciudadanía se alcanza en primer lugar desde la actitud crítica permanente hacia el estado. Y cuando hablo de crítica desde luego hablo de algo muy distinto a la palabrería chusca del alineamiento partidista. Eso no es más que un entretenimiento vacío de los que han cerrado la puerta completamente al análisis y han entregado su inteligencia y su libertad a un partido del que no se sabe muy bien qué esperan. Creo que hace falta menos estado. Pero no para cambiar la dirección del estado por la injustísima del mercado como los liberales, ni para cambiarla por la invertebrada autogestión imposible de los anarquistas, ni creo, por muy hermoso que pueda sonar, que debajo de los adoquines esté la playa. Pero sí que me quedo con una de las famosas pintadas del Mayo: “Sed realistas. Pedid lo imposible”.   Ahí está resumido el valor de aquellos acontecimientos y aquellas ideas. O lo que es lo mismo libertad para pensar, desear, crear, a despecho de los políticos y sus fortificadas instituciones. El grito que aun resuena fue el de “atreveos a ser libres”. 

Televisión regional

Televisión regional

Veo muy poca televisión. El telediario del mediodía y casi nada más. Por eso no sé si estoy muy autorizado para opinar sobre ella. Pero lo cierto es que he visto en ocasiones la televisión regional y realmente me quedo perplejo por el modo en que se añaden paletadas de basura al gran montón de basura con el soporte de los presupuestos públicos. En nuestra región existe una cosa llamada RTV Castilla-La Mancha. Al vivir aquí he visto retazos de su programación. La mitad de las veces había toros o cine casposo de tercera fila. He visto también programas vergonzosos hechos por las plazas de los pueblos, donde parecería que todos somos imbéciles u horteras con certificado. Magacines memos, series descoloridas y otras tonterías conforman la programación que se remata con informativos que parecen boletines oficiales de presidente, consejeros y directores generales que apenas dejan algún hueco para alguna cosa más como un truculento asesinato rural o las gloriosas dimensiones de una seta encontrada por un paisano. Ante todo esto uno se pregunta para qué narices sirven estas y otras televisiones autonómicas. No encuentro otra respuesta que estas televisiones son el escaparate donde se exhiben los cargos públicos regionales que de otro modo no pillarían ni un minutejo al año en las pantallas, que es a fin de cuentas lo que otorga el verdadero glamour mediático. Todo eso con nuestra pasta. Quizás ya no queden carreteras por arreglar, naturaleza por proteger, edificios históricos por conservar, colegios y bibliotecas por mejorar, tejido económico por potenciar… Pero me extraña, porque sin ir más lejos, en el pueblo serrano en el que paso buena parte de mi tiempo, falta, así de entrada, de todo eso. Con la centésima parte del presupuesto de la televisión regional –graciosamente subvencionada por el gobierno autonómico-, se duplicaría el presupuesto de este pueblo. O si lo prefieren, con lo que vale una hora de la pava esa preguntando a una mema por qué quiere reconciliarse con el patán de su novio, seguramente alcanzaba para reparar una torre árabe que está a punto de caerse, o vallar una necrópolis y evitar que los visitantes se lleven las lápidas romanas a su casa, o soltar el primer euro para que una reserva natural valga para algo, por citar sólo tres necesidades concretas y reales del pueblo serrano, que aunque ya casi ni nos acordemos, está en eso que se llama Castilla-La Mancha. Pero nadie protesta ni dice nada. Y así sigue el cotarro de la propaganda y la exaltación de la horterez con nuestros cuartos. Y ancha es Castilla (La Mancha).

El agua y el ridículo

El agua y el ridículo

Lo que está sucediendo en España con la gestión del agua es vergonzoso y está muy cerca del ridículo internacional.  Da la sensación de que en lo referente a este tema nadie tiene la más mínima intención de poner un poco de cordura. Por una parte, los dirigentes políticos hacen del tema bandera partidista y lo enreden y enturbian todo con la batalla de los partidos con sus navajazos traperos, sus intercambios de favores, y su encastillamiento en el modelo elegido.  Por otro lado, los ciudadanos, contagiados por el ambiente, se posicionan y siguen este tema con una actitud de forofos, dando por bueno todo lo que dicen los políticos de cuyos colores se sienten simpatizantes y por deleznable lo que les llega desde el otro bando.  Por su parte, a los ecologistas integristas todo les parece mal. Pero informarse, escuchar a los técnicos en la cuestión, valorar, analizar y pedir y ofrecer cordura, eso no, que es muy aburrido. Parece que este país se ha dividido en “trasvasistas” y “desaladoristas”.  Y cuando aparecen los “istas” la reflexión salta por la ventana. Porque según el criterio mayoritario de los técnicos, en España hay agua suficiente. Pero la gestión es pésima. La solución, según dicen, pasa por multitud de acciones adecuadas a cada situación, de modo que en algunos lugares habrá que hacer pequeños trasvases, en otras habrá que desalar, y en otras sobre todo racionalizar el consumo y evitar y castigar el robo generalizado de agua. Y con toda su hipocresía, lo poderes públicos con sus campañas tratan de crearnos mala conciencia por derrochadores, cuando el 90 por ciento del gasto de agua se produce en la agricultura. Agricultura demencial y hasta bandolera. En la cuenca del Segura, una de las más deficitarias, hay miles de pozos ilegales (gente que roba agua) sin que la Confedereación Hidrográfica haga nada ya que está en manos de las Mancomunidades de Regantes. De vez en cuando hacen una playeta mostrenca en algún pueblo serrano y dicen que son la madre del cuidado medioambiental.  Y los gobiernos miran para otro lado. Los agricultores de Almería no usan el agua de la desalinizadora de Carboneras (que se queda al 30 por ciento de su capacidad), ¿para qué, si pueden tener casi gratis la de los ríos de de la sierra albaceteña y cuando estos se sequen la de sus acuíferos que destrocen la sierra para siempre?. Si el actual gobierno trasvasa agua a Barcelona, se enroca diciendo que no es un  trasvase para no darle ese agua al enemigo, y la oposición está encantada porque dicen que han mentido como si fuera lo mismo dar de beber a los habitantes de esa ciudad, que hacer una obra faraónica para regar naranjos en Valencia o campos de golf en Murcia. La solución es la más fácil y la más difícil; un acuerdo nacional sobre el agua con soluciones dirigidas por los técnicos. Entretanto el ruido forofo, ayuda más bien poco. Y la ridiculez rellena los cauces vacíos.

JAF

JAF

Juan Angel Fernández (JAF para la firma) ha trabajado en los últimos años como coordinador de Cultural Albacete. Estaba destinado allí con un contrato de cargo de confianza del anterior alcalde, Pérez Castell. Los cargos de confianza se rescinden cuando el cargo del que dependen cesa. El siguiente cargo puede renovar ese contrato o hacer efectiva su rescisión. Y en el caso de JAF, la nueva alcaldesa, o quien sea, ha decidido cesarlo. Bien empezamos. Porque JAF ha realizado un trabajo ímprobo en su labor dentro de Cultural Albacete. Un trabajo sin horas, con esfuerzo, con ilusión y entusiasmo. Y muchos no entendemos bien el porqué de apartarlo de su función, dándose además la circunstancia de que Juan Ángel dio un salto sin red laboral respondiendo al  llamado de unos proyectos en los que creía. Así le pagan.  Y por supuesto me da lo mismo saber la causa y la persona concreta que toma la decisión en esos puzles oscuros de los nombramientos. Unos dicen que lo ha vetado el afamado cortador de cabezas de palacio, otros que el pundonoroso limpiador de perezcastelismos. Puede incluso que nada de eso, sino que ha aparecido otro al que había que colocar o que JAF no tenía más apoyo y simpatía que el desplazado Castell.

Da igual, ya digo. El caso es que duele ver el modo en que se responde al esfuerzo en las instituciones. Y entretanto, en el ayuntamiento, en la diputación, en delegaciones, etc., hay gente que no le da un palo al agua y a la que no le pasa nada de nada. Afirmo por cierto, con claridad que no hablo de todos, sino de algunos. Pero esos algunos le pueden echar todo el morro que les pida el cuerpo y no hay quien les diga ni mú. Será legal, serán las normas, pero no es justo. Y  lo que es más grave, es una forma de proceder que socava la afectividad de la actuación de las instituciones públicas que pagamos todos.  Yo trabajo en la empresa privada y me cuesta entender estas cosas. En mi empresa el que le echa morro se marcha, y el que se esfuerza y trabaja para hacer las cosas bien, mejora y prospera. Y para conservar a ese trabajador y favorecer su prosperidad en la empresa, no nos importa ni de quien es amigo, ni su pensamiento político ni ningún otro condicionamiento. Es así de sencillo. Pero en la función pública y en la política van a acabar por convencernos de que es imposible. Y no cabe decir aquello de “con su pan se lo coman”, porque es el pan de todos nosotros. Muchos los sentimos por JAF. Y muchos también, de nuevo, por nuestras instituciones.

El Bucle

El Bucle

El viernes trabajamos casi como recogiendo la mesa, como si el trabajo se hubiera terminado para siempre. El viernes por la tarde nos ponemos graciosos, marchosos y con ganas de hacer un montón de cosas divertidas y placenteras. El sábado por la mañana el mundo se despliega ante nosotros como si fuera inmenso e infinito y nos estuviera esperando con todo lo mejor que puede depararnos. El sábado por la mañana es eufórico y hasta te puede dar un arrebato y hacer deporte. Luego, aun en el caso de que  hayas tenido que ir a comer a casa de la suegra, la cosa sigue siendo placentera, aunque sin euforia ni tontunas. El domingo por la mañana es un toro manso que pasta a nuestro lado mientras nos atizamos el periódico con su saco de suplementos tontorrones. La hora de comer es un momento crítico. La comida del domingo es el portazo con se termina la semana. Yo le tengo bastante tirria a la paella que como comida de domingo por excelencia según nuestras costumbres, he acabado por asociarla a la trágica desaparición del fin de semana. Con el final de la digestión nuestros pensamientos se envuelven con un tufillo desagradable porque sin remedio llega algún recuerdo del trabajo; una tarea que hemos de realizar, algún trabajillo que hay que hacer… La tarde del domingo es, según los casos y las situaciones, tontorrona, gris, melancólica o deprimente. No hay sonido más devastador para el buen ánimo que las retransmisiones futboleras que salen de las casas y  de los bares. Y no digamos nada si sale del transistor de un tío en chándal paseando a su perrito por el extrarradio. Para matarlo y suicidarse después. El lunes se está de lunes, según la chusca respuesta al uso cuando ese día le preguntas a alguien cómo está. Estar de lunes, traducido significa: “trabajando, imbécil, ¿no lo ves?, ayer mismo de fin de semana y hoy trabajando, me cago en mi sangre…” El martes viene a ser la prórroga del lunes, porque el lunes hemos empatado con el destino que ni nos remata ni nos da esperanzas de librarnos del trabajo.  El miércoles estamos totalmente domesticados y ni siquiera pensamos. No estamos ni bien ni mal. Empujamos el carro y punto, sumidos en una mediana catatonia. El jueves de nuevo se mueve el viento sobre las velas y comienza a moverse el barco de nuestros sueños. Al jueves debería cambiársele el nombre y llamarle “casiviernes”.  Y comienza el ciclo de nuevo para todos nosotros, esclavos felices,  que giramos sin tregua en el bucle que nos lleva de nuestro corazón a nuestros asuntos, según expresión del puñetero poeta.

Invisible poesía

Invisible poesía La poesía desaparece de entre nosotros, cada día es más invisible. El rincón familiar en el extremo de la mesa de mi librería favorita, donde desde hace años colocan las novedades de poesía, es una continua fuente de frustración. Cada semana la montaña de novedades de literatura de usar y tirar le come algún centímetro al cuadradito de los poemas. Un día que decidí echar un vistazo en las otras librerías, por si acaso, fue mucho peor. En la primera que visité, de pronto empezó a sonar a toda pastilla una espantosa música maquinera y empezaron a pulular a mi alrededor jóvenes vestidos de negro con un alto sombrero picudo. En cuestión de minutos, la librería fue invadida por una cantidad de gente muy superior a la capacidad del local. Era el día en que se ponía a la venta el último libro de la saga de Harry Potter. Cuando me fui entre el griterío, la cola le daba la vuelta a la manzana. Y de poesía, nada. Me asomé desde la esquina con miedo a otra librería por si estaban las hordas mágicas. No era así y entré en el local. Aquí la cosa fue casi peor, porque tuve que soportar unas cuantas canciones de Carlos Mejía Godoy y los de Palagüina en cuyas letras se mezclaban con desparpajo las declaraciones de fe cristiana con los ponchos de las muchachas y la harina de maíz.  Esta visita no fue frustrante, fue una sofisticada tortura que casi acaba con mi digestión. Y de poesía, por cierto, nada. Hoy he ido a otro rinconcillo del que soy asiduo desde hace décadas en búsqueda de información, el suplemento Babelia del diario El País. Después de cinco “paginacas” para la última novela de Mendoza, un octavo de página para la reseña de un libro de poemas, y nada más.  No voy a reivindicar la poesía. La poesía se reivindica sola. Pero sí reivindico espacios para que la poesía fluya desde los poetas a los lectores, porque la poesía está llegando a convertirse en algo así como un contrabando de información entre los iniciados, sucediendo esto además en un momento en que se está escribiendo mucha y buena poesía en lengua castellana. La poesía no fluye porque no se lee poesía, porque no se vende, porque no es mercancía. Algo muy lógico en estos tiempos de liberalismo económico rampante en que todos los procesos y actos sociales están mercantilizados. Pero una sociedad de humanos cultos, libres, nobles y orgullosos no se consigue encadenándolos a los contenedores de su cuota de mercancías. A despecho de los nuevos conservadores, la política tiene mucho que ver con esto. Y con las llamas que encienden unos versos en el corazón de un lector solitario.

Son cuatro

Son cuatro Escuché en una ocasión a un conciudadano bocón relatar anécdotas de un extraño viaje que compartió extrañamente con un alto cargo público de la provincia a un país americano. “Íbamos por las noches a cenar a los restaurantes más lujosos. En uno de ellos, el Sr. Tal, preguntó: `¿Tenís langosta aquí?. Pos langosta pa tos, lo que  haga falta. Y vino uno bien caro, que esta noche nos salimos´. Y así todas las noches. A tope, tirando de Visa Oro”. Claro que el bocón, que ocupa puesto funcionaril, también tiene su buena historia. Algún día se sabrá. A mí maldita la gracia que me hacía el relato. Porque si hay algo peor que la paletez dispendiosa de un nuevo rico, es esa misma paletez cometida por un cargo público a cuenta de los dineros de los ciudadanos. Recuerdo también el relato que me hizo una funcionaria sobre unos señores concejales que se acercaron a la taquilla de La Caseta una Feria a pedir que les prestaran dinero de la caja afirmando que lo devolverían al día siguiente ante la estupefacción de la funcionaria, cuya negativa enfadó a los señores ediles. Estos, además de paletos, eran cutres. O ese ¿señor? que facturaba bastante al ayuntamiento y amarraba sus contratos sufragando algún que otro fin de semana en Madrid sin salir de casas de citas de lujo con el funcionario comprador de sus servicios. Y duele profundamente cada vez que se conoce uno de estos casos, porque uno se afana a mantener viva la confianza en el sistema democrático y las personas elegidas por los partidos y los ciudadanos. Porque por más que buena parte de la ciudadanía acepta fatalmente con mejor o peor humor que políticos y funcionarios pellizcan, roban o se benefician de sus puestos, uno se aferra a la idea de que son una minoría. Porque lo contrario sería para cerrar el chiringuito y volvernos al campo a sembrar alcachofas. Últimamente se han destapado dos escándalos de este tipo; el concejal de urbanismo socialista al que han pillado con 500 kilos de hachís, total cuatro porretes, y es que como vio que no le daban la concejalía de urbanismo, cogió la de agricultura pensando que si no pillaba del ladrillo, pillaría de las matas. O el exconcejal pepero ultracatólico que se negaba a casar homosexuales y se gastó 50.000 euretes en bares de putos, cosa que podría ser un chiste si no fuera porque es un acto especialmente condenable, como he dicho, en un cargo público.  Deberían tener un aumento especial en las penas que les caigan. Menos mal que son una minoría. Vamos, no sé, digo yo.

Olimpiada china

Olimpiada china

En Tíbet caen los manifestantes bajo la bota de los soldados chinos. Los presos políticos chinos pierden los días de la única vida que tienen en las cárceles chinas. Los ajusticiados chinos se pudren en sus fosas chinas. Los estudiantes chinos tienen que tener mucho cuidado con lo que leen si no quieren estropear sus estudios en chino. Los periodistas chinos tienen que estar pendientes de lo que es información contrarrevolucionaria o no para no quedarse en el paro chino. Los ciudadanos no pueden usar Internet por si les entra por la red veneno liberal occidental tan contrario a las maravillas que desarrolla el gobierno chino. Y no es que los engañen como chinos, es que los doblegan por la fuerza al silencio y la falta de libertades. Y mientras tanto, los EEUU borran a China de la lista de países que violan los derechos humanos, y el globo entero está haciendo las maletas para irse a ver las olimpiadas de China. China ya es de verdad una gran potencia; su poder económico genera el suficiente miedo para que el mundo desvíe la mirada de las injusticias y barbaridades que comete su gobierno. Ya sé que es una tontería, pero yo voy a practicar un doméstico e individual boicot a la olimpiada china y no voy a ver las pruebas de ese acontecimiento que, por otra parte, cada vez se parece menos al deporte y más a un espectáculo y a una lucha incruenta entre naciones, un torneo civilizado. El deporte profesional de primer nivel cada día se aleja más del espíritu del deporte como simple ejercicio físico y diversión de amigos para convertirse en espectáculo y lucha en el extremo de la capacidad física de los competidores. Y los gobiernos y con su reflejo, los medios de comunicación, hablan sobre todo del “medallero”, de la cuenta de victorias que consigue cada país, haciendo gala del nacionalismo pacotillero que invade todas las dimensiones de nuestra vida sobre este planeta. Por eso las olimpiadas se han convertido en un acontecimiento tan desmesurado como son hoy, y por eso se implican en ellas los gobiernos y los seres humanos aúllan de orgullo cada vez que cae una nueva medalla en su casillero. Si además todo este enorme montaje se lleva a cabo en un país como China que pisotea las libertades de sus habitantes y de los vecinos ocupados, la verdad es que consigue hacerme menos gracia todavía. Y es que debo tener alguna deformación, pero llevan cuatro días de potencia mundial y ya les estoy tomando manía. Y me empiezan a caer gordos todos aquellos que disimulan su sociedad injusta porque no se les caigan los jugosos contratos.