Resto 2006
Melancolía de la discusión
Estoy preocupado. Cada vez me resulta más difícil sostener una conversación que no sea de algún modo frustrante. Y me preocupa porque considero que la conversación es una de las actividades más fecundas del ser humano. Por un lado, resulta que la mayor parte de las conversaciones vienen a ser una especie de agregación desordenada de monólogos. En estos monólogos compartidos se suelen enlazar una retahíla de lugares comunes, de opiniones sospechosamente parecidas y las discusiones no suelen pasar de un una guerrilla ruidosa y desordenada por imponer la propia, que no suele ser propia. Viene de lejos, por lo que se ve; en uno de sus deliciosos ensayos, Montaigne dice “Habrían de estar prohibidas y penadas nuestras discusiones como crímenes verbales. ¡Cuánto vicio despiertan y amontonan, regidas y mandadas como están siempre por la cólera!. Nos enemistamos primero con las ideas y luego con los hombres. No aprendemos a discutir sino para contradecir; y al contradecir cada cual y ser contradicho, ocurre que el fruto de la discusión es perder y anular la verdad”. No quiere decir Montaigne que la discusión no deba ser ardorosa, sino que el objetivo de vencer ocupa el lugar del que sería deseable; convencer – y de paso aprender-. “ Si converso con alma fuerte y duro adversario, atácame por los flancos, espoléame por un lado y por otro; sus ideas impulsan a las mías; los celos, la gloria, la emulación, me empujan y me elevan por encima de mí mismo, y es la unanimidad cosa muy tediosa en la conversación”. Para conseguir esto existe en nuestro mundo un gran estorbo; la falsa y garbancera moral de lo políticamente correcto que nos invade. La democracia me debe parecer perfecta, me debo emocionar con los Juegos Paralímpicos, debo creer que el psicoanálisis no es un fracaso, tengo que considerar respetable cualquier opinión idiota... Si a esto unimos que si utilizo en la conversación lo que sé, me dirán que hago trampas; el orden y el rigor es sinónimo de pedantería y de trampa porque cambio de juego y no me dedico a parlotear para vencer sino que quiero convencer y aprender y soy expulsado del juego. De modo que cada vez mido más mis intervenciones “en serio” y quedo melancólicamente deseando ser “ multitud para mí mismo en lugares solitarios” como propuso el poeta Tíbulo hace más de dos mil años. Aunque para una fuerte discusión sin moralina, sin prisioneros y con rigor, siempre me encontrareis dispuesto... Y para echar unas risas, también. www.elpuente.blogia.com
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VOLVER A VOLVER
Cuantas más películas de Almodóvar veo, más me gusta John Ford. Y es que ayer piqué otra vez. Fui a ver Volver a pesar de que hace tiempo dije que no volvería a ver una peli de Almodóvar. Y volví a Volver. ¡Qué tontuna!, ¡Qué aburrimiento!. Me dejé llevar una vez más por los comentarios maravillados que me llegaban, por las críticas de elogio encendido, por la flaqueza de la duda, y... la curiosidad mató al gato; chasco de nuevo. Y eso que el Almodóvar es un tío que me cae bien, y tengo buenos recuerdos de su época inicial rompedora cuando aquellas películas nos pillaron con aquellos pelos. A lo mejor es eso. Que el pelo está más bien blanco y no nos hacen gracia las mismas cosas. Tengo la sensación de que Almodóvar ha conseguido algo prodigioso y muy meritorio o afortunado, y es que creo que la gente va al cine a ver sus películas con la firme decisión de que les guste, ha conseguido que la gente lo tenga como algo suyo, como si todos y cada uno fueran su descubridor y su fiel hincha. No voy a aburrir a nadie con las razones de mi aburrimiento, pero me aburrí mucho. Algún amigo mío cinéfilo, por debajo de cuya única ceja han desfilado miles y miles de películas dice que lo que me pasa es que a mí no me gusta el cine. Él quiere decir, claro, que no me gusta lo suficiente para verlo todo, como él. Puede ser. No ejerzo ningún sacerdocio, ni de cine ni de ninguna otra cosa. Es cierto que no tengo una gran formación como aficionado, cosa que sin duda ayuda para el disfrute de cualquier expresión artística. Lo que pasa es que cuando nos ponemos a hablar de las grandes películas, no hay conflicto ni casi discusión con los amigos (salvo con mi cuñada, que le dio un mal de pequeña y por eso dice que su peli favorita es Pretty Woman). de modo que nos quitamos el sombrero ante To be or not to be de Lubitsh, casi todas las de Billy Wilder y de John Ford, casi todas las de John Houston, con Ciudadano Kane, Apocalypse Now, La guerra de las galaxias, 2001 Odisea del Espacio, Blade Runner, Historias de Philadelphia y tantas otras maravillas, que aunque sea tontico, a mí también me han hecho gozar y no olvido. En resumen, que Almodóvar un aburrimiento y que no entiendo porqué sus pelis van directo al éxito y a todos los festivales y menos aun porqué he vuelto a perder dos horas y seis euretes. Les diré también que Almodóvar me aburre pero tiene un pase, pero detesto profundamente el cine de Tarantino. Y así ya me pueden poner verde a gusto. Pueden hacerlo en www.elpuente.blogia.com.