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El Puente. León Molina

2012

Coyuntura y sindicatos

Coyuntura y sindicatos

En la actual coyuntura los sindicatos españoles tienen ante sí una oportunidad crítica para reivindicarse ante los ciudadanos. Los ciudadanos hemos venido incubando una progresiva desafección hacia nuestros sindicatos de modo paralelo al que hemos desarrollado hacia los partidos políticos. Y considero que este proceso en ambos casos no está desprovisto de causas objetivas. En el caso de los sindicatos ya hemos comentado alguna vez las posibles causas de esa desafección; alejamiento de las bases, engreimiento, acomodación, “subvencionismo”, etc., de tal modo que el ciudadano ha ido viendo a los sindicatos cada vez como algo más lejano a su cotidianidad y sus problemas. En este momento, que según ellos mismos, el gobierno actual ha traspasado unas cuantas líneas rojas, quizás sea el momento indicado para hacer autocrítica y retomar el pulso de la ciudadanía. Y no apunto sólo a huelgas generales y manifestaciones –que por supuesto son legítimas y necesarias- sino sobre todo, si me permiten la expresión, a que se apeen del burro y salgan de nuevo a la calle a hablar con la gente y tomar el pulso de los matices del descontento popular desde abajo, no desde los salones de las grandes partidas del poder. No es suficiente que con cara de enfado y de valientes propongan una huelga general, es necesario que se comuniquen con la gente propongan soluciones adecuadas a los problemas que tenemos planteados. Y esto será posible si comienzan por mirar hacia adentro y reconocer hasta qué punto se han convertido en organizaciones un tanto escleróticas y acomodadas. Debieran pensar que si han perdido parte del respeto y consideración de la gente que tuvieron es por algo, no porque de pronto los ciudadanos nos hayamos vueltos tontos o desagradecidos. Sería pues deseable que los sindicatos expliciten cuál es su modelo de relaciones laborales, cuáles son los límites y las alternativas, qué van a hacer para que el enlace sindical deje de ser visto –como con mucha frecuencia sucede- como un espabilao que ha encontrado el modo de vivir mejor en su trabajo, así cómo qué nuevos cauces dinámicos y ricos de comunicación con los ciudadanos van a desarrollar. La dificultad del momento, paradójicamente, ofrece a los sindicatos una oportunidad de oro para recuperar el entendimiento y liderazgo entre los ciudadanos. Sería bueno que lo aprovecharan, porque si lo necesitan ellos, más lo necesitamos todos los demás. 

La estatua del jardín

La estatua del jardín

Grecia es una hermosa estatua que se desmorona en nuestro jardín.  Es el desmantelamiento de la belleza antigua que da sentido a nuestra cultura y nuestra forma de ser. 

Lo que agrava la situación de Grecia es que para la Europa actual Grecia y los griegos son  “ellos” en vez de ser “nosotros”.  Lo cual es inevitable porque Europa como unidad no está construida todavía.  El problema Griego, que es presentado como un problema económico es en realidad sobre todo un problema político, y un problema político de la UE. Porque la política es sobre todo el acuerdo de definir quiénes somos, qué queremos ser y cómo lo vamos a hacer para tratar de conseguirlo juntos.  Pero la unidad de Europa  es casi exclusivamente mercantil. Y por eso en vez de la actividad política para resolver los problemas en muchas ocasiones acaba por imponerse la fuerza bruta del dinero y los más fuertes imponen su  modelo, sus decisiones y sus conveniencias. Si de verdad fuéramos Europa, la situación de Grecia sería un problema regional que en buena medida habría podido prevenir y en buena medida también se hubiera podido solucionar si un griego fuera a todos los efectos y hasta en su DNI un ciudadano de Europa igual que alemanes, franceses, españoles o todos los demás.  Para entenderlo, podríamos cambiar la escala y tomar un ejemplo hipotético; si Extremadura o Murcia o Asturias tuviera unas estructuras políticas y económicas discordantes con el resto de España, sin duda nos habríamos puesto las pilas para solucionar el problema y si a pesar de ello una de estas regiones cayera en dificultades extremas, sin duda también haríamos lo que fuera necesario para reconducir la situación solidariamente porque los extremeños, los murcianos o los asturianos serían “nosotros” para el resto de los españoles.  No sé si así me explico… Por tanto el modelo de estado nación que sirvió para traer la moderna democracia a Europa ya no sirve y debemos superarlo, superando los estúpidos sentimientos nacionalistas. Por decirlo más claro; no tengo ningún inconveniente en dejar de ser español (políticamente, como ciudadano) si ello es así para ser ciudadano de Europa.  Sería culturalmente más rico y estaría menos expuesto a ser zarandeado por los que se dicen mis socios. No es la política lo que más ha dañado a Grecia, sino la falta de ella. En tiempos de crisis descubrimos aun con más claridad que Europa es necesaria y urgente. La estatua del jardín tristemente nos lo recuerda.

La justicia está malita

La justicia está malita

Si la actuación de  la justicia de un país no concuerda con el sentido mayoritario de los ciudadanos sobre lo que es justo y lo que no, ¿para qué sirve?.  Si la actuación de la justicia, una vez que las leyes han sido dictadas por  los representantes de los ciudadanos se enmarañan y oscurecen en su aplicación a través de procedimientos, jurisprudencias, discrecionalidades y prescripciones que no entendemos, ¿a quién le van a transmitir confianza?. Si la justicia actúa con tanta lentitud que a veces es inútil o incluso crea problemas mayores de los que en teoría pretende evitar, ¿cómo se puede confiar en ella?. Si los agravios comparativos de las sentencias son a veces tan manifiestos, ¿quién la va a sentir respeto por ella?. Si observamos que en la composición y actuación de los cuerpos judiciales superiores se libra una batalla sangrienta entre las facciones e ideologías políticas tanto desde dentro de la profesión como desde los gobiernos, ¿cómo podemos sentirnos tranquilos acerca de su necesaria ecuanimidad?. Si el necesario e incuestionable régimen garantista de la justicia se retuerce y pervierte hasta llegar incluso a desarticular sentencias y culpabilidades probadas, ¿cómo podemos llegar a sentir la seguridad de su fuerza?. Si los propios gobernantes afirman ceremoniosamente que respetan la justicia y sus fallos cuando les son favorables y los critican acerbamente cuando les son desfavorables, ¿cómo podemos confiar en ellos como garantes de la independencia judicial?. Todas estas son cuestiones que nos llevan pensar que la justicia española está enferma. No diremos desde luego que está muerta y sabemos que a pesar de su mal estado de salud, nos es necesaria y mucho mejor que la ausencia de justicia.  Pero en un un estado de derecho, democrático, con separación de poderes, la calidad y eficiencia de la justicia es un elemento de tal trascendencia que puede afectar a la democracia misma y puede minarla y desvirtuarla. Si además el poder ejecutivo colabora en esta mala calidad de la democracia con continuas mentiras, ineficacias, prebendas injustas y cambalaches que dejan la ética a la altura del betún,  es como poner a la justica griposa en una corriente de aire helado. La justicia está malita, y si este país no es capaz de curarla, nos contagiará a todos y esta enfermedad social, nos pondrá débiles y tristes y nos hará menos libres.

Cuernos y penitencia

Cuernos y penitencia

La vicepresidenta anunció la pasada semana un plan para que los ayuntamientos puedan pagar a sus acreedores. Parece ser que el estado avalará créditos ICO para que puedan hacerlo. De lo que no dijo ni mu la vicepresidenta es que para ordenar la fila de los pagos, además de tener en cuenta la antigüedad de las facturas, se va a adelantar en la misma a los acreedores que más rebajen la cuantía de su deuda. Seguramente lo ocultó por táctica, porque a estas alturas de la película no creo que fuera porque le diera vergüenza. Porque la propuesta es una auténtica vergüenza. La mayoría de las empresas acreedoras de los ayuntamientos que quedan vivas son pequeñas y medianas empresas que están con el agua al cuello, algunas llevan años esperando cobrar, despidiendo a trabajadores, jugándose sus patrimonios porque tuvieron la mala suerte de vender sus productos o servicios a un ayuntamiento. La vergonzosa propuesta del gobierna juega con la presunción de que se producirá una dinámica perversa; como la situación es tan desesperada para muchos de estos acreedores, muchos de los cuales tienen un horizonte de vida de días si no consiguen caja, es muy probable que entren en una loca carrera por perdonar partes importantes de las deudas a cambio de conseguir dinero rápidamente. Es una propuesta indigna. Imaginen ustedes que le venden por ejemplo su coche a alguien, que ese alguien no les paga después de estar ustedes persiguiéndoles durante meses y meses y por fin el moroso les dice: “mira, es que debo muchísimas cosas a muchísima gente así que voy a ir pagando a quien me perdone más parte de la deuda, de modo que si quiere usted cobrar su coche, vaya usted pensando cuánto está dispuesto usted a perdonarme”.  Malamente reprimirían ustedes las ganas de romperle los morros al morrudo o por lo menos de enviarle un largo y cálido recuerdo a toda su parentela. Son cosas que se pueden esperar de jetas morosos y chorizos, pero de un gobierno democrático…. Pues, según se ve, de un gobierno también podemos esperar estas propuestas de mafiosillo de barrio, no había caído. De modo que los acreedores que vayan subastando a la baja sus deudas mientras repasan con angustia sus cuentas. Eso sí, van a cobrar un día de estos. Contentísimos tienen que estar. 

Sistema de salud en peligro

Sistema de salud en peligro

El sistema público de salud de España, sin duda alguna uno de los mejores del mundo, está en serio peligro. Como los ciudadanos son conscientes del valor de este sistema los cambios se han venido haciendo poco a poco y con disimulo especialmente en las comunidades gobernadas por la derecha. Pero  este momento de miedo y parálisis de los ciudadanos por la crisis, está siendo aprovechado por el gobierno central para encaminar a sus administraciones regionales hacia recortes y alternativas liberalizadoras del sistema. Sin ir más lejos en nuestra provincia los hospitales comarcales están en subasta.  El sistema de salud pública presentaba ya antes de la crisis alguna debilidad entre las cuales no estaba precisamente su supuesta insostenibilidad, tal como de modo alarmante anunciaban sus detractores, sin sobre todo un sistema de financiación escaso.  Con unas prestaciones equivalentes al resto de países desarrollados y sin copago, la presión fiscal española era sensiblemente más bajas que en esos países. Y lo era porque aquí se ha sido enormemente blandos con las rentas del capital, tanto por la presión que se ejerce sobre ellas como por la falta de decisión y medios implementados contra el fraude fiscal, que ha sido y es enorme. Por otra parte, tengo la sensación de que las transferencias en esta materia a las comunidades autónomas no han servido para una mejora sensible, sino para crear desigualdades territoriales y desequilibrios internos generados por la sobreactuación endémica y demagógica de muchos gobernantes regionales ávidos de demostrar las bondades del autogobierno.  La ola neoliberal  al “abrigo” de la crisis  está encaminando el sistema de salud pública hacia los copagos, las gestiones privadas, la escasez de medios, la depauperación de las condiciones laborales de sus profesionales y  a un debilitamiento general  que mina el principio de solidaridad que le da sentido, que lo hace viable y que es uno de los logros históricos de los que nos hemos beneficiado y que nos han hecho sentirnos especialmente orgullosos como ciudadanos de este país. Nos encaminan, en esto también, a la selva del “sálvese quien pueda” .  Es injusto. Es triste. Y esta situación, unida a nuestro silencio, nos degrada como ciudadanos. 

Curriculum B

Curriculum B

Al parecer, entre  una parte de  nuestros jóvenes que están buscando trabajo en estos momentos se ha extendido la práctica de usar un curriculum vitae “B”. Estos curriculums se caracterizan por reflejar una formación menor de aquella que realmente  tiene el joven demandante de empleo. El objetivo es no parecer “demasiado bueno” para trabajos que no exigen una alta cualificación. La estrategia es errónea, desde luego, pero lo que llama la atención y nos resulta doloroso es el síntoma que encierra; jóvenes con titulación universitaria, con másteres diversos, dominio de idiomas y habilidades complementarias de todo tipo pierden la esperanza de encontrar un trabajo acorde con su preparación y cuando deciden buscar cualquier tipo de trabajo aunque no requiera cualificación, se encuentran con que su titulación puede parecer excesiva y no adecuada al puesto ofertado por las empresas. Se sienten entre dos fuegos. Y son, como digo, un claro síntoma del grave desajuste que vive nuestra sociedad actualmente. Las razones de este desajuste hunde sus raíces en muy diversos campos que van de la economía a la cultura, del sistema educativo al sistema de innovación y que se recrudecen de un modo brutal con la actual crisis económica. Pero al fin y al cabo, ver a un joven contándonos cómo se autodevalúa en su curriculum con la idea de poder conseguir más fácilmente trabajo resulta desgarrador y llena de pesar al que escucha las explicaciones. Es un gran fracaso de toda la sociedad en su conjunto. Y un crimen más que apuntar a todos aquellos que han contribuido y contribuyen a convertir nuestra sociedad en una sociedad selvática de sálvese quien pueda, especialmente aquellos que predican el nuevo evangelio de la no intervención del estado que han conseguido que el estado se emborrache interviniendo en cientos de tonterías y no lo haga en todo aquello que es esencial, como invertir de verdad en ciencia e innovación, en un sistema educativo fuerte, en la expansión de la cultura, el aseguramiento de la igualdad de oportunidades y la redistribución de la riqueza.  Todo ello trae como resultado que nuestros hijos digan en los papeles que valen menos de lo que valen. Porque a lo mejor es verdad y valen demasiado para este país cada vez más bruto. 

Malos tiempos para el medio ambiente

Malos tiempos para el medio ambiente

Malos tiempos para el medio ambiente. O lo que es lo mismo, malos tiempos para la vida de la que, recordémoslo, formamos parte. En el contexto internacional los acuerdos para limitar la escalada de contaminación están más que nunca en vía muerta. Son tontos pues el medio ambiente degradado degrada la economía misma. Entretanto la respuesta es la depredación y destrucción de la naturaleza del tercer mundo condenando a millones de personas a pobreza y hambre crónica, a la destrucción de su futuro para que el nuestro alargue un poco más su horizonte (por poner sólo un ejemplo, en este momento Occidente destruye las tierras y alimenta guerras en el Congo y países circundantes para asegurarse el suministro del escaso coltan que se utiliza en la fabricación de teléfonos móviles que consumimos a lo bestia). El beneficio económico a corto plazo lo justifica todo aunque condene estúpidamente el desarrollo, la calidad de vida y la equidad social a más largo plazo.   Y a nivel nacional nos encontramos con que tras la llegada al poder de los representantes más genuinos de esta forma de pensar, desde el primer instante vemos por lo que anuncian que todo marcha en esa dirección.  Se reactivará el trasvase Tajo-Segura llevando agua de una cuenca deficitaria a otra donde se han empeñado en enriquecerse sembrando frutales en el desierto (y amenazan con más trasvases destructores del medio), dicen sin inmutarse que están con Kioto pero que no lo van a cumplir ni lo van a intentar, se erosiona el ya de por sí nimio sistema de mantenimiento y vigilancia medioambiental, se pega un hachazo radical a las ayudas al desarrollo de las energías alternativas… En Castilla-La Mancha significativamente una de las primeras decisiones de Cospedal fue poner en la calle a los veterinarios de los centros de protección de la fauna salvaje, profesionales de muy alta cualificación que cobraban algo más que un celador y cuyo número en la región se podía contar con los dedos de una mano. Y mientras todavía resuena la encendida negativa de Cospedal a la instalación del cementerio nuclear en la región, pues toma cementerio y veinticinco mil años de radiactividad bajo un pueblo conquense. Todo esto sucede mientras se anuncian ayudas a la “fiesta” de los toros y aparece de donde dicen que no había, una nueva millonada para ayudar a la banca. Está claro por dónde van. Lo pagaremos todos. 

La isla de la Esperanza

La isla de la Esperanza

Teníamos noticia del deseo del gran capo mundial del juego de instalar una megaciudad del juego en Madrid, pero el contenido de las exigencias que planteaba a cambio nos hacía creer que ni siquiera la echá palante de Aguirre transigiría con  ellas.  Pero para nuestro pasmo el otro día sale en la televisión flanqueada por Pepa Botella, sonrientes las dos y diciendo que si hay que cambiar las leyes para conseguir esos puestos de trabajo, pues que se cambian y no pasa nada. Las demandas del ricachón implican crear una isla de derecho (o no derecho) en su ciudad del juego; derechos laborales de los trabajadores, leyes fiscales, leyes urbanísticas, todo ha de cambiar en esa isla o si lo prefieren tendrán la cobertura del gobierno y ayuntamiento de Madrid para saltárselo a la torera, así como exenciones de impuestos que llegan al noventa y cinco por ciento, cobertura legal a la evasión de impuestos de los clientes y grandes inversiones públicas en infraestructuras que benefician exclusivamente a esa ciudad del juego.   Aparecerá ese dinero que no hay para sanidad y educación. Esto nos pone al nivel de república bananera en el que para hacer negocios sólo hay que llevarse bien con el dictadorzuelo de turno que “lo arregla todo”. Y se consumará el modelo económico prostibular, mafioso y antisocial que propone la horda neoconservadora y que ahora, con todo su poder, está empezando a poner en práctica región por región en todo el país. Y además de prestar nuestros servicios, nos dicen que tenemos que poner nosotros la cama. Toda la costa mediterránea española es ya un parque temático de prostitución, juego, tráfico de drogas, crímenes urbanísticos, destrucción de la naturaleza y subempleo desprotegido. Pero Esperanza es mucha Esperanza y ella quiere entrar por la puerta grande –junto a la nueva estrella del neocon system- para dejar en mantillas al Levante español.  El asunto es de tal calado antidemocrático y antisocial y produce tal sonrojo que aun nos queda una delgada línea de esperanza de que sus compas frenen sus ímpetus económicos selváticos y su ofuscación en confundir el derecho con el mercado sin el más mínimo disimulo, sino con la chulería castiza de la lideresa y su nueva acólita. Con actitudes como esta se demuestra palpablemente hasta dónde están dispuestos a llegar en el desmantelamiento del estado social y democrático y la puesta en marcha del estado del sálvese quien pueda tan grato a los intereses que representan. 

Están en otra guerra

Están en otra guerra

El alcalde de Toledo y senador Emiliano García Page dijo hace un mes en referencia a la situación de su partido: “el líder primero, y luego las ideas”. Esta declaración me dejó perplejo,  pues no en vano por una actitud como esa es por la que se han colado al poder tantos farsantes a través de la historia y se han sostenido las más débiles y aparenciales democracias.  Me parece que la cosa es justo al revés, primero se deben discutir, consensuar y tener claras las ideas y después se ha de buscar a la persona adecuada para ejecutar la actividad que se deriva de las ideas propuestas y los objetivos que conlleven.  Y de paso sus palabras retratan también al PSOE pues lo que propone es justo lo que está haciendo este partido; entregarse a la búsqueda de ese líder, que según parece será quien diga al partido y a la sociedad  lo que hay que hacer. Pero además la alternativa finalmente es Rubalcaba o Chacón, dos miembros del último gobierno. A mí desde luego me da igual quien sea porque le tengo retirado el saludo sine die al PSOE y porque no encuentro ninguna diferencia sustancial a priori entre él y ella, ambos corresponsables en primera línea de la actividad de su partido en labores de gobierno; es decir de todos sus desaciertos y de la entrega con armas y bagajes del mismo a la más ortodoxa política neoliberal  que está desarmando muchas de las conquistas sociales, políticas y culturales de la Europa civilizada. Europa que idearon líderes socialistas europeos, algunos de los cuales están ya muertos realmente y otros muertos de asco y decepción en sus olvidados retiros. Si el PSOE hubiera dicho que la situación es de tal calado histórico que hay que renovar el partido completamente y entregara la iniciativa de esta renovación a militantes y simpatizantes en un debate profundo, abierto y serio con el tiempo que hiciera falta, estaría atento a sus andanzas. Mientras sólo sea este quítate tú pa ponerme yo de  fracasados líderes aparatistas babeantes de poder y traidores idológicos manifiestos, no sé qué interés puede tener el proceso que vive ese partido. Sigan pues los príncipes del partido con su pelea por la poltrona mientras el país se aplasta con la situación y el rodillo neocón. Muchos ciudadanos seguiremos a lo nuestro, a nuestra dura  lucha diaria por salir adelante, a nuestras indignaciones y esas cosas. Ellos están en otra guerra. 

Un error estratosférico

Un error estratosférico

Las declaraciones de Mariano Rajoy en referencia a la subida de impuestos es de las pocas cosas que ha manifestado siempre con rotundidad. En 2009 dijo en ABC que “subir los impuestos sería la puntilla para las familias españolas… un error estratosférico... el PP se opondrá a cualquier subida de impuestos… significa más paro y más recesión”.  Hace mes y medio en El País, dijo “yo no voy a subir los impuestos”.  En el discurso de investidura dijo: “mi intención no es subir los impuestos… y mantener los compromisos electorales… el mayor esfuerzo no puede recaer en los ciudadanos, sino en las administraciones”.  Y el resto de su equipo por la misma vía. Soraya: “vergonzoso que el PSOE se plantee subir impuestos”, Montoro: “no es el momento de demagogias fiscales…hay que bajar impuestos, hacerlos más eficientes y así recaudar más”. Cospedal (hace cuatro meses): “España nunca ha salido de una crisis, nunca, nunca, nunca (sic), subiendo impuestos”. Y en los últimos días de diciembre salen los ministros (don Mariano no da la cara) y anuncian la mayor subida de impuestos de la historia de este país. Puede que lo más doloroso –en las formas- fuera tener que escuchar en boca de doña Soraya la palabra “solidaridad” refiriéndose al recargo del IRPF; me llegó al hígado, fue la culminación del hecho nuevamente contrastado de que en nuestro país y, especialmente entre la clase política, se ha perdido por completo el respeto a las palabras, a su significado y al compromiso que encierran. En un lapso de diez días, el gobierno hace justo lo contrario de lo que mantuvo con rotundidad en un discurso de investidura, en una campaña y durante años de oposición.  Dicen que es por la púa que les dejó el PSOE (¿en Valencia por ejemplo?). Lo que espanta es la cara dura y la mentira. Porque muchos estaríamos de acuerdo con hacer esfuerzos fiscales para ayudar a los más perjudicados por esta situación, para  invertir y dinamizar la economía y crear puestos de trabajo, para pagar muchos inspectores fiscales especiales para la evasión de impuestos, para pagar a técnicos que reestructuren los servicios públicos mal administrados, y desde luego para mejorar un sistema educativo que nos saque de esta burricie en que andamos metidos. Pero los impuestos no son para eso, son para entregar lo recaudado mansamente a los dueños del dinero que por este medio interpuesto y connivente así nos roban y son cada día más ricos. Y viva España. Y ole.

Robin y el sheriff de Nottingham

Robin y el sheriff de Nottingham

¿Se acuerdan ustedes de Robin Hood?.  Hace ya mucho tiempo que no sabíamos nada de él. Pero recientemente hemos tenido conocimiento por la prensa de que estaba muy viejo y demenciado y se encontraba internado en un asilo de un perdido pueblecillo español. Según cuentan se paseaba por el jardín con su gorrete de pico y su arco y sus flechas preguntando siempre dónde estaban los bosques y dónde habían ido sus compañeros. También se dice que llevaba una bolsita de cuero con monedas de chocolate que le daban lo celadores y de vez en cuando las lanzaba a sus compañeros con gesto victorioso.  También hemos podido saber que a este asilo se le han retirado las ayudas institucionales y que las familias que no se habían llevado a los abuelos para mantener la paga en casa, se los están llevando ahora para que no se queden en la calle. El futuro de Robin es incierto. Entretanto el sheriff de Nottingham y su equipo caminan sin ningún temor por los pueblos recaudando impuestos abusivos para rellenar las arcas del reino que han quedado vacías, según dicen algunos porque los intereses de los prestamistas internacionales lo están sangrando. El primer ministro, con rango de sheriff, repite ante el Consejo que todo esfuerzo es poco, que nuestra España gloriosa nuevamente ha de ser la nación poderosa que jamás dejó de vencer. Este  sheriff de Nottingham, que es muy cuco, le ha dado el puesto de alguacil al contable de los prestamistas, que es un tío que sabe apretar a base de bien y así de paso los usureros de los emporios del norte no podrán decir que si tal y que si cual. De modo que cada mañana el sheriff se acicala, repasa su barba con mimo, se cala sus gafas, y escucha con atención los astutos planes de su alguacil, que no se ha caído de un guindo precisamente, y sabe lo que hay que hacer para pillar a los aldeanos in fraganti con sus cuatro perras en la mesilla.  Cae la tarde en el asilo y el viejo Robin está sentado a la puerta como un posete con la vista clavada en una carrasca que es el único árbol que se ve en medio de la llanura. A su lado un celador joven y con cara de buena de persona lo mira en silencio y por fin le dice: Venga, Robin, vámonos, te vienes conmigo a casa, que aquí ya no hay ná que rascar.

Escuchar

Escuchar

Según cuenta el traductor de poesía japonesa y gran conocedor de Japón,  Alberto Silva, cuando los japoneses se reúnen para pasar un rato juntos, el anfitrión siempre mantiene llenos los vasos de sus invitados. En cada ocasión que ha de rellenarlos los coge y va a la cocina a hacerlo. Esto es así porque la pausa se considera algo importante y conveniente para una buena comunicación. Y, de hecho, si esa pausa para rellenar los vasos no se produce, de vez en cuando todos lo reunidos espontáneamente guardarán silencio unos minutos, lo que se considera signo de buena educación, de estar interesado en las cosas que se están diciendo y agradecido por poder estar escuchándolas. Estos silencios se reflejan en el arte con frecuencia, como por ejemplo en el  poema de Ryôta que dice: “el dueño, el huésped / y el crisantemo blanco, / enmudecidos.” No hay pues mayor señal de respeto para el japonés que el silencio. Un silencio que podríamos llamar “activo” pues no consiste en no decir nada, sino en estar atento y disponible para los demás. En nuestro mundo occidental y, especialmente, en nuestro mundo latino, creo que vivimos en las antípodas de esta cultura. Somos máquinas de hablar y queremos reafirmar nuestra presencia no por el silencio como los japoneses, sino por emitir ristras de opiniones casi sin respirar, por hablar de todo con vehemencia y, lo que es peor, en un tono de voz bastante alto. Por las mañana, tomando café, suelo quedarme absorto viendo las tertulias de gente que viene de dejar a sus hijos en el colegio y se reúnen para desayunar y charlar. Lo que me sorprende de estas charlas es que en ningún momento hay una persona hablando y las demás escuchando sino que por lo general hablan varias a la vez y con sorprendente habilidad  los que escuchan están en más de una de las conversaciones cruzadas  y pasan de la escucha al parloteo en cuestión de segundos. Y parece ser que se entienden o, cuando menos, que se sienten satisfechos de participar  en ese jolgorio de gallinero. Somos así y lo pasamos bien de este modo que deja perplejos a los guiris y mataría del susto a los megaguiris de los japoneses.  Vale. Pero puede que no estuviera  mal aprender algo de la cortesía del silencio japonesa y escucharnos un poquito de vez en cuando. De eso no se ha muerto nadie y es un modo sencillo de aprender cosas y enviar respeto y afecto a quien nos escucha. No sé, digo yo.