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El Puente. León Molina

2010

Es cansado

Es cansado
Si está uno viviendo la acedía de una tarde de domingo, y se pone uno metafísico, y uno se llamara Francisco de Quevedo, podría uno escribir versos como estos: “¡Ah de la vida ¿Nadie me responde? / ¡Aquí de los antaños que he vivido! / La fortuna mis tiempos ha mordido; / las Horas mi locura las esconde. / Que sin poder saber cómo ni adónde, / las salud y la edad se hayan huido! / Falta la vida, asiste lo vivido, / y no hay calamidad que no me ronde. / Ayer se fue; mañana no ha llegado; / hoy se ésta yendo sin parar un punto: / soy un fue, un será, y un es cansado. / En el hoy y mañana y ayer, junto / pañales y mortajas, y he quedado / presentes sucesiones de difunto.”  Porque cuando los sentimientos y pensamientos comunes a los hombres como lo son estos de los que se habla en el poema tocan las fibras de un genio, el desconcierto o el dolor se transmutan en la belleza del arte y serán fuente de emoción para las generaciones  sucesivas. Lo que pasa es que “quevedos” hay más bien pocos. Y muy pocos serían capaces de transmutar nuestra melancolía en un verso glorioso como ese “soy un fue, un será, y un es cansado”. Pero nos emociona lo que dice Quevedo porque lo conocemos, porque nos reconocemos en los sentimientos que nos cuenta. Dicho de otro modo, el gran Quevedo y la mayoría de los mortales somos bastante semejantes en el sentir. Una preocupación eterna como es el paso del tiempo a todos nos toca el corazón en un momento u otro.

 La tarde, como una madre, anda recogiendo sus luces que juguetean en los aleros, la agenda de trabajo nos mira amenazante desde un rincón de la mesa y con facilidad puede que nuestra memoria nos lleve a revivir algún feliz momento vivido. En la tarde del domingo no hay tiempo, sino metatiempo, tiempo que nos remite al paso del tiempo. Apuesto algo a que don Francisco escribió su poema un domingo por la tarde, un puto domingo por la tarde. ¿Ves?, hasta incluso me he ido a vivir de golpe al siglo XVII, junto a ti, maestro, ¡qué jodío!.

Independencias

Independencias

La élite política catalana anda en un arrebato levantisco a causa de la sentencia del Tribunal constitucional. Yo soy y me siento español porque pertenezco a la cultura española que comparto con otras muchas personas, no porque pertenezca a un país llamado España, que al fin y al cabo en lo territorial no pasa de ser una convención arbitraria que recose gentes y territorios con evidentes y profundas diferencias. Una convención además que fue fijada después de un largo proceso histórico de brutalidad, expulsiones masivas y esquilmaciones internas y externas varias. De modo que nada demasiado ilustre en el concepto y génesis de la nacionalidad como para sacralizarlo más allá de los frutos notables de su cultura. Quiero decir que si un día los españoles decidimos pacíficamente reordenar la estructura de nuestro territorio y nuestro estado, pues no tiene porqué pasar nada. Por el mismo razonamiento que negaríamos cualquier posibilidad de independencia a Cataluña o el País Vasco tendríamos que estar preparando la reconquista de Portugal, o de Cuba. Todo ello evidentes tonterías.  No habría porqué temer un proceso de reconstrucción que nos llevara a un estado federal de aquellos que lo deseen y que, incluso, aquellos que no lo deseen no formen parte del mismo y sigan su propio camino independiente. Pero no veo que sea fácil pues el nacionalismo (catalán o español o cualquier otro) suele ser un esquema de pensamiento bastante bruto que incapacita para la razón y el diálogo. Otra dificultad no menor es poder deslindar lo que desea la mayoría de los ciudadanos de lo que desean las élites políticas que según me temo no coincide. En otro tiempo una segregación territorial habría sido seguramente una tragedia. Hoy, bajo el paraguas de la Unión Europea podría hacerse sin violencias ni dramas. Todo ello independientemente de que la actual coyuntura económica es la peor para plantear estas cuestiones y de que la independencia de un territorio de la UE sea más bien una tontería. Pero tarde o temprano nos enfrentaremos a estas graves decisiones y conviene estar mental y argumentalmente preparados

Orgullo Gay

Orgullo Gay

No hace mucho se celebró en Madrid el Día del orgullo gay. Cada año, cuando veo las imágenes de esta especie de carnaval, me quedo confuso. No lo entiendo muy bien, la verdad. En un reportaje de este año pude  ver a un señor con un tanga de purpurina y gorra de plato nazi que se frotaba ostentosamente el paquete frente a la cámara del reportero mientras otro con otro tanga y antifaz de plumas removía sus nalgas frente al primero. Estos señores son homosexuales y no lo esconden, lo cual por suerte es algo normal y aceptable para la mayoría. Además quieren que se sepa. Esto lo entiendo menos; no encuentro dentro de mí ningún interés en proclamar mis tendencias sexuales. Quizás ellos sí tengan la necesidad porque durante bastante tiempo no pudieron y lo necesitan. De acuerdo. Pero, ¿de esta manera?. La escena protagonizada por los señores referidos y las miles más que se produjeron  en esa manifestación o fiesta son groseras, chuscas, de pésimo gusto y creo que más que nada desacreditan al colectivo. De hecho dentro de ese colectivo empiezan a levantarse voces críticas con ese tipo de celebración y la imagen que proyectan a la sociedad. Estoy convencido de que muchos, quizás la mayoría de personas de ese colectivo no se sienten cómodas con esa imagen de “locas” desaforadas. ¿Se imaginan un Día del orgullo machote con tíos alardeando de modo explícito de lo mucho que le gusta tirarse a las mujeres, o el Día del orgullo de la mujer heterosexual con tías restregándose penes por sus partes y abriendo las piernas frente a cada tío que se crucen ese día?. Para mí la opción sexual de cada uno es algo personal e íntimo que se comunica a quien se quiere, pero hacer alarde público de ello es muy poco educado y si además se promulga de un modo ostentoso y chusco, resulta grosero y, como todo lo grosero, dificulta la comunicación que es el bien humano para el que se fue construyendo la educación y los buenos modales. Tengo amigos y amigas homosexuales y no puedo imaginarme a ninguno de ellos en actitudes tan horteras. Como dijo Francis Bacon “la discreción es una virtud, sin la cual dejan las otras de serlo”.

IU y el PCE

IU y el PCE

Izquierda Unida en Albacete anda  a la greña.  Y ha llegado a tal punto el dislate que, según parece, a día de hoy la coalición cuenta con dos coordinadores que se reclaman legítimos. No sé cuándo se dará cuenta por fin la izquierda más allá del PSOE de su callejón sin salida que convierte su nombre en un chiste malo. Porque como casi siempre detrás de la desunión hay lo mismo, el PC por un lado y el resto por otro. Da la sensación de que los no comunistas temen perder el pequeño fondo de armario electoral del PC proveniente de dogmáticos nostálgicos y jóvenes alternativos despistados. En su cobardía llevan su castigo. Yo considero que no sería malo que existiera un partido de izquierdas fuerte (igual que un segundo de derecha democrática), aunque sólo fuera por romper el perverso rodillo bipartidista que nos pasa de continuo por encima. Será muy difícil con el PC, un partido dogmático y soberbio que representa además una ideología desarmada para afrontar los retos de nuestro tiempo y cuyo modelo ideológico ha creado demasiados monstruos en la historia moderna como para olvidarlos fácilmente. De modo que sí que habría que refundar esa izquierda, pero resulta que para hacerlo ponen al frente a gente del PC. ¿No se da cuenta IU que el PC cortocircuita cualquier movimiento de apertura a los nuevos tiempos?. Su federación de Asturias sí se ha dado cuenta y mantiene expulsados a los comunistas y dice además que no participará en una refundación con una dirección según ellos secuestrada por el PC. Creo que lo que busca el PC más bien es una “refundación” tipo Baleares (la primera que ha hecho el proceso); le cambian el nombre de IU por Esquerra Alternativa y Verda y zumbando. Y  mientras miles de personas críticas sin partido, pasando de ellos y apuntándose a mil oenegés. Y  PP y PSOE tranquilos en su rollo. Todo por no afrontar la evidencia de que no hay camino con el PC, que sin la argucia de IU pasaría al extraparlamentarismo, y trabajar para crear algo nuevo sin la vista clavada en los sondeos electorales, que posiblemente y de modo paradójico puede que fueran más favorables soltando ese lastre.

Carísimas pamplinas

Carísimas pamplinas

Existe un ansia paletoide de los ciudadanos por contar en sus ciudades con aeropuertos, universidades, trenes de alta velocidad y otras conquistas míticas que pensamos nos van a quitar por fin el pelo de la dehesa. Los políticos regionales alimentan este espejismo porque consideran que hay en ello justificación a los gobiernos autonómicos y también políticos locales con delirios de grandeza; recuérdese que Albacete es ya oficialmente  “gran ciudad”, cosa que no sabemos para qué ha servido más allá de alguna coña de propios y extraños. Y a partir de ahí todo dios tiene que tener sus trenes de alta velocidad (recuerden al presidente de Cantabra echando espumarajos por la boca cuando le dijeron que a lo mejor habría que posponer la construcción del AVE a Cantabria), sus universidades hasta en la última capital de provincia y sus aeropuertos. El Albacete tenemos un aeropuerto inútil y ruinoso con un vuelo diario –para no cerrarlo- que nos cuesta un riñón a los ciudadanos (dicen que la púa la va a pagar el ITAP, cosa asombrosa),  y del pufo del de Ciudad Real que pagaremos de nuevo todos y que colaboró eficazmente en la caída de CCM ni hablamos. Un AVE de enorme impacto  cuyos tickets costarán un pico para tardar unos minutillos menos a Madrid a cambio de perder varios trenes diarios. Y tenemos una universidad fragmentada que adolece de muchas cosas. Cuando yo estudiaba en Murcia el tren tardaba cuatro horas, pero los trenes y vías de hoy (no hace falta siquiera AVE)  hacen esos kilómetros en tres cuartos de hora. Y resulta que Murcia ya tenía una estupenda universidad a la que se podrían subvencionar los viajes de los estudiantes, o incluso sus estancias, lo que saldría mucho más barato que nuestra esturreada universidad. Pero claro, es otra región y queremos la nuestra propia. Paletería pura. En todas estas pamplinas se han gastado y se gastan unas cantidades obscenas de dinero, que debiéramos recordar en estos tiempos de crisis en que se echan en falta. Y decírselo a los responsables, entre los cuales debemos contarnos los propios ciudadanos. elpuente.blogia.com

Campanas de la aldea

Campanas de la aldea

Considero, a la luz de la información disponible, que la inteligencia del ser humano es una adaptación exitosa de la especie al medio. Puede suceder que un día un factor externo acabe con nosotros tal como pasó con los dinosaurios –otra adaptación exitosa-, o pudiera suceder que desapareciéramos víctimas precisamente  del éxito adaptativo, que nuestra extraordinaria capacidad para intervenir en el medio lo destruya o agote (la estupidez es la otra cara de la inteligencia) y perezcamos cuando este medio quede en tales condiciones que no permita la vida. En cualquier caso, la menos probable de todas las hipótesis planteables acerca de la vida del ser humano en el Universo parece ser la de la eternidad. Desapareceremos. Seguramente hablamos de un periodo de tiempo lo suficientemente largo para que este fenómeno carezca en realidad de importancia; ya se sabe, nosotros y un montón de generaciones venideras estaremos más bien calvos. O puede que sí importe si consideramos que no somos más que un vagón de mercancía genética que viaja por el universo camino de un destino desconocido. Somos portadores de vida, ese magnífico accidente físico químico que anima la materia y le confiere un grado de actividad y autonomía extraña y prodigiosa. Si así fuera, nuestra vida sería algo así como un préstamo de la naturaleza y deberíamos ocuparnos de perpetuar el viaje ciego hacia no sabemos dónde, porque ella tampoco sabe dónde va como la mera observación demuestra. Son plazos tan largos y destinos tan desconocidos que la inteligencia, ante su contemplación, se dobla como una espiga bien granada. Ante este desasosiego la inteligencia en una pirueta desesperada construye el asunto y la trama de las religiones. Y el hombre levanta iglesias, como esta recoleta de mi aldea cuyas campanas resuenan por los montes congregando a los fieles. Antes de entrar ya llevan de oficio mis bendiciones, y con ellas el ruego de  que no hagan mucho ruido, que esta tarde estoy sólo en el Universo arrullado por el estupendo silencio melancólico que envuelve a los que no tenemos remedio ni salvación. Como dicen en mi pueblo: “gasten modo”.

Sindicatos

Sindicatos

Si yo fuera dirigente sindical, al día siguiente de la huelga del funcionariado estaría pensando si debía dimitir o no. La huelga fue un fracaso, sólo que los sindicatos han entrado en la dinámica de los políticos de mentir y engordar las cifras. Las que han dado no se las creen ni hartos de vino, no hay más que haber observado la situación en los centros públicos y preguntar a nuestros parientes funcionarios. Fue un racaso y el intento de ocultación del mismo nos lleva a alguna reflexión. Si llamo a una huelga y los trabajadores de ese sector a los que se supone represento no van, queda en evidencia que la función de representación es un fiasco, pues ni conocen su opinión ni se la preguntaron. Y si se lanzaron al ruedo sin saber, se demuestra por el resultado que no están en sintonía con sus bases. Por más que les duela a los representantes sindicales (si les duele) y a todos los que consideramos que los sindicatos deben ser una parte esencial del funcionamiento democrático de una sociedad libre, hemos de reconocer que los sindicatos en España se están alejando cada día de sus representados. Es un proceso de similares características al que se vive con los partidos políticos; soberbia, lucha por la conservación del estatus  del colectivo y de  las personas que han encontrado su modus vivendi en ellos, sustitución progresiva de las personas valiosas por las dóciles y,  en general, alejamiento de  la realidad y de sus fines fundacionales por una endogamia encastillada en los asuntos propios y el compadreo con la actividad. Y todo tiene su comienzo en la estructura del sistema. No puedo entender unos sindicatos subvencionados por la administración (directamente o de modo indirecto como por ejemplo la escandalosa vía de los fondos para formación con la que patronal y sindicatos han amasado fortunas mientras el estado miraba para otro lado)  ni puedo comprender bien la enorme cantidad de liberados.  Los trabajadores cada día tienen una peor imagen de sus sindicatos y sus enlaces. Una paletada más de gris en nuestra democracia.

Diputaciones

Diputaciones

En un hecho casi sin precedentes José Blanco ha dicho que  “sobre lo que sí se puede reflexionar es sobre nuestro modelo de la administración, dónde pueden darse duplicidades y si hay entidades que se pueden suprimir. La pregunta que uno puede hacer es: ¿Tiene sentido en una administración tan descentralizada que sigan existiendo las diputaciones provinciales?”.  Veamos. Básica, rápidamente y redondeando: La diputación de Albacete tiene un presupuesto real de 97 millones de euros, de los que quedan para invertir realmente unos 16. La cosa no puede ser más ruinosa. Es en realidad una máquina de crear puestos trabajo y centros de poder político. Para mover esa maquinaria se emplean casi mil personas. La media de presupuesto real que mueven para dar servicios sale a 16.000 € por funcionario (que cuesta 46.000€ a la institución gracias a un convenio generosísimo). Para que se hagan una idea, en cualquier empresa industrial de Albacete, ese ratio puede ser doce veces mejor. Además hay que tener en cuenta la estructura de población de Albacete. El 66% de la población vive en las cinco poblaciones más pobladas (las que menos necesitarían a la diputación). Si repartimos el presupuesto real en esa proporción resulta que a los 82 pequeños municipios restantes les tocarían 5.5 mill.€ , salen por municipio a 67.000 €, pero si siguiéramos aplicando intervalos poblacionales los últimos (que serían un amplio grupo de pueblos muy pequeños y muy necesitados) les tocaría dinero así como echarse unas cerves. Si  tenemos en cuenta que además de las administraciones regionales existen las mancomunidades de municipios la cosa tiene menos sentido todavía (y eso explica que la diputación haya convertido por la fuerza política a las mancomunidades en diputacioncillas). Y mientras los ayuntamientos pequeños ”alampaos”; algunos tienen el dinero justo para pagar la luz y poco más. Con el dinero que se despilfarra en la diputación y una parte de esos puestos de trabajo para trabajar en mancomunidades y pueblos, otro gallo les cantaría.  Sólo sería cuestión, eso sí, de hacerlo bien, dando cauces no lesivos a los trabajadores actuales que no tienen la culpa de este dislate. Yo no sé si Pepiño y el resto tienen que pensárselo mucho, pero parece bastante claro.

Pereza mental

Pereza mental

La mayoría de los ciudadanos solemos criticar comportamientos de los políticos. Es normal y hasta necesario. Cuando los criticamos solemos generalizar y hablamos de “todos” lo políticos como si todos se comportaran de igual modo. Es evidente que no es así, pero tampoco podemos ni tenemos con frecuencia las herramientas para diferenciar. Y son los propios políticos con frecuencia los que provocan esta reacción al no ser ellos mismos los que actúen con energía contra sus compañeros, entrando en una especie de colegueo que se agrava con el cierre de filas con los correligionarios para no dañar al partido en su conjunto. De modo que hablamos de los políticos en general porque ellos se lo buscan y porque no sé si hay manera de evitarlo. Y solemos criticar cosas como la prevaricación, el robo en sus múltiples variantes, su búsqueda de poder por encima del bien común, etc. Pero hay algo que no solemos criticar tanto y a mí parece grave y causa frecuente de otras cosas que sí criticamos; la pereza mental. Un administrador, un gestor, un líder, debe caracterizarse sobre todo por buscar vías de solución a los problemas, innovar en los proyectos a desarrollar para mejorar el presente y sentar las bases de un futuro bonancible. Y esta actividad de innovación para mí puede ser considerada incluso un deber moral. Y ahí sí que nuestra clase política suspende de manera estrepitosa. Me temo que en este plano sí que podríamos generalizar y decir con menos riesgo de equivocarnos que nuestros políticos son unos conservadores en el peor sentido del término, es decir que no ofrecen nuevas ideas, que no arriesgan nada, que no proponen soluciones novedosas. Son posiblemente la parte más rancia de nuestra sociedad. Sin ir más lejos, cualquier ciudadano medio podría darles unas cuantas ideas para reducir el déficit mejores que las que han tomado. Han ido a lo facilón, soluciones casposas, totalmente faltas de cualquier esfuerzo en el análisis y la elaboración de propuestas. Gobierno y oposición están hermanados en la peor clase de conservadurismo; la pereza, el miedo y la vulgaridad. Por eso conservan en sus filas a tanto jeta y bandarra y no al revés.

Papeleta en mano

Papeleta en mano

Soy demasiado mayor para ser excesivamente rojo y me he dado el gusto tantas veces de elegir y de equivocarme que tampoco puedo ser excesivamente conservador. Cada día siento más fresco, fuerte y determinado en mi interior al ácrata que siempre ha vivido en mí, pero al mismo tiempo considero que es muy importante cumplir las leyes, incluso aquellas que no nos gustan y  sobre todas ellas la moral como exigencia inexcusable.  Creo con los socialistas que no es mala cosa buscar mecanismos sociales que propicien una situación aceptable tal cual es la solidaridad y la igualdad de oportunidades. Pero creo también con los liberales que la socialdemocracia ha venido creando unos enormes sectores de gente sin capacidad de emprendimiento ni de autodeterminación, una especie de gran clase pedigüeña y cobarde que pide al estado que le fabrique un confort estándar poco complicado y para ello están dispuestos a convertirse en dóciles ignorantes. Creo con los anarquistas que el poder político es esencialmente corrupto y corruptor y requiere de voluntarios un tanto desalmados que estén dispuestos a decirle a otros lo que deben hacer. Con ellos creo en la democracia, pero en la democracia de la participación y por tanto desarrollada en ámbitos practicables, de modo que la democracia en un estado de medio millón de kilómetros cuadrados y cincuenta millones de habitantes es una parodia, una ilusión que puede satisfacer sólo a personas poco maduras. En una democracia valiosa España no podría ser más que una federación de federaciones. Y con todo, me pondría enfrente de cualquier aventurero que quisiera desmontar el chiringuito con demasiada prisa y mucho menos con violencia.  En el comunismo veo muy poco salvable salvo algunas luminosas ideas de Marx que estuvieron en su nacimiento y desde luego en el conservadurismo extremo o el fachismo, nada de nada. Hasta aquí hemos llegado. Y esa es la teoría, en la práctica, vemos además cada día cómo la política es devastada por los políticos profesionales y los propios ciudadanos hasta convertirla en algo abyecto y despreciable. Con frecuencia me siento un tonto. Pero me siento un imbécil  cuando me veo cada cierto tiempo con mi papeleta en la mano en el colegio electoral. Tan imbécil como si no fuera.

Exige dignidad

Exige dignidad

Recientemente el grupo de Albacete de Amnistía Internacional ha presentado la campaña internacional de esta organización denominada Exige dignidad. Mediante esta campaña AI trata de poner de manifiesto la íntima relación que existe entre la violación o ausencia de derechos humanos y la pobreza.  En efecto hay un círculo perverso por el cual la conculcación de los derechos humanos suele llevar a situaciones de pobreza y a su vez la pobreza se convierte en el caldo de cultivo más favorable para que no se respeten los derechos humanos.  Y esto sucede porque  en medio de la pobreza no se dispone de los mínimos  recursos que dan el acceso al ejercicio de los derechos más básicos y sobre todo porque las personas que viven en una situación de pobreza suelen estar dominados por la falta de instrucción, la inseguridad, el miedo y el fatalismo. De este modo AI trata de abrir su campo de visión y apuntar hacia aquello que agrava y muchas veces está en el origen de la ausencia de respeto a los derechos humanos.  Conviene no ignorar este mensaje de AI por dos razones: porque esta organización mantiene un bien aganado respeto por su independencia e integridad en un mundo cada día menos fiable y porque las cifras de la pobreza en el mundo por más que se repitan no dejan de ser dolorosamente asombrosas. Baste sólo algunas de ellas: Casi mil millones de personas en el mundo se van a la cama cada noche con hambre, cada minuto del día una mujer muere  por falta de asistencia médica en el proceso del embarazo, veinte mil niños mueren cada día por falta de asistencia médica adecuada. Para qué seguir. El veinte por ciento de la población atesoramos el ochenta por ciento de la riqueza del planeta, con el agravante de que en ese mundo pobre hay minorías inmensamente ricas y en nuestro mundo rico hay también muchos pobres. Un auténtico disparate.  AI lo sintetiza muy bien cuando dice que “la pobreza es la peor crisis de derechos humanos del mundo”. Las mentes simples conservadoras confían en que el crecimiento económico debe traer riqueza a los pobres, lo que contrasta con la realidad, pues los pobres siguen siendo pobres o son más pobres todavía. Por todo ello, nos unimos desde aquí a la campaña emprendida por AI y le deseamos todo el éxito. Para conocer con más detalle esta campaña puede visitarse en internet el sitio www.es.amnesty.org/exigedignidad.

El Parque. La Feria

El Parque. La Feria

Este año el parque de Abelardo Sánchez, “El Parque” a secas para los albaceteños, cumple cien años. Este acontecimiento no puede llamarse efeméride, pues según el diccionario para alcanzar dicha denominación el aniversario debe ser celebrado o conmemorado. Se contrapone de este modo a la “mega efeméride” que está montando el ayuntamiento con el tercer centenario de La Feria. Una efeméride que no se celebra es una efemérides, añadiendo sólo esa “s” final, de silencio quizás. Curiosidades del lenguaje. Que el centenario de El Parque sea una efemérides y el tricentenario de La Feria una efeméride en este caso parece adecuarse a ambas realidades. La Feria es excepcional,  bulliciosa, explosiva, grandilocuente y exagerada. El Parque es cotidiano, silencioso, sereno, sencillo. En nuestro sentir La Feria es un estallido luminoso que casi podríamos decir que marca el año albaceteño real; las cosas suceden antes de feria o después  de feria. El Parque es una fiesta íntima de cada día que todo el mundo puede disfrutar a su antojo.   Son dos realidades en busca del equilibrio. Pero sería difícil para muchos de nosotros elegir entre una y otra. Porque las ferias, especialmente de la niñez y la adolescencia, dejaron su oropeles en nuestra memoria y supusieron sobre todo el encuentro y descubrimiento de los otros,  mientras  El Parque ha sido una música callada que ha sonado de fondo a sensaciones, quizás no menos intensas pero sí más sosegadas y más relacionadas con el descubrimiento de nuestro interior.  En La Feria conocimos los primeros desenfrenos, las primeras batidas en pandillas hiperactivas que experimentaban los primeros vuelos fuera del nido. En El Parque conocimos la voz interior que nos llegaba en los primeros paseos solitarios, las primeras miradas de pasión, los primeros besos y los primeros silencios.  En el año trescientos uno de La Feria volverán a brillar en el llano las luces de la noria. En el año ciento uno de El Parque volverán los pinos al anochecer a recoger sus pájaros y apagarse como dijo un poeta de la tierra. Cien años, trescientos años de íntimas historias. La historia real de esta ciudad con poca historia.

A porrazos

A porrazos

 

Una imagen: policías que levantan sus porras y sacuden con violencia a personas que se manifiestan pacíficamente. Soy un iluso; creía que imágenes como esta eran cosa del pasado que muchos de nosotros vivimos y que los hábitos democráticos las habían desterrado de nuestras calles.  Se ve que no es así y su repetición debe llevarnos a la conclusión de que hay mucha gente entre nosotros que se dan continuos golpes de pecho  democráticos pero se impulsan con un corazoncito intransigente y violento. Solucionar cualquier situación mandando a la policía a dar porrazos es fácil, sólo hay que ser un poco bestia y desconfiar de las posibilidades que ofrece la palabra y el entendimiento. Y eso es lo que pasa. No seré yo quien diga que no es necesario cumplir las leyes aunque no nos gusten. Pero me da la sensación de que la falta cometida por personas que se resisten pacíficamente a que las máquinas derriben un barrio que consideran suyo y de valor, de ningún modo puede considerarse causa suficiente para que le arreen un estacazo en las costillas o los diente o donde pillen. Es más, no encuentro nada que justifique esa violencia salvo la legítima defensa. Y si esa violencia es cometida además por los agentes de una institución democrática, el asunto se torna indignante. A mí me han arreado algún porrazo los grises de Franco y de los primeros años de la transición. Lo comprendía perfectamente. Jodía mucho, pero lo comprendía. Los regímenes dictatoriales consisten en eso precisamente; si no estás de acuerdo conmigo o mis leyes, disposiciones o acciones, te arreo. Pero en democracia, ¿es lícito sacar la vara a alguien que no está agrediendo a nadie?. Me temo que no. Estamos en lo de siempre, la burrería de aquellos a los que se les llena la boca con la ley y el orden -su ley y su orden claro- y no les tiembla la mano para mandar a un propio a romperle los dientes a quien sea con tal de cumplirla. Retirar a esas personas de modo pacífico o hablar con ellos no se les ocurre. Si algún día esta democracia nuestra se rompe, no faltará gente que se acomode de nuevo rápidamente en la burrería y la fuerza. Lo llevan dentro.

Basura

Basura

Hace unos días, cuando comenzaba la vista del caso de Jaume Matas, todo el PP guardaba silencio, casi nadie quería hacer declaraciones. Esta es una actitud cobarde y más bien falta de vergüenza. Se escudaban en el respeto a los jueces y el proceso judicial. Claro que esta actitud se lleva a rajatabla cuando es con los propios, peor no cuando sucede con los que son considerados enemigos, pues por ejemplo bien que se han  puesto las botas a declarar sobre los casos que afronta Garzón. Un miembro del PP sí que hizo declaraciones se trata de un ex miembro del equipo de gobierno de Matas que sigue en la política activa en Baleares (no recuerdo el nombre de este tipejo ni me interesa). Este señor, después de expresar su infinito respeto al proceso judicial, soltó algunas perlas y entre ellas una muy significativa, dijo en referencia a las supuestas actuaciones delictivas de Matas que “todos tenemos nuestras cosas”. Me van a perdonar la expresión, pero a mí se me escapó un “las tendrás tú, so cabrón”. Es el colmo de la desfachatez y sinvergüencería. Pues su expresión quiere decir en realidad que puede que Matas haya cometido los delitos que se le imputan, pero como todos somos unos golfos y delincuentes, pues no es tan grave la cosa. Y pájaros como este ocupan consejerías y van en sus coches oficiales rodeados de guardaespaldas cociéndose de gusto de lo importantes que son. Estimado señor cualquiera, ¿cuáles son esas cosas que tiene usted que le hacen restar importancia al choriceo de su estimado Matas?. Sólo puedo decirle que ojalá le pillen y se lleve usted algún disgusto, porque tal como están las cosas, aunque así fuera no sufra que no suele pasar mucho más. Estamos en el peor momento en cuanto a la calidad y vergüenza de nuestra clase política en toda la historia democrática del país (y eso que los gales y roldanes habían puesto el listón muy alto). Siga usted pues en su cargo con su poca vergüenza, que yo seguiré currando. Siga usted con “sus cosas” hasta que le pillen o se escape, pero no arroje usted basura sobre todos nosotros. Y dese unas friegas, que hasta aquí llega su olor.

Cambio de estación

Cambio de estación

Ya está aquí la primavera. Una primavera que llega casi nadando por los campos y se promete esplendorosa. Se abre como cada año la renovación de la vida  y llega a todos nosotros un cierto sentimiento de esperanza, una vez hayamos liquidado el trámite de las procesiones. Dan ganas hasta de pensar que se va a acabar la crisis de pronto. La primavera nos pone optimistas porque es el momento en que se pasa la página del largo invierno, estación que nos ha acorralado en nuestras casas y nuestros trabajos. Pero por esa misma razón desde hoy mismo yo comienzo a añorar el invierno. No tengo especiales manías con las estaciones o el frío y el calor, pero estimo que el invierno es una época del año en la que estamos más obligados a vivir cerca de nosotros mismos que en otras. Parece como si esta estación nos distrajera menos que las otras con sus explosiones exageradas de color, sus promesas de vacaciones y supuestas diversiones sin fin. El invierno es sobre todo tranquilidad y concentración. Estación silenciosa y de recogimiento que nos ayuda a entendernos mejor con nosotros mismos. Por eso considero que tiene tanto éxito el verano, porque es la estación de la dispersión, del salirse fuera de uno mismo, de marcharse del lugar propio, y esto para mucha gente es un bien preciado porque mucha gente no se lleva muy bien consigo mismo. Viene todo esto a cuento de que hoy mismo, día en que entra la primavera, mientras veía caer la lluvia mansa tras el ventanal en medio de delicioso silencio, un amigo me dice por teléfono que “ya queda menos para las vacaciones”, que ya se ha acabado “este invierno de mierda” y he sido consciente por un instante de que, en efecto, el invierno se acaba , que pasará mucho tiempo para que vuelva a ver la flor de la escarcha a adornar las hierbas que rodean mi casa, para sentir el tibio calor de la chimenea mientras fuera nieva en completo silencio, para sentir el vivificante viento frío golpeando mi cara en el monte. Amigo invierno, vamos a darle una oportunidad a la primavera, pero por favor no te vayas muy lejos, que muchos, allá por noviembre estaremos esperando tu frío y tu silencio desesperadamente.

No somos como ellos

No somos como ellos

La izquierda radical vasca acusa a las administraciones españolas y francesa de “guerra sucia” en referencia a la muerte de Jon Anza. Si no fuera porque no somos como ellos, se podría  pensar que esas expresiones salidas de las más sucias bocas acaban por limpiar cualquier suciedad a la que se puedan referir. Pero no somos como ellos, y  cuando un gobierno cayó efectivamente en la tentación  de la guerra sucia, se lo reclamamos y se lo hicimos pagar. Y si cualquier otro gobierno cayera de nuevo en la tentación de igual modo expresaríamos nuestra condena y pediríamos que la justicia se aplicara contra él sin ningún tipo de paños calientes.  Porque no somos como ellos.

El señor Eladio Fernández, ex concejal socialista de Orense, se pasa al PP y dice que ofrecerá a este partido la misma fidelidad inquebrantable que ofreció al PSOE. Después de unos años combatiendo incluso en los juzgados al tenebroso Baltar –un bestiajo mafioso que se la cuca hasta con su compañero valenciano Fabra si hace falta-, se arroja a sus brazos porque no lo pusieron en las últimas listas. Ya se ve pues su inquebrantable fidelidad. Se parece a aquellos diputados que recién obtenida su acta de diputados por la Comunidad de Madrid, en su primera votación entregaron el gobierno a la perdedora señora Aguirre. Si no fuera porque no somos como los Tamayos y Eladios renegaríamos de esta democracia que permite a los indecentes chaqueteros sus piruetas sin ninguna consecuencia. Pero no somos como ellos. A pesar de ellos queremos conservar esta democracia por más descosidos que se vean en su traje.

España atraviesa una profunda crisis económica que llena el país de angustias y desgracias personales y los dirigentes de los partidos mayoritarios no son capaces de ponerse de acuerdo para luchar todos juntos para salir de la situación, midiendo en clave electoral cada uno de sus pasos y encima quieren hacernos pagar el pato a los menos fuertes.  Si fuéramos como ellos dejaríamos que todo se fuera al garete y con ese todo ellos los primeros. Pero seguimos trabajando, luchando y sufriéndolos a todos. Porque no somos como ellos. No somos como ninguno de ellos. No, no somos como ellos.

El hilo de la cometa

El hilo de la cometa

El otro día escuché en la radio una entrevista con José Luis Sampedro con auténtico placer.  Con una persona del nivel de Sampedro siempre quedan impresiones indelebles. A veces simplemente por el acierto de las imágenes que utiliza. Por ejemplo, hablando del  “culto a la libertad” que existe hoy en día, decía que las más de las veces se refiere a una libertad bastante vacía e improductiva pues es la libertad de consumir, o la libertad de hacer lo que uno quiera sin referencia a las consecuencias, un concepto en realidad muy infantil e inmaduro de la libertad y ponía esta gráfica imagen: la belleza del vuelo de una cometa que vuela libremente se produce porque hay un hilo que la sujeta, si no existiera este hilo, la cometa caería el suelo. Del mismo modo la libertad alcanza su maravillosa dimensión si está sujeta por el hilo de la responsabilidad. Es decir, añado yo, si prevemos las consecuencias de nuestro vuelo y nos responsabilizamos con él, o lo que es lo mismo, si el ejercicio de nuestra libertad no es la permanente barraquera de un niño caprichoso sino un acto maduro y responsable, un acto moral.   Pero parece que  todo nos presiona en sentido contrario. Hace poco también vi en la prensa un anuncio de un coche en el que nos invitaba a comprarlo utilizando el eslogan “sé libre”. Es la paradoja tramposa con que nos machaca el neoliberalismo del capitalismo consumista. Porque la posesión de cosas es una esclavitud se mire como se mire, pues cuantas menos cosas desees o cuantas menos cosas temas perder, más libre serás. Y sin embargo nos pretenden convencer cada día de que tener cosas nos  hace libres y felices.  Creo detectar sin embargo, con cierta esperanza, que al lado de las masas consumistas van apareciendo grupos de ciudadanos que están cayendo en el engaño y poco a poco, fragmentariamente, se van desmarcando. Puede que ese sea el germen de la sociedad que habrá de venir en el futuro. Porque según creo nuestra civilización está agotada  y vivimos los prolegómenos del fin del imperio del capitalismo salvaje. Lo que venga después dependerá en gran medida de la firmeza del hilo que pongamos a nuestras cometas

La jeta del banquero

La jeta del banquero

El otro día vi en un informativo una rueda de declaraciones de distintas personalidades sobre el proyecto gubernamental de retrasar la edad de jubilación a los 67 años. Todos decían lo suyo, claro. Pero quedé completamente estupefacto cuando escuché al representante de la federación empresarial de la banca. Este señor dijo que era una medida muy razonable y necesaria para el equilibrio presupuestario de la seguridad social. Hasta ahí, vale, es su opinión. Pero claro, de pronto me acuerdo de algunos conocidos que han trabajado durante toda su vida profesional en la banca y que los han jubilado hasta con 55 años.  ¿De qué habla entonces este señor?. ¿Cómo tiene tanta jeta?.  Me pongo a cavilar  y recuerdo que en los orígenes de la presente crisis económica mundial se encuentra la irresponsabilidad del sector financiero y sus instrumentos empresariales, que son los bancos. Entonces, machote, si has estado en el origen de la crisis que ha dejado a millones de personas en la calle y por tanto ha dejado temblando las cuentas de la seguridad social, ¿cómo tienes el morro de pedir que paguen los platos rotos los currantes que cobran sueldos infinitamente más bajos que el tuyo?. Claro, tú te jubilarás cuando te pase por las narices con un camión de billetes y quieres que tus empleados y todos los empleados echen un par de añitos más para llenarte bien el camioncillo. Y ya pensando, pensando, que he cogido carrerilla, me pregunto si no podríamos ponerle un canon importante a los bancos, o sea un piquillo de sus enormes  beneficios, aun en tiempos de crisis, para restablecer ese equilibrio presupuestario que tanto les gusta según parece a estos señores. Pero aquí ya pincho y se me funden los plomos con el alto voltaje de la realidad.  Se supone que tenemos un modelo socialdemocrático, o sea economía de mercado con presión impositiva por arriba para fomentar la igualdad de oportunidades y los servicios sociales por abajo.  Pero esto no es más ya que un viejo supuesto teórico, porque cada día andamos paso a paso hacia el liberalismo salvaje. Situación en la que se encuentran muy cómodos, no sólo la Aguirre y su ferviente labor destructiva de sanidad y educación pública, sino todos estos tipos con cara de hormigón armado que dicen estas cosas desde la desfachatez más desvergonzada. Y como nadie le ha puesto una querella, será que a nadie se le alcanza la inmoralidad de sus palabras. O sea, que estamos entregadicos. Pues nada, adelante. Viva la vida y ole.

La pequeña África

La pequeña África

La zona de Albacete en la que vivo –una parte del ensanche -, ya empieza a ser llamada por algunos “la pequeña África”.  En efecto hay por las calles que rodean mi casa una gran concentración de inmigrantes, especialmente africanos. Esta presencia se hace especialmente visible en los días no laborables, en los cuales los africanos llegan incluso a ser mayoría por las calles dado que los albaceteños se mueven (a sus parcelas, pueblos y aldeas, apartamentos de la costa, etc) y ellos como no tienen donde ir caminan por la calle, se refugian en los bares del barrio o forman grupos en las esquinas y en la puerta de los locutorios para charlar y pasar el rato.

Más de una vez me han hecho comentarios que, de uno u otro modo, vienen a decir que qué pena, que mi barrio se está “estropeando”.  Ante estos comentarios yo quedo verdaderamente atónito porque no veo los signos de empeoramiento alguno por ningún lado. En las primeras horas de la mañana, casi antes de que el barrio despierte, las esquinas se llenan de africanos que están esperando su transporte, gente callada, con sueño, que se va a currar duro en aquello en lo que los españoles de nacimiento no quieren trabajar. Los africanos a la tarde llenan las tiendas haciendo sus compras –son especialmente educados según me cuenta una cajera del super de al lado de mi casa.  También entran en las cafeterías a consumir, especialmente cuando hay futbol. Unos son del Madrid y otros del Barcelona y se mezclan con los parroquianos blancos haciendo chascarrillos y siguiendo los partidos. Luego pagan y se van. Sólo en una ocasión he visto a un africano pasarse de rosca con la bebida y metiendo la pata y molestando. He visto por lo tanto escenas así muchas más veces protagonizadas por españoles, e incluso algún vecino, muy blanco él, me deleite varias veces al mes cantando de madrugada borracho como una cuba y meándose por las fachadas de mi calle. Hay muchos que venden chucherías y cedés. Dicen: “¿quieres?”  Y si no quieres, se marchan. Ya hay algunas parejas de de africanos y españolas y se empiezan a ver carritos con bebés mulatos. Esto es lo que yo veo. De modo que esos comentarios no tienen posibilidad de interpretarse de otro modo que como racismo puro y duro por mucho que nadie se reconozca a sí mismo como racista. Deberían pensar en ello. Y por cierto, yendo un poco más allá, yo considero a mis vecinos africanos paisanos digan lo que digan sus papeles. Son de Albacete, aunque la mezquindad de mentes y leyes no se lo reconozcan. Un saludo desde la “pequeña África”.

Voto a bríos, una katana

Voto a bríos, una katana

Vi un día un capítulo casi entero de la serie Águila Roja que emite TVE arrasando en su banda horaria. Además de esto, aunque veo poca tele, deben poner anuncios de esta serie a todas horas porque recuerdo haber visto montones de ellos. De modo que no conozco la trama ni muchos detalles de la serie, pero desde luego me ha sorprendido lo que he visto. Lo primero que me ha sorprendido es la espada del justiciero “tapado” tipo El Zorro o así. Resulta que la espada que manja este personaje del siglo de oro español es un pedazo de katana japonesa. Vemos que digo yo que eso es una katana.  No sé si en el transcurrir de los episodios la trama ha explicado cómo ha llegado a manos de este tío una espada japonesa en una época en que las compras por Internet no funcionaban del todo bien. Pero de entradas, flipo. Pero no queda ahí la cosa porque he visto imágenes donde las peleas tienen bastantes ingredientes de técnicas y estética de lucha japonesa, o más bien de las películas de género de luchadores japoneses, porque los luchadores japoneses, volar un largo rato a cámara lenta, para mí que no, más que en las películas.

Puede que la cosa venga de la película Kill Bill de Tarantino (esa en que una rubia voladora, con morritos y cara de yo no digo ná pero algo digo corta veintisiete brazos por minuto a un montón de japonesorris gilipollas uniformados de traje negro que se ponen en fila porque se han dado cuenta de que les sobra un brazo o incluso un pescuezo).  El caso es que la imagen de un caballero español del XVII  que llega volando y dando patadas en la ceja, mientras saca una katana y para aprovechar el vuelo le rebana el pescuezo a un malo pasmado, la verdad es que resulta sorprendente.  Supongo que por esa sorpresa le vendrá buena parte del éxito a la serie. Porque somos ya una sociedad completamente visual y visualmente saturada, de modo que deseamos innovación visual  a costa de lo que sea. Pues vale. Seguro que todos nuestros chicos la ven y disfrutan con ella. Leer a Quevedo o a Lope, saborear los cuadros de Velázquez, conocer algo de la vida de aquel tiempo, no sé yo. Pero ver al guaperas volador de la katana, eso va a ser que sí.