Blogia
El Puente. León Molina

2007

Pozos no

Pozos no La Confederación Hidrográfica del Segura, con el amparo de la Dirección General de Agua pretenden llevar a cabo la construcción de pozos de sequía en la cabecera de los ríos serranos. La idea es extraer agua subterránea a doscientos metros de profundidad y verterla a los ríos para que llegue a Murcia. Esto lo pueden llamar como quieran  pero es un trasvase, solo que en vez de que el agua discurra por un canal artificial, discurrirá por los cauces naturales de los ríos. A nadie se le escapa que los acuíferos no son bolsas mágicas que se rellenan de agua por arte de magia, sino que requiere de lentos proceso de filtración, si es que hay agua en la superficie que se filtre. Y a nadie que esté en contacto con nuestra sierra, tampoco se le escapa que año tras año se van perdiendo más fuentes y se van secando más ríos porque esos acuíferos no tienen el agua suficiente para alimentarlos. Sin embargo desde Murcia se sigue pidiendo agua y se siguen buscando todas las triquiñuelas para arañar algún hectómetro cúbico de aquí o de allá. Se enarbola siempre el lema de la solidaridad. En la Sierra del Segura saben de solidaridad, durante décadas sus aguas han sido tomadas casi desde su nacimiento para ser enviadas a Murcia. Con el agua de la sierra se ha sembrado buena parte de la riqueza murciana, aun a costa de obras hidráulicas muy molestas, aun a costa de que no haya suficiente para el riego en las pequeñas huertas serrana, aun a costa del empobrecimiento biológico y paisajístico de la sierra. La sierra ha practicado la solidaridad en silencio durante muchos años. Pero llegamos al momento presente en que el agua no alcanza y el desarrollo murciano necesita más y más agua. Una búsqueda de desarrollo legítima pero insostenible. La gestión de la cuenca es desastrosa, llena de excesos, usos inadecuados, ilegalidades, y una visión de corto de alcance en la que queda fuera por supuesto cualquier consideración medioambiental básica como la de que los ríos deben llevar agua. De modo que el agua ya  no alcanza. Y para rematar la faena se pretende sacar el agua subterránea y acabar de destrozar el medio ambiente serrano. De llevarse a cabo, se acabará con el agua de la sierra. En la costa desalinizarán o se buscarán la vida de algún modo, pero la fuente de vida que era y aun es la sierra será otro desierto. La Junta a través de su vicepresidente ha dicho que no está de acuerdo con hacer los pozos “sin contar con ellos”. Habrá que ver entonces que postura tendrán si cuentan con ellos. Por si acaso, muchos seguiremos diciendo rotundamente “pozos no” cuenten o no con nosotros.

Republicanos

Republicanos Hay que ver qué revuelo arma todavía el declararse republicano. Probablemente sobrevive todavía en el inconsciente colectivo la demonización que durante décadas tuvo el republicanismo en este país. Por lo común cuando alguien se declara republicano se ve en las miradas alrededor como un temor, como una sensación de tensión que se adueña del ambiente. Y, por supuesto, aquél que hace tal declaración es tenido por rojo rojísimo más rojo que La Pasionaria, algo así como alguien a quien no le importaría poner en marcha una nueva guerra civil para instaurar regímenes inconcebibles. Curiosamente no sucede nada de esto cuando alguien se declara monárquico, lo cual significa que apoya un régimen aun más trasnochado e injusto que cualquier modelo sufragista. Y a nadie se le ocurre pensar que el declarante quiere sojuzgar a la población en un régimen feudal sin derechos civiles ni que le guste un pelo el derecho de pernada, por poner un caso. Bien es verdad que son pocos los que se declaran republicanos, quizás por miedo a esa carga emotiva que desencadena. También son muy pocos los que se declaran monárquicos, menos Ansón, pero es que ése es un listo. La mayoría acepta nuestro régimen de monarquía parlamentaria como un mal menor, con la sensación de que más vale no menear este tema. Además Juan Carlos tuvo aquella vez una noche muy inspirada y se ganó una bula gordísima para los restos. Y encima Felipe parece un tío aplicado y formal que se lo curra y no parece que vaya a andar metiendo la pata demasiado. Conque todos contentos y a ocuparnos de otras cosas de más fuste. Y si un día, pasadas las generaciones,  llega a la coronación un capullo impresentable, pues ya veremos qué hacemos. Vale. Pero de ahí a que guste ser súbdito de nadie va un trecho largo. El pijerío náutico mallorquín es el alimento sagrado de Hola con el que no se atreve ni El Tomate. A pesar de que El Jueves le ha dicho ya que trae cuenta y que no hay pasta en el país para pagar la publicidad que se consigue. Sucede que nadie de derechas se proclamaría republicano, lo cual se comprende sin necesidad de grandes meditaciones. Sucede también que sí que hay bastantes gentes de izquierda que se proclaman monárquicos; a esto sí que hay que echarle unas horejas de meditación porque así, de entrada no cuadra del todo. Porque, seamos serios, ser demócrata en nuestro tiempo conlleva necesariamente el ser republicano, aunque no se tenga ni agobio ni prisas por instaurar la tercera. Que Peñafiel también tiene que comer, jolines.

Campo o playa

Campo o playa La ya clásica disyuntiva que se platea aquí y allá en la época veraniega “campo o playa”, no es a mi parecer exacta. Para ser correctamente enunciada con arreglo a la realidad, debería ser: Hay que elegir, pasar unos días en una población artificial y sin  personalidad, más fea que un dolor, ruidosa y congestionada, donde es más difícil aparcar que en tu ciudad, donde te sacan un ojo de la cara por un cuchitril, donde comerás lo más probable en restaurantes impresentables donde te servirán camareros que no tienen ni idea de la profesión si es que no vas a un fast food igualito que los de al lado de tu casa o a un chiringuito donde te pelearás por una mesa para comer sudando la gota gorda y beber una porquería a la que llaman tinto de verano, para irte tempranito a la playa para coger sitio, cargar con el camión de trastos que hacen falta para ser feliz frente a las olas quemándote alegremente los pies y pasar unas horas entre un gentío vociferante que incluso pone a tu lado un “huevo” con reguetón  a toda pastilla o bisbaleces varias, donde soportarás a la mayor concentración de niños con pelotitas por metro cuadrado que puede encontrarse en el mundo entero, marearte viendo la procesión de doble sentido de carnes pringosas que no se sabe a dónde van pero que no paran de andar por la rompiente de las olitas domesticadas, comprobar la desmesurada afición que existe en este país a jugar con las palas, deporte que de ser olímpico, estaría sin duda copado por nuestros joviales campeones playeros,  marearte con la conjunción en tus pituitarias de dulzones aromas de coco, fresa, miel, nata y pegamento de todos los potingues que se derraman  sobre los cuerpos que te rodean, o que están casi encima de ti, acabar el primer día de un bonito color fucsia exhalando fuego por todo tu cuerpo mientras paseas por una acera repleta de señores con pantalón corto, zapatos de rejilla y calcetines hasta la rodilla en medio del ruido de los bares, el baile de los pajaritos que sale a todo trapo de un hotel y el olor a la fritanga amenizado por el zumbido de los generadores que alumbran los sorprendentes mercadillos de artesanía con toallas del toro de osborne, originales camisetas de Bob Marley, pareos nunca vistos, marroquinería varia y doscientos cincuenta mil maravillosos productos artesanos a base de aloe vera y noches sin dormir por el calor y los mosquitos... o irte al campo, al vacío, al silencio. Confieso que adoro el mar, amo sus colores, su magia, su leyenda, su misterio. Por eso no lo dudo. Yo veraneo en el campo.

La enfermedad rural

La enfermedad rural Buena parte del mundo rural está muriendo y desapareciendo. Y quizás lo más preocupante es que no hay conciencia de ello en la mayoría de la población, que es urbana, y socialmente no hay una conciencia muy clara de lo que hay que hacer. Un amigo me decía el otro día que la situación se agrava por la falta de planteamientos globales de los que ostentan el poder político. Según él, la derecha tiene el problema resuelto porque no le importa demasiado la desaparición del mundo rural, pues con su visión mercantilista de la vida, el mundo rural no es rentable, no produce ni siquiera los recursos de subsistencia y según una lógica liberal, pues desaparecerá y punto. Y, también según mi amigo, la izquierda no sabe qué hacer con el mundo rural, no tienen alternativas ni modelos de solución. Un panorama oscuro desde luego. Pero no parece que la realidad nos diga algo distinto; la mayoría de los pueblos y aldeas se despueblan y languidecen. Con este proceso desaparece también una de nuestras últimas conexiones con la naturaleza, el trabajo y los conocimientos ligados a ella y un estilo de vida que ciertamente no es idílico, pero que posee valores y características de una dimensión humana, que el progreso barre en su triunfo deslumbrante. De modo que la vida en un entorno natural, para la mayoría, está viniendo a ser una más de entre las ofertas de ocio (ese hijo bastardo de la tranquilidad y el descanso) de la sociedad de consumo. Y así el mundo rural, seguramente a su pesar, se museiza y se disneylandiza en un intento de supervivencia. Porque los que trabajan en turismo rural saben que el fenómeno del turismo (ese hijo bastardo del viajar) produce visitantes  fugaces que no tiene ni idea de qué hacer con tanto campo a la vista ni con tanto pueblecillo silencioso como no sea las consabidas fotos (esas hijas bastardas de la contemplación) o ponerse ciegos en un restaurante. Y como no los entretengas y les des aventurillas y anécdotas, no volverán.  Turismo rural activo se llama la cosa. Que Dios los perdone. Otro amigo (tengo muchos, sí) me decía: “ya, pero es que yo no quiero ser camarero ni hostelero ni guía, yo sólo quiero poder vivir en mi pueblo y que aunque la oferta de trabajo fuera mucho más reducida que en las ciudades,  hubiera alguno para poder quedarme aquí”. Y es que en gran parte de los pueblos pequeños o eres camarero de fin de semana, o eres el secretario del ayuntamiento o lo tienes crudo. La muerte del mundo rural es como el cáncer, que no acabamos de encontrar la medicina. Sólo que el cáncer nos preocupa.

Un miedo nuevo

Un miedo nuevo René Descartes dijo que “la filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres”.  Si esto es así puede que debamos preocuparnos por nuestro grado de civilización, pues no parece que el filosofar viva su momento de mayor gloria entre nosotros. El filosofar puede ser entendido como aquella actividad del conocimiento que llevan a cabo los filósofos cuando intentan responder a las preguntas fundamentales que platea nuestro mundo. Pero también puede ser entendido como el sencillo y común razonar de cualquier persona cuando hace ese mismo ejercicio con la información y conocimientos que tiene a la mano. Esta actividad se lleva a cabo sobre todo en base a la lectura y el razonamiento y en el intercambio de ideas con los demás. Y ahí es donde nos duele. Hace poco, hablando con un amigo, le comentaba mi preocupación acerca de si me podría estar convirtiendo en un pedante o un engreído, pues tengo la sensación de que cada día es más difícil y resulta más infrecuente poder tener una conversación de cierta profundidad, de cierto rigor y complejidad de ideas. Que mi amigo me confirmara que a él le pasaba igual, me consoló un poco en lo personal, pero me confirmó mi preocupación en lo relativo a nuestra sociedad. Sucede por lo común que cualquier conversación que vaya más allá de las liviandades del anecdotario de la actualidad es tachada de coñazo, rollo o “rayadura de cabeza”. Por lo que sucede incluso que aquellos que tienen alguna consideración de cierta profundidad que hacer se autocensuran para no pasar por pesados o muermos.  Solemos coincidir en el reconocimiento autocomplaciente de que este país va muy bien, mejor que nunca antes en su historia, lo cual presupone que lo bien o mal que vaya el país es una consideración económica y de bienestar en general, olvidándonos de la consideración de Descartes que se cita al comienzo de este artículo. España no es ciertamente una potencia histórica en eso del filosofar, ni en el aspecto académico ni en el popular y puede que el mayor motor de discusión, más que el razonamiento, haya sido siempre el desacuerdo, encontrar el modo de demostrar que el otro no lleva razón. Quizás el único escape a esa pobreza intelectual haya sido el estilo de vida callejero, alegre y pausado que construyó en los españoles su historia y quizás también su clima. Pero ese estilo de vida está desapareciendo con el rodillo cultural anglosajón que nos conquista. De este modo, ¿qué nos va a quedar?. Da un poco de miedo

El mono

El mono La Iglesia Católica ha desenterrado el hacha de la guerra. Y es que son muchos años ya sin prohibir libros, sin excomulgar, sin encender una triste hoguera donde quemar  a algún pecador. Es fácil observar que las emociones fuertes son adictivas, así que deben de andar con mono. Y entre las emociones fuertes el poder  resulta paradigmático. Sangran por esa herida más que por aquellas que figuran como estandarte icónico y truculento en la imaginería que representa la pasión de Jesús. Porque la Iglesia ha tenido durante siglos, no algo de poder, sino todo el poder. Cuando perdieron el poder político siguieron conservando un poder inmenso que se ha mantenido hasta nuestros días. En España, su amancebamiento con la dictadura franquista les dio el último soplo de aliento. Y si hoy ese entarimado de influencias basadas en  supersticiones mentecatas por un lado y en una torcida interpretación carca de la vida por otro, no ha desparecido del todo, es gracias a la memez y las cobardías lectorales de los gobernantes y a las debilidades cada vez más clamorosas del pensamiento común. Creo que no es necesario aclarar que hablo de la institución, no de los sentimientos religiosos individuales. Estos me traen sin cuidado. En el orden privado cada uno es muy libre de pensar que Dios existe, o que cuando se mueran seguirán viviendo, o de centrar todos sus afanes en coleccionar llaveros; cada uno se lo monta como puede. Hablo de la Iglesia como institución, que tan huérfana está de poder y de influencia que, rebuscan y rebuscando, se entretiene en elaborar un código ético para conductores de coches. Esta Iglesia de hoy más o menos retirada a sus cuarteles de invierno en espera de mejores tiempos, ha encontrado en la asignatura de Educación para la Ciudadanía una ocasión para sacar de nuevo los colmillos y reñir con aquellos que disienten de sus esotéricos principios. Puede que no hayan calculado bien la situación y la estrategia y es posible que sea para ellos una amarga experiencia. Porque me da la sensación de que no les van a hacer mucho caso, más allá del estricto grupo de sus legionarios irreductibles. Dicen que la sociedad civil no tiene derecho a la educación moral y cívica de sus jóvenes. La sola enunciación de esa idea produce estupefacción viniendo como viene de aquellos que durante siglos han tenido secuestrado este derecho y lo han ejercido de manera represiva, violenta, dogmática e interesada. Ni siquiera merece discusión o comentario. Eso sí, se les puede ofrecer la dirección de algunas instituciones que ayudan a pasar el mono

El articulista

El articulista Es aquí donde hemos llegado. Sea donde sea que hayamos llegado, es aquí y ahora.  Cada lugar y cada momento es un momento cero donde todo ha concluido y todo comienza de nuevo. La cadena de acontecimientos que ha dibujado nuestro paso por el mundo y que funda en nosotros la ilusión de un proyecto, de un futuro, son una ilusión que a cada momento borra la única y cruel realidad del presente. Sólo existe el presente  y ante tal vacío, nuestros afanes son como paletadas que tratan de llenar el silencio. Esto es metafísica, pero es de lo que estamos hechos. Es metafísica y con toda probabilidad un artículo periodístico no es el lugar más apropiado para hablar de estas cosas. El autor de artículos periodísticos debe saber que este género posee sus características propias que deben observarse. Una de ellas es que los artículos no son lugar para metafísicas. Pero el que escribe artículos es también carne del tiempo, de su tiempo privado, y el presente puede ser para él a veces una gran pregunta metafísica que lo imposibilita para instalarse en el terreno de las cosas que pasan, que son la materia propia de los artículos en los periódicos.  A veces luchar es imposible. Los acontecimientos de la vida privada, una muerte cercana en este caso –la más cercana-, borran el mundo de un plumazo. Los dedos se posan sobre el teclado sin voluntad y sin ideas. Golpean las teclas mientras el cerebro en duelo se ocupa de otras cosas. Aparecerá esta columna como siempre el martes por un extraño sortilegio, quizás entonces la lea y vea entonces lo que dice. No es muy profesional, pero es humano y vosotros lectores, ya vais siendo como de la familia. Tenía apuntadas por ahí cosas; la inadmisible actitud de la Conferencia Episcopal ante la asignatura de Educación para la Ciudadanía, la gente que se echa a las terrazas de verano de un modo parecido a como se produce el reventón del Mundo en Los Chorros, empujadas por lejanas fuerzas, el regreso a sus países de los simpáticos e inteligentes chicos de las becas Erasmus... En fin, ideas para hablar de las cosas que pasan. Pero el tiempo se ha detenido, el presente se ha empozado en mi alma como diría César Vallejo y la metafísica borra de mi mente los acontecimientos como asuntos menores carentes de interés. Y así, estoy incumpliendo a todas luces mi modesto deber de articulista. Volveré, porque la vida ilusoria siempre vuelve. Mientras tanto, este texto que aquí termina no ha conseguido ser un artículo. Quizás no debiera publicarse. Pero había un hueco para él en el periódico. Y estabas tú lector. Estabas tú.

Del logro y las elecciones

Del logro  y las elecciones El otro día charlaba con unos amigos acerca de las causas por las cuales el resultado de las elecciones en Albacete había sido tan distinto de lo que anunciaban las encuestas y habían resultado una auténtica sorpresa para casi todo el mundo. Una amiga mía, que es muy lista, sostenía que en el PSOE había habido triunfalismo y que esto había provocado una campaña más bien flojita que no movilizó a la gente de barrios que tradicionalmente han votado PSOE, que esos barrios además, sentían que los programas sociales habían decaído quizás por causa de los gastos en grandes obras. Y por último, y esto es lo que me parece más interesante, mantenía que desde el punto de vista del marketing político se había cometido el error de basar la gran baza electoral en las grandes obras precisamente, cuando éstas tienen un gran valor mientras se están haciendo, pero lo pierden una vez terminadas. Esto último me parece un pensamiento sutil y profundo. ¿O no es cierto que en toda actividad humana nos afanamos en la búsqueda, en el camino, y una vez que conseguimos lo buscado nos aburrimos y desencantamos, que lo obtenido nos parece que era en justicia nuestro y ya no nos emociona?,  ¿ puede incluso que el desencanto sea tanto mayor cuanto mayor sea el logro?. Si esto es así, ¿se podría decir entonces que el PSOE y Manuel Pérez Castell han obtenido un resultado bastante peor del esperado a causa de sus innegables logros en las grandes obras?. Amarga paradoja sería ésta a la que tendrían que enfrentarse. Si esto fuera así, los políticos no deberían afanarse en inaugurar obras como sea antes de las elecciones  aunque no estén terminadas, sino que deberían alargarlas hasta las elecciones aunque pudieran terminarse antes. El mensaje que “vendería” entonces no es lo que hemos hecho, sino lo que estamos haciendo y que vamos a terminar enseguida, después de las elecciones. Es decir que desear daría mas votos que conseguir por cruel que parezca a aquél a quien precisamente se le encomienda conseguir cosas.  De modo que el eslogan “estamos haciendo mucho” hubiera funcionado mucho mejor que el “haremos más”.Aunque bien pudiera ser todo esto una elucubración sin base en la realidad, como vendría a demostrar Gallardón, su M30 y su arrolladora victoria. De modo que, mi estimado don Manuel, me temo que a mi pesar no voy a poder sacarle de la duda en la que acaso habrá usted caído como buen filósofo y pensador al leer estas reflexiones de mi amiga y mías fruto del ocio y el vicio de buscarle los tres pies al gato.

Consumidores de ruido

Consumidores de ruido

El gran poeta romántico alemán Heinrich Heine dijo que “los sabios emiten ideas nuevas; los necios las expanden”. O dicho de otro modo, la mayor parte de lo que oímos es ruido. En teoría, una sociedad con abundancia de comunicación e información es una sociedad más formada, más libre, más sabia. Puede que así sea, pero como dijo el clásico latino “todo tiene sus límites”. Y yo creo que hemos excedido el límite de lo adecuado o necesario en cuanto a la comunicación. En lo que respecta a los medios de comunicación, por ejemplo, estoy convencido de que existen muchísimos más de los necesarios. La causa puede encontrarse en que los medios distan mucho de tener precisamente entre sus objetivos primordiales informar, dado que son antes que nada empresas, grandes corporaciones, supeditadas al primer deber sacrosanto de obtener beneficio. Unido esto a la instrumentalización política de la información, nos enfrentamos a tal cantidad de información “de consumo”, vacua, machacona y tendenciosa que resulta realmente abrumador. De vez en cuando me receto a mí mismo una cura de desintoxicación y me paso una buena temporada sin leer, escuchar o ver información en los medios, hasta que mi cerebro va recobrando tono con el silencio.  Pero no son los medios los únicos emisores abusivos de supuesta información. Cualquier grupo humano de la clase que sea, después de nombrar a un jefe (algo que nos encanta), nombra a su responsable de prensa, o si no lo permite el presupuesto, al pringaíllo que irá de aquí para allá predicando sus magníficas buenas nuevas. Y para rematar la situación, estamos todos los demás. Los ciudadanos verborrágicos que no nos callamos ni debajo del agua. Y,  todavía, no sería tan negativo el tema si “expandiéramos las ideas emitidas por los sabios”, porque  al contrario, nos regodeamos con especial fruición en la repetición de memeces de memos que la vulgaridad hace pasar por sabios. Porque en realidad lo que dicen los sabios, suele parecernos “rollos”. En definitiva, vale decir lo que sea, el caso es no callar, cualquier cosa menos la reflexión, el rigor, el análisis y el reconocimiento del desconocimiento. Nuestro modelo económico social nos va moldeando y somos cada vez más perfectos consumidores de todo lo que suene, sobre todo si nos llega como mercancía bien empaquetada en tópicos y lugares comunes. De modo que vengo a ser más el ruido que compro, que el silencio que fabrico en el taller artesano de mi recogimiento. elpuente.blogia.com

El escozor

El escozor Hace algún tiempo me construí una casa en una aldea de Albacete. Como necesitaba suministro de electricidad, estuve analizando las ofertas con las que contaba. La de Iberdrola me era muy simpática, con esos anuncios que hace en la tele llenos de verdes praderas y aire limpio en que relata su interés por nuestro bienestar. También contemplé la posibilidad de contratar con Iberdrola. Y por último, estudié también las tarifas de Iberdrola. Después de un detenido análisis me decanté por Iberdrola. Me acerqué a sus oficinas y les dije que quería ser cliente y comprarles electricidad por siempre jamás. Se les notaba la emoción. Aunque me dijeron que la instalación necesaria me la hiciera yo porque ellos no me la hacían ni pagando, de modo que me dieron faena por si andaba aburrido. Al analizarla comprendí que Iberdrola es una empresa que se preocupa por los profesionales de su sector a los que tuve que contratar sin remedio. Me dieron un croquis con la instalación para que se lo diera a mi instalador. Este amablemente lo fotocopió y se los mandó de nuevo para que ellos dijeran que estaban de acuerdo. Y yo solté unos eurillos de nada por el recado. La instalación se hizo muy bien hecha gracias a estas dotes adivinatorias de mi instalador, lo cual vino muy bien porque si no ya me avisaron que de luz nada. El poste del que iba a tomar el enganche, propiedad de Iberdrola se ve que no les gustaba, por lo que me indicaron que debía volver con mi instalador y cambiárselo por uno nuevo con cargo a mi bolsillo. O eso o no hay luz. Otro pastón. Por fin llegó la carta que yo creía el permiso definitivo. Pero no, era un modelo para que yo rellenara y firmara “cediéndoles” – o sea regalándoles-, mi instalación. O eso o no hay luz. Ni seis meses después vino un tío a hacer un clic (el enganche) que valía un pastón. Esto no me dolió tanto porque ya me lo habían cobrado hacía mucho tiempo, creo que fue en la primera visita, cuando me dijeron que mi cuenta bancaria era como una especie de clave que activaba los oídos electrónicos de los empleados de la compañía. Pasó un añito y mucha pasta pero al fin tuve mi luz. Eso sí a un precio  en la media del mercado (un huevo dividido por uno da un precio medio de mercado de un huevo). De modo que ahora, cuando paso por los postes y cables que les regalé después de tantas vicisitudes, me entra una tontuna, no sé, una sensación rara, como un escozor agudo en alguna parte de mi cuerpo, que se me pasa, eso sí, cuando empiezo a enchufar  aparatos hasta que aguante el automático.

La sonrisísima

La sonrisísima Me tiene a mí intrigado la sonrisa de Carmen Bayod. No conozco personalmente a la señora Bayod, sino tan sólo a través de las fotografías de la prensa y la publicidad electoral. Pero siempre se ríe. Cualquiera que sea la situación, ella sale siempre mirando a cámara y exhibiendo una enorme sonrisa. Parece que ha nacido con la sonrisa puesta. Y es que yo me pregunto si cabe tanta y tan constante felicidad en un ser humano. O es que es cosa de la profesión llevada con disciplina. Porque sin ir más lejos, a su compañera y candidata a la presidencia de la Junta, que es bonica de cara y de rasgos dulces, sí que le he visto alguna foto con rictus de seriedad y hasta de mosqueo malamente sobrellevado. Pero es que claro, le han dicho unas cosas, que es que tiene que doler; que si no ha pisado Albacete en no sé cuanto tiempo, que si trató de impedir que Eurocopter se instalara en Albacete, que si su candidatura es otro invento extraño del PP regional  como el del duquesito y que se irá de aquí como el otro a arrastrapanza por la puerta de atrás. Vamos, que me dicen a mí eso y me pillo un rebote regular. Son unos bordes. No sé cuánta leña le habrán dado a doña Carmen. Pero haya sido la que haya sido, no ha conseguido ni el más ligero desliz en la tensión permanente de sus orbiculares y el otro montón de musculillos que manejan esa magia del rostro que se llama sonrisa. Supongo que ella es consciente de que no va a ganar las elecciones. En el sentir mayoritario de la gente, que siempre resume, Pérez Castell es un alcalde constructor que está dejando la ciudad como un pincel. Y con eso unas elecciones se ganan de calle. Casi me atrevería a decir que la conversión de la circunvalación en el actual bulevar es la mitad de la victoria que sin duda obtendrá don Manuel. De modo que doña Carmen va camino de perder las elecciones con su espléndida sonrisa en ristre. Y yo me desazono porque algo debe de haber que explique este misterio. Yo, desde luego, si fuera a perder unas elecciones, no estaría más contento que unas pitas, sino que andaría más bien mosqueado y taciturno. Sólo puedo imaginar que doña Carmen considere su candidatura el primer paso en una carrera más larga para conquistar el poder cuando el desgaste del oponente le traiga tiempos mejores. Si es así, quizás no haya considerado lo pronto que se le pasa el arroz a un político que pierde elecciones. En cualquier caso, desde esta columna le pido a doña Carmen una foto al menos con cara un poco enfadaeta. Que es que estoy muy preocupado, de verdad.

Descubrimientos

Descubrimientos

Los listados de disparates que contestan los alumnos en los exámenes son todo un clásico. No suelo prestar mucha atención, pero recientemente ha caído en mis manos uno de estos documentos que cuenta con un buen puñado de respuestas a preguntas que me da la sensación que son mucho mejores de aquellas con las que los alumnos hubieran obtenido el beneplácito del profesor y una buena nota. “Habla del cerebro: las ideas, después de hablar, se van al cerebro”. Este alumno sin duda es una persona de nuestro tiempo. Y es probable que alguno de sus familiares sea aficionado a seguir los debates políticos. Se podría haber adornado un poco más contando qué pasa en ese cerebro cuando le llegan de pronto las palabras. Podría entonces decir que “el cerebro las guarda para siempre en una célula profundísima de la que solo sale si la boca de su dueño se abre. “¿Cómo se llaman los habitantes de Ceuta: Centauros”. Piénsenlo bien, no es ninguna tontería. “Moisés y los israelitas: Los israelitas en el desierto se alimentaban de patriarcas”. ¿Es o no es verdad?. Es profundo y poético. Lástima no haberlo corregido yo para ponerle un diez y pedirle después algo más de su profunda sabiduría. “¿Qué es un odontólogo?: Carnívoro que se alimenta de presas vivas”. Y se alimenta muy bien además. Ya conocen su depurada técnica; anestesia a la víctima, le abre la boca y rebusca entre sus dientes billetes de cien euros olvidados, los cuales unas vez extraídos ya no producen más dolores, por lo cual nos sentimos muy agradecidos.

“¿Qué es la fe?: Es lo que nos da Dios para poder entender a los curas”. ¿Algo de lo que dicen los curas puede ser entendido sin la fe?. Los curas dicen de continuo cosas contrarias a la experiencia de los sentidos, de la razón, de la ciencia. Dios, que siempre ha guardado silencio, envió al mundo la fe porque sin duda también considera a estos seres humanos sus hijos. Raritos, pero hijos. A este alumno deberían haberle aprobado todos los cursos de un tirón y se le debería haber mandado a estudiar teología a Lovaina. “¿Qué es un círculo?: Es una línea pegada por los extremos formando un redondel”. Y ahora vas y le dices que no. Sólo mi abuela que en paz descanse, hubiera podida formular una definición tan luminosa. “Habla del anarquismo: Es una ideología racional y astringente”. Que es racional es evidente. Que es astringente es un interesante punto de vista nuevo. Esta ideología es la única que no ha sido puesta en práctica formalmente en la historia y, por tanto, la única que no la ha cagado. Queridos amigos, la educación va bien.

Reequlibrio

Reequlibrio

El gobierno de Lula en brasil ha decidido recientemente saltarse la patente sobre el tratamiento antisida de la multinacional farmacéutica Merck. De este modo, se pretende que se dé comienzo a la producción masiva de estos medicamentos como genéricos y, consecuentemente, a un precio mucho más bajo. La multinacional ha hecho el relato de todas las desgracias que se sobrevendrán a Brasil por la decisión de su gobierno; que perderá credibilidad y confianza, que perderá las inversiones exteriores, etc. O sea, veladas amenazas de presiones y boicoteos. Hemos de recordar que estos tratamientos en nuestro país son sufragados en su integridad por la Seguridad Social, porque hay dinero para pagarlo. Posiblemente Brasil también pudiera sufragar el tratamiento a los ciudadanos de su país, lo desconozco. Pero el drama de esta enfermedad se produce en niveles de pandemia que afecta a proporciones gigantescas de la población es en África, en países que desde luego no pueden sufragar estos gastos y mucho menos pueden hacerlo sus habitantes.

Se afirma con frecuencia que si las farmacéuticas no obtienen sus fabulosos beneficios, la investigación que genera medicamentos concretos, se detendría.  Este razonamiento presupone la supremacía intocable de la capacidad capitalista para generar lo necesario. Y puede que sea cierto. Pero es injusto. Profundamente injusto. Si además la injusticia conlleva la muerte de millones de seres humanos, acaba por convertirse casi en asesinato. Esta es una cuestión en la que se pone de manifiesto la necesidad de reenfocar el concepto de ayuda al tercer mundo. El difuso 0.7 para cooperación, las atomizadas oenegés o los actos caritativos de los estados ricos hacia los pobres, deberían ser sustituidos por programas de colaboración para la realización de proyectos concretos, como bien podría ser, entre otros,  la producción masiva de medicamentos antisida para su distribución en los países que lo necesitan y no lo pueden pagar. Las farmacéuticas seguirían ganando lo mismo y los afectados tendrían acceso a los medicamentos. De este modo, la sacrosanta propiedad privada y el beneficio no se verían afectados. Los estados ricos contribuirían porque son ricos y pueden y la razón para hacerlo es muy sencilla; el ser humano es uno y el mismo. Aquí y en Mali. O dicho de otro modo, menos demagogia, ideologismos y caridades y más proyectos internacionales regidos por la justicia del reequilibrio.  

La gala del verano

La gala del verano Se acercan las elecciones municipales. Este acto de participación ciudadana debería ser uno de los momentos más trascendentales en la vida comunitaria de los ciudadanos. Debería ser un momento de revisión del acontecer del municipio, de revisión de proyectos y renovación de las energías para conseguir el entorno que la mayoría desea. Porque si algo distingue a las municipales de otras elecciones es que son, o deberían ser, las que determinan como es y como queremos que sea nuestro entorno inmediato. En el ámbito municipal los asuntos tienen que ver con el tono de nuestra vida diaria; el estado de las calles por las que caminamos o conducimos, los servicios inmediatos, las actividades sociales y culturales, el cuidado del entorno, y en definitiva un pueblo o una ciudad donde se viva más o menos a gusto. Para los pueblos pequeños, este nivel debería ser de primera importancia por las carencias que se derivan en muchos casos de sus escasos recursos. Y sin embargo el panorama no es muy halagüeño. Las mancomunidades de municipios han experimentado hasta el día de hoy un desarrollo infinitamente menor de lo podrían. En parte porque las diputaciones que deberían ser sus grandes animadoras, paradójicamente recelan de ellas porque entienden que las vacían de contenido. Y bien mirado, si existieran mancomunidades fuertes y dinámicas que se entendieran eficazmente con los gobiernos regionales, pues la verdad es que las diputaciones acabarían sobrando – y sobraría también el poder político que hoy amasan-. Hacen bien en temer. Otra sombra proviene de la propia estructura de nuestro ordenamiento democrático. Las proporcionalidades que se aplican para obtener concejales y las listas cerradas hacen en la práctica dificilísima la renovación, de modo que en los pueblos pequeños pasan décadas en la que mandan los mismos aunque cambien los nombres de las listas, con las malas consecuencias que ello conlleva de apoltronamiento y adormecimiento en los sillones del poder. Si a todo ello añadimos que los ayuntamientos tienen presupuestos que se conforman sobre todo a base de subvenciones (o sea de ir llorando por las administraciones mayores) y el consecuente servilismo político que ello implica, nos encontramos que la gran fiesta de la democracia en nuestro pueblo, queda reducida a una especie de concurso, una gala de verano sobre la que echar unas apuestas, pero algo muy distinto al momento de ilusión en que decidiremos cómo queremos que sea el futuro de nuestro pueblo.

Mañanitas de Fátima

Mañanitas de Fátima

Es un placer comprobar cómo algún rincón de la ciudad se recupera para la vida ciudadana. El mercado de Fátima fue durante muchos años un lugar solitario, sucio y olvidado. Hoy su amplia plaza central florece de nuevo y es lugar de convivencia y esparcimiento. Primero se llevó a cabo una operación de limpieza y restauración, más adelante comenzaron a llevarse a cabo actividades, principalmente a cargo del grupo de teatro TIT, de la incombustible e irreductible Engracia Cruz, que a estas alturas es ya una institución en el teatro de nuestra ciudad. Después el ayuntamiento ha ido conformado un programa de actividades que convierten la plaza, en especial los domingos por la mañana en un lugar muy agradable. Se ha traslado allí el mercadillo de antigüedades que se venía celebrando en la Plaza Mayor. Bajo los soportales los distintos puestos ofrecen sus objetos inesperados que van desde lo sencillamente herrumbroso a lo curioso y sorprendente. Colleras, trillos, muebles, libros, sellos, estampas, utensilios de todo pelaje entre lo esperable. Cuadros eléctricos rotos, un teléfono militar de comunicaciones, bovinas de motor, medio abanico, una mesa de prensar queso, entre lo más sorprendente. El pasado domingo tocó un grupo de jazz durante un buen rato. Eran jóvenes músicos que interpretaban estándares y algún tema propio con muy buen sentido. Una gran novedad en esta ciudad en la que le das una patada a una piedra y te salen diez grupos de rock (dicen que hay estables y censados  más de cien), pero donde casi no han existido grupos de jazz. Una agradable sorpresa. Espero que el festival de jazz que organiza Cultural Albacete se acuerde de ellos para las actividades paralelas.

La entrada a la plaza está flanqueda por sendos bares con sus terrazas que en estas mañanas se encuentran muy concurridos. Cañas, tapas, prensa, saludos, risas, en fin un ambientillo como de rastro madrileño. En suma un lugar reconquistado para la convivencia tranquila, pausada y amable que ha sido santo y seña de nuestra cultura durante décadas y que hoy se va apagando entre la falta de espacios, la prisa y la invasión de los modelos foráneos. El próximo domingo en la mañana pueden ustedes darse un paseo por allí, echar un rato con los amigos y disfrutar del tiempo pausado, como antes hacíamos todos. Y, si andan listos, pueden volver a casa con alguna tontería llena de polvo que les alegrará la tarde. elpuente.blogia.com

Preguntas

Preguntas

Los dirigentes del PP y en especial Acebes mintieron en vísperas de las últimas elecciones generales. Está probado. Entonces, ¿por qué se aferran a la mentira, cuando esta no hará más que aumentar sus proporciones?. No lo entiendo. ¿Acaso es que a estas alturas ya no tienen marcha atrás posible y temen perder el favor no sólo de los tibios e indecisos, sino también de su círculo más furibundo de fieles?. No lo sé. Ya digo que no les entiendo. Debe ser un efecto del poder o de la ambición de poder. Le pasó también a Felipe, que negaba tajantemente con esa cara suya tan convincente mientras sus dirigentes iban desfilando hacia la cárcel. ¿Cuándo veremos a un líder político presentarse al pueblo diciendo “los hechos demuestran que estaba equivocado, ofrezco mis disculpas y, dada la trascendencia del tema, presento mi dimisión”?. Les ha dado risa sólo de leerlo, ¿verdad?. ¿Es que no se dan cuenta de que en democracia el poder siempre se pierde?. Antes o después, pero siempre se pierde. ¿Y si no se dan cuenta de esto, no se dan cuenta que existe la otra cara de la moneda?. En una democracia como la nuestra, con un bipartidismo de facto, el poder siempre se acaba por reconquistar. Antes o después, pero siempre se reconquista. ¿Por qué tanta ansiedad, tanta prisa?, ¿Llevan razón aquellos que comparan el uso del poder con el placer sexual?. ¿Mienten como mentimos a un hombre o mujer porque tenemos el apretón de la urgencia sexual y tenemos que satisfacerla a toda costa o nos ponemos malitos y tontucios?. Es un lugar común que el poder pervierte a los humanos y los corrompe, pero ¿también los idiotiza?. Me temo que el poder (y por tanto su búsqueda) sí que idiotizan un poco. Es como el deportista al que la obsesión por el triunfo y sus subsecuentes halagos y celebraciones ya no le deja pensar y abandona hasta la observancia de las normas y en vez de disfrutar y hacer disfrutar jugando pasa un mal rato cabreado y con los ojos inyectados de sangre en medio de la fatiga y el sudor. De modo que se ponen un poco idiotas y ya no juegan al juego de la política, sino a otra cosa más sucia, más fea, más chabacana y vergonzosa. Y se van a los fondos del gol a buscar la furia de los hooligans descerebrados. Y nosotros que contemplamos el partido, ¿cuál es nuestra respuesta como espectadores-ciudadanos?. ¿Nos limitamos a pagar la entrada en el espectáculo –léase votar- y si nos salvamos de los efluvios idiotizantes nos marchamos a casa cabizbajos con la sensación de haber perdido la tarde y el dinero?... Preguntas.

Solo o con leche

Solo o con leche La sociedad en que vivimos trata de llevarnos con frecuencia a la simplificación extrema y de situarnos ante elecciones que aparentemente no pueden contener más alternativas. El científico y divulgador  Jorge Wagensberg, en su agudo y divertido libro de aforismos sobre ciencia Si la Naturaleza es la Respuesta, ¿Cuál era la Pregunta?, nos regala éste: “El viejo dilema de qué fue antes, el huevo o la gallina, hace tiempo que tiene solución: fue el huevo, aunque, claro, no era de gallina”. De modo que la ignorancia no está en aquél que se ve sorprendido por la pregunta, sino precisamente en aquél supuesto picarón que la formula. Parece que todo se confabula para llevarnos a un pensamiento, y a un comportamiento dicotómico; A o B, Barsa o Madrid, a favor o en contra de esto y aquello. Hay que elegir bando, pensar y analizar no está muy bien visto. Pensar lleva su tiempo, hay que informarse dentro de la maraña informativa – ese bosque que no nos deja ver los árboles -, y hay que valorar antecedentes y consecuencias. Demasiado tiempo para una sociedad que lo quiere todo ya y que no soporta la calma que descuadra las encuestas. Pero lo peor de esto es que optar, aunque sea rápido y sin mucho análisis, comporta por lo común situarse radicalmente en contra de los partidarios de la opción desechada. ¿Qué le parece a usted mejor para España, monarquía o república?, hombre pues no sé, yo, en fin, monarquía. Pues yo es que soy partidario de la república. Pues qué barbaridad, no tiene usted ni idea. ¿Y porqué se muestra usted partidario de la monarquía?. Porque es mi opinión personal y tiene usted que respetarla. Más o menos, salvando la caricatura, suele suceder así. Y se confunde por completo el respeto a la persona con el respeto a lo que dice, que son cosas que no tienen nada que ver. Esta simplificaciones se dan especialmente en algunos campos concretos. Por lo general, cuando discuto sobre religión con alguien acaba pidiéndome respeto para sus ideas o creencias, cuando lo que me está pidiendo en realidad es silencio. Si se está en el equipo de los creyentes, lo no creyentes no tenemos ni idea de nada, no podemos hablar o en todo caso lo que diremos serán tonterías. En el campo de la política esto llega a su extremo más idiotizante. O PP o PSOE, a piñón y sin fisuras. Díme de qué partido eres y te diré porqué eres listísimo o porqué eres idiota. Y si eres crítico con los dos, independiente de a quien votas, directamente eres tonto. Venga, solo o con leche, que no tengo toda la tarde.

Riópar. Lluvia sobre la historia

Riópar. Lluvia sobre la historia

Del mismo modo que el crecimiento personal debe estar basado en un continuo proceso de conocerse a sí mismo, los grupos sociales necesitan partir del conocimiento de su historia para crecer y progresar. Teniendo en cuenta estas o parecidas consideraciones, se abren paso hoy nuevas disciplinas de estudio como la arqueoindustria, dado que tenemos una historia suficientemente larga en este sentido para aprender de las instalaciones en que nació nuestro mundo productivo y, por ende nuestro estilo de vida. Algunos de estos restos pueden remontarse muy atrás en el tiempo y un ejemplo lo tenemos en nuestra provincia. Me refiero a las Reales fábricas de San Juan de Alcaraz, un complejo industrial metalúrgico que se puso en pie en el año 1.773  por una concesión de Carlos III al ingeniero Jorge Graubner. Hoy estas instalaciones que no sólo fueron importantes para el pueblo, sino que fueron el origen mismo del pueblo, se están viniendo abajo ante la desidia de la administración regional. La sociedad civil, más ágil y atenta viene denunciando el pésimo estado de conservación y la inexistencia de fórmulas de protección de un patrimonio de los que presume la propia administración, para abandonar a su suerte después en la práctica. La Asociación Cultural Sierra del Agua viene avisando desde hace años de esta situación con nulos resultados. Las razones para conservar las fábricas están expresadas con sencillez rotunda en un folleto editado por esta asociación: 1. Porque todos los trabajadores han dejado parte de sus vidas en las fábricas, 2. Porque las fábricas han sido escuela de grandes artesanos, 3. Porque es el origen de nuestro pueblo, 4. Porque si no cuidamos de lo nuestro, ¿quién lo hará?, 5. Porque un pueblo que no cuida su pasado no tiene futuro, 6. Como industria de latón y bronce no hay en Europa restos más antiguos, 7. Como industria metalúrgica es la más antigua de España, 8. Porque no hay en España viviendas de obreros más antiguas (S.XVIII), 9. Porque en su construcción participaron los más importantes ingenieros y arquitectos de España, 10. Porque actualmente historiadores y organizaciones internacionales reconocen como únicas las fábricas de Riópar. Recientemente ha caído la techumbre de parte de las instalaciones. Del último derrumbe hace apenas cinco días. La lluvia cae sobre moldes de varios siglos, sobre documentos, maquinaria, mientras la Junta se lo sigue pensando; sonrisas, buenas palabras, promesas, mientras la lluvia borra una parte de nuestra memoria. 

Baretos virtuales

Baretos virtuales Siempre pensé que, una vez doblado el Cabo de Hornos de la madurez y enfilado el último tramo de la vuelta a mi mundo, me dedicaría con calma a enriquecer mi vida interior. Pero resulta que lo que parece que se está enriqueciendo en verdad es mi vida virtual, mi vida en la red. Vida interior también, pero desplegada en una enorme sala de documentación y desplegada con los otros, no en el universo autista y  probablemente falaz de mi supuesta intimidad. Llevo algunos años creciendo como ciudadano de la polis cibernética en la cual debo ahora ser un adolescente. De modo que en el mismo espacio que ocupo como hombre maduro picando en la cincuentena, vive un chaval entretenido en hacer pandilla con sus nuevos allegados, por encontrar los tugurios en los que compartir el reventón de vida que habita en lo desconocido, en lo que vas haciendo tuyo poco a poco. Durante algún tiempo viví el acoso de las dudas fruto seguramente de mi educación progre un poco pureta. Que si lo virtual es una degradación de la auténtica dimensión social del ser humano, que debe ser personal, carnal. Que si la red posee sutiles mecanismos de dominación al servicio de no sé  qué poderes vaciadores de cerebros. Que si la propia magnitud de la red conlleva  estar perdidos en un universo inconmensurable. Que si el abundante juego de las falsas identidades que se dan en la red te hacen estar ciego y vendido. Que si siempre será mejor un libro. Pero vuelvan si quieren sobre estas últimas consideraciones y verán que son perfectamente aplicables a lo que nos sucede en la vida “real”. De modo que ya no me preocupo y ya no me entra la flojera intelectual cuando afirmo que lo virtual es real. Que estoy vivo y que del viejo tronco  rugoso ha nacido un nuevo tallo, fresco y vigoroso, visible sólo a través de la pantalla del ordenador. Así que todos los días tengo un rato para pasarme por entretenidos chiringuitos cibernéticos donde encuentro personas y conversaciones interesantes. O salgo a tomar el sol a bulevares de banda ancha desde los que observo entretenido las mil peripecias en que anda metida la gente. O me meto en bibliotecas infinitas donde encuentro información sobre cualquier tema peregrino que se me haya ocurrido. De modo que ahora vivo en mi entorno de amigos, de ciudad, de trabajo, de libros y vivo también en Internet. Y puedo, por ejemplo, desde aquí, mandar un saludo, entre otros, a todos mis amigos de www.elportalico.com,  parroquianos del bareto virtual en el que me echo unas cañas después de trabajar. A todos ellos: ¡Salud!.

La muerte dentro

La muerte dentro La muerte, durante toda la historia de la humanidad, ha lanzado al ser humano por los barrancos de la metafísica, allí donde las grandes preguntas sin solución ruedan a veces como íntimos y colosales desprendimientos. Pero esta muerte es una muerte ideal, una muerte teórica lejana al tránsito que se produce cuando se colapsa el cuerpo que habitamos y la materia se desorganiza y pasa a un nuevo estado. Este tránsito, por desconocido, nos aterra, amarga, o desconsuela. También hay muchas personas a las que curiosamente les ilusiona, porque en un regate a su propia inteligencia han decidido que es la puerta de acceso a un mundo maravilloso, a un dulce y perfecto aburrimiento, donde de algún modo seguirán viviendo. Han convertido la muerte en una especie de agujero negro controlado por el que saldrán a un prado celeste donde un pastor bonachón les va a echar de comer con una sonrisa en los labios. En cualquier caso, sólo conocemos de la muerte nuestras propias ideas acerca de ella. Esto es así salvo en un caso; la muerte de los otros. Tenemos la experiencia de la muerte de los otros, aunque sólo sea, digamos, la piel, el envoltorio de esa experiencia. Nos conmueve ver en los documentales el comportamiento de los elefantes ante la muerte; mueven con la pata el cadáver del familiar, lo huelen, vuelven a ese lugar, parece que lloran, se diría que quieren comprender. Nos conmueve porque es un comportamiento muy humano; hay consciencia de la muerte del otro como pérdida, como vacío que anuncia nuestra propia muerte. Nuestra relación con la muerte en suma nos perturba porque nos enfrenta a lo que no puede ser conocido. Pero hay un caso distinto, que es cuando la muerte entra poco a poco en nuestra vida, cuando está en nuestro cuerpo haciendo su trabajo maltratándonos y arruinándonos. El enfermo irreversible está a la vez vivo y muerto. Él es el único que tiene, a diferencia del resto, alguna experiencia sobre la muerte. Él la conoce, la ha visto, la lleva dentro. Son los únicos muertos vivos. Esta vida muerta, esta muerte viva, acarrea a veces a quien la soporta grandes sufrimientos, dolores físicos y dolores espirituales. A veces tan insoportables que desean acabar con su consciencia definitivamente. Son como un animal malherido que agoniza mordido por el sufrimiento. La única diferencia con el ser humano es que éste puede desear el tiro en la nuca. Y que muy probablemente habrá a su lado otro ser humano con una pistola en la mano, y que no querrá dárselo.